Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

domingo, 23 de junio de 2013

Capitulo 33

El teléfono sonó a las nueve menos cuarto, cuando Cande estaba a punto de salir de casa de Lali. Quiso girarse para responder, pero Nico se le adelantó y le hizo un gesto para que se marchara.
—¿Qué? ¡Oh, Dios mío... eres tú!
Cande se detuvo en seco y corrió hacia el teléfono. Aunque no podía oír a la otra persona, supo de inmediato que era Lali.
—¿Dónde estás? ¿En las islas Caimán? No te preocupes, estaré allí por la mañana —dijo Nico. —Iré a buscarte y todo irá bien...
Nico Esposito empezó a llorar.

—Sí, sí, está conmigo. Ha estado conmigo todo el tiempo.
Cande asintió con alegría. Pero la expresión de Nico cambió de repente.
—Ya hablaremos de él cuando vuelvas.
Peter. Tenía que ser él. Eso significaba que también estaba vivo. Las cosas se solucionarían de una vez por todas y sabrían la verdad. El FBI había detenido a Jerry Brody, pero el muy canalla afirmaba que no tenía nada que ver con ningún secuestro.
De todas formas, a Cande le daba igual. Lali estaba viva. Por primera vez en diez días, pudo respirar.
Cuando Nico Esposito colgó el teléfono, se volvió hacia ella y la abrazó.
—Vaya, ya te has despertado... Peter se giró al oír la voz de Lali y abrió los ojos.
—¿Cómo he llegado aquí?
—La caballería apareció en el último momento. Aunque un poco tarde para ayudarte.
—No importa. Estás viva...
Ella sonrió y deseó haber tenido más tiempo para arreglarse el pelo. No había hecho otra cosa que llorar y llorar desde que subió al barco ambulancia. Y luego se había pasado todo el trayecto interrogando a los enfermeros con nerviosismo, hasta que llegaron al puerto y después al hospital.
—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?
—Son las diez de la noche. Así que... casi todo el día.
Peter se miró la mano vendada.
—¿No he sufrido más daños?
—Tú no.
—¿Han encontrado los cuerpos? Ella asintió.
—Habrá una investigación, pero no te preocupes. No eres sospechoso de nada. Y Ed ya está en la cárcel —explicó.
—¿Y Charlie?
—Vivirá. También está en el hospital. Sólo tiene una ligera conmoción. Pero me temo que tendrá que pagar por lo que ha hecho.
—Me alegra que no haya muerto...
Ella acercó su silla a la cama.
—He llamado a mi padre. Cande y él llegarán a primera hora de la mañana.
—Bien. Magnífico.
—Para entonces ya te habrán dado de alta, aunque tendrás que permanecer aquí hasta la investigación. Me aseguraron que no tardarían mucho. Cuando llegue mi padre...
—Le diré que dejaré el trabajo.
—Iba a decir que se asegurará de que tengas todo lo que necesites. He reservado una habitación en el Ritz, de modo que...
—Lali —la interrumpió—, te lo agradezco mucho. Pero deberíamos tomárnoslo con calma. Hay muchas cosas que hacer, y estoy tan mareado que no puedo pensar.
—Claro, por supuesto... espera, llamaré a una enfermera.
—Gracias. No creo que esté recuperado hasta mañana. Y me sentiré mejor si sé que estás descansando.
—Estoy muy bien. La silla es muy cómoda.
Peter negó con la cabeza.
—No, ve al hotel y duerme. Hablaremos mañana.
En su voz había preocupación y cariño, pero Lali entendió el mensaje. Quería que se marchara. Pero no sabía si sólo durante esa noche o para siempre.
—Muy bien, como quieras. Llamaré a la enfermera.
Peter asintió y ella se levantó.
—¿Lali?
—¿Sí?
—¿No vas a darme un beso de despedida?
Lali sonrió, se inclinó sobre él y lo besó. Pero le bastó una simple mirada a los ojos para saber que lo del beso de despedida iba muy en serio.


