Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

jueves, 24 de enero de 2013

Capitulo 9

—¿Dónde está ese tipo con el que te casaste? — susurró Judy, apoyándose sobre la