El avión aterrizó a las ocho y dieciocho minutos de la mañana, hora local. Lali había llegado al aeropuerto cuarenta minutos antes, de modo que tuvo tiempo de tomarse varios cafés.
La noche de descanso que le había prometido a Peter no se había materializado. No pudo conciliar el sueño ni hacer otra cosa que pensar y dar vueltas a lo sucedido. Su vida había cambiado para siempre. Ya no era la misma. Se había enfrentado a Ed Martini y, a pesar de su pistola y de la amenaza de usar el teléfono para que mataran a Peter, había vencido.
Cabía la posibilidad de que volviera a sufrir ataques de pánico, pero eso no impediría que empezara a vivir. No volvería a encerrarse en una lujosa mansión. Era una mujer libre. Y si alguna vez volvía a padecer sus viejos miedos, sólo tendría que recordar la patada que le había pegado a Ed para sentirse mejor.
Pero no sabía lo que pasaría con Peter.
Sólo sabía que estaba enamorada de él, que quena estar con él, y no sólo para mantener una aventura. Pero no era tan ingenua como para no ser consciente de las complicaciones. Estaba su padre. Y el asunto del dinero. Y Charlie y el sentimiento de culpabilidad del propio Peter. Nada que se pudiera arreglar con una simple conversación amistosa.
Pero estaba dispuesta a arriesgarse. Si él también lo deseaba.
Cuando la puerta de la terminal se abrió, Lali corrió a abrazar a su padre. Se sintió como si volviera a ser una niña, y los ojos se le llenaron de lágrimas.
Por fin, se apartó de él y dedicó un abrazo igualmente cariñoso a Cande. No dejaron de hablar en todo el trayecto al hotel.
—No me malinterpretes —dijo su padre. —Estoy en deuda con tu amigo por haberte salvado la vida. Pero si no hubiera sido por él, no te habrían secuestrado.
—Basta, papá. Sé que quieres culpar a alguien de lo sucedido. Pero lo tienes fácil: piensa en Ed Martini. Fue él quien me secuestro, quien quería matarme después de recibir el dinero del rescate y quien quiso matarme otra vez en George Town. Y cuando hayas terminado con él, podrías ir a hablar con Peter Lanzani y darle las gracias.
Su padre la miró durante unos segundos y no dijo nada. Pero ella supo que le había convencido.
—Parece que le tienes mucho aprecio —comentó Cande. —Sí.
—¿Es verdad que va a dejar el trabajo? —Creo que sí. ¿Y? Lali suspiró.
—No lo sé. Tengo que hacer unas llamadas telefónicas. Peter necesitará un abogado antes de que se inicie la investigación de la policía.
Lali besó a su padre y a Cande en la mejilla. Después, los dejó en la puerta de su suite y dijo:
—Dejad el equipaje. Estaré en la 2720. Y os agradecería que me ayudarais.
Lali se marchó. Ahora que les había dicho lo que pensaba, se sentía más fuerte. Pero tenía miedo de que Peter desapareciera antes de que supiera qué hacer con él.


Peter estaba sentado en la tumbona de la playa, contemplando el amanecer. Era la quinta mañana seguida que iba a disfrutar del amanecer, café en mano, y con todo el día por delante.
La semana anterior, tras la conclusión de la investigación policial, había localizado una casita en la zona y la había alquilado. Después de despedirse de Lali.
Charlie seguía en prisión y dudaba que fuera a salir en mucho tiempo. No le agradaba, pero no podía hacer nada por ayudarlo. Charlie se había buscado su propia ruina. Y aunque él se sintiera culpable hasta el fin de sus días, sabía que su hermano era responsable de lo que había hecho.
Su mano ya se estaba curando, pero no podía dejar de pensar en Lali. Parecía hablar muy en serio cuando le pidió que volviera con ella y se marcharan a vivir juntos. Sin embargo, Peter sabía que no sería tan fácil. A pesar de que Nico le había dado las gracias, le consideraba culpable del secuestro. Ni él mismo se había perdonado.
Naturalmente, Cande había apoyado a su amiga. Pero cuando Peter habló con ella, comprendió la situación y dejó de presionar.
Tras muchas lágrimas y el consiguiente disgusto, Lali subió al avión privado de su padre y regresó a Nueva York.
Así que allí estaba él, en la playa, tomando café, sin saber qué hacer durante el resto del día ni mucho menos de su vida. Extrañaba a Lali Esposito más de lo que había imaginado. Más de lo que podía soportar.


Lali miró el cuadro de su dormitorio. Significaba mucho para ella. El sueño de una vida real, de aventuras y amores. Todos los preciosos momentos que se había perdido por culpa de su miedo a ser secuestrada.
Tenía que disculparse con la doctora Bay. Cuando pensaba en lo que había sucedido, llegaba a la conclusión de que su propuesta había sido adecuada. Por lo menos, la propuesta del secuestro falso. Ahora era una mujer completamente diferente. Todavía sufría pesadillas, pero ya no era lo mismo. Sin embargo, no podía tener al único hombre que amaba.
Llegó a pensar que no pensaba de forma racional. Incluso llegó a creer a su padre cuando afirmó que tal vez sufría una especie de síndrome de Estocolmo. Pero después de un mes entero de escribir en su diario y de visitar a su nuevo psicólogo, sabía que eso no era verdad. Echaba de menos a Peter. Tanto, que le dolía. Quería estar con él, oír su voz, aspirar su aroma. No podía soportar la idea de que estuviera solo. Había arriesgado su vida por ella. Pero no era gratitud, precisamente, lo que sentía.
Él le había cambiado la vida. Peter creía en ella. Había conseguido convencerla de que confiara en sus fuerzas y, por otra parte, echaba de menos el sexo.
Por desgracia, había un muro que los separaba. Y no era que él se sintiera culpable del secuestro. Era el dinero.
Alguien llamó a la puerta.
—Adelante.
Era Cande.
—Me alegra que hayas venido.
—¿Quieres que salgamos a dar una vuelta?
—Hoy no, gracias.
—Oh, vamos, ayer me dijiste lo mismo. Te presentaré a mi entrenador... tiene el trasero más bonito de la ciudad. En serio. Merece la pena.
Lali sonrió.
—Te he echado mucho de menos, Cande.
—Me alegro. De lo contrario me habría sentido insultada.
—Eres como hermana. Y cuando te pregunto algo, tú tienes que ser sincera conmigo... ¿verdad?
—Claro que sí. ¿Por qué lo dices?
—No puedo olvidarme de Peter. Le amo.
—Me lo imaginaba.
—Quiero ir a buscarlo. Hacer lo que sea necesario para estar con él. Pero está el problema del dinero.
Cande bajó la mirada y tardó unos segundos en hablar.
—Sí, es un gran problema. Y no conozco tan bien a Peter como para poder decirte si lo soportaría. Pero hay algo que tal vez podría ayudar: la recompensa.
—¿Qué recompensa?
—Tu padre ofreció un millón de dólares a cualquiera que pudiera ofrecer una pista sobre tu paradero. Peter hizo mucho más que eso.
—No me lo había dicho...
—Sí, ya. Me lo imaginaba.
—Bueno, seguro que está de acuerdo en que Peter merece ese millón.
Cande rió.
—¿Tu padre? Vamos, Lali... Le echará la culpa hasta el fin de sus días.
—Pero Peter se lo merece. Aunque ahora que lo pienso...
—Exactamente.
Lali sonrió.
—¿Crees que estoy loca?
—Sólo lo estarías si no lo intentaras. Lali, has pasado años sin arriesgarte por nada. Hazlo. Lo peor que puede pasar es que te rompa el corazón. Y como ya lo tienes roto, tampoco sería para tanto.
El pulso de Lali se aceleró. Cande tenía razón. Ir a ver a Peter le daba miedo. Pero ya se había enfrentado a sus miedos. Y los había vencido.


Otro día, otro amanecer y Peter no se sentía mejor. La mano casi estaba bien, pero echaba de menos a Lali.
No entendía nada. Estaba deprimido. Había cometido muchos errores en su vida y podía soportarlo y afrontar las consecuencias. No era eso lo que le estaba volviendo loco.
Era Lali. No Charlie ni el secuestro ni las muertes. Era Lali, que lo perseguía en sus sueños y durante el día, en todos sus pensamientos. Recordaba su piel, su sabor, la sensación de entrar en su cuerpo.
Tomó un sorbo de café y deseó que estuviera allí, o que al menos pudiera encontrar una excusa para descolgar el teléfono y llamar. Y si no podía estar con ella, tal vez pudiera encontrar la forma de olvidarla. Ahora que Charlie estaba en la cárcel, podía intentar que lo readmitieran en el Ejército.
El recuerdo de Lali Esposito era tan persistente como un virus que lo hubiera contaminado. Y no había píldoras ni alcohol lo suficientemente fuerte para eso.
En ese momento, notó que alguien se acercaba a la tumbona, pero no quería más café y alzó la mirada para decirle al camarero que se marchara.
Pero no era el camarero. Y no estaba soñando.
—¿Lali?
Lali llevaba pantalones cortos y una camiseta. Tenía el pelo suelto, como en el barco. Tampoco se había maquillado, aunque tenía los ojos enrojecidos por las lágrimas. No había visto nada tan bello en su vida.
—Lo intenté, Peter, de verdad. He intentado verlo desde tu punto de vista, pero he llegado a la conclusión de que te equivocas.
Peter rió sin poder evitarlo, a pesar de su seriedad. Era inmensamente feliz.
—No te rías. Lo digo muy en serio, idiota.
—No lo he dudado en ningún momento.
—Entonces, estamos de acuerdo. Y puesto que tú eres un idiota y yo soy inteligente, esto es lo que vamos a hacer.
Lali se acercó y le tiró de la camiseta.
—Vamos a descubrir quiénes somos y qué queremos, y lo vamos a hacer juntos. No sé si duraremos una semana o toda una vida, pero no me marcharé sin descubrirlo.
—¿De verdad?
—Sí. ¿Alguna pregunta?
—¿Qué me dices de tu... ?
Lali le puso un dedo en los labios.
—Mi padre no tiene nada que ver. Olvídate de él. Y tampoco es un problema de dinero, porque ofrecía un millón de dólares de recompensa que será tuyo. Te lo mereces. Te lo has ganado. Así que tú tendrás dinero, yo tendré dinero y... bueno, en fin, el dinero no será un problema.
—¿Ya has terminado?
—No. También quiero que sepas que haberme salvado la vida no significa que me sienta obligada contigo. No estoy sufriendo un arrebato de locura ni estoy aquí porque seas el primer hombre que me vuelve loca. He venido porque eres lo mejor que me ha pasado. Eres extraordinario y te admiro. Aunque por supuesto, cuando vivamos juntos, me reservo el derecho a estar de mal humor de vez en cuando —declaró. —Pero eres maravilloso y no podría vivir un solo día más sin ti...
—¿Ya has terminado? —repitió.
—Por el momento.
—Me alegro. Porque te amo.
Lali sonrió con malicia.
—¿Ah, sí?
—Sí.
—¿Y todo lo demás? El se encogió de hombros. —Ya se arreglará. —Pensé que sería más difícil. Peter sacudió la cabeza. —No he podido olvidarte. Me estabas volviendo loco.
Ella suspiró y cerró los ojos.
—Menos mal, porque yo también te amo.
El sonrió y todo su cuerpo se relajó.
—Sí, menos mal...
Entonces, la besó.



Y bueno, esa fue la novela. Como les dije, no subire novela en unos dias, quiero hacer unas cosas antes de iniciar la novela. De los argumentos que les subi, no subire ninguna de esas. Pero tranquilas, les prometo que cuando antes les traere nuevos argumentos. Muchas gracias por aguantar mis ausencias (les prometo que ya no pasara tan seguido). Gracias por leerme.

5 comentarios:

  1. Me encanto la nove, espero la prox.. Besos q estes muy bien :)

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  2. Awwwww!!Me encantó este final!!Como todas las novelas que escribís!!Espero ansiosa la próxima!!Besos!!

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  3. Al fin juntos ♥

    Muy linda la nove! espero los argumentos!
    Un beso

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  4. me encantooo
    igual me imagine como una lali mas atrevida cuando lo fuera a buscar jaja

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  5. Me encanto.Los dos decididos a la hora d enfrentarse a lis secuestradores.Cobarde Peter x no decirle antes k la ama,oerdieron unos diitas preciosos angustiandose x nada xk se aman.

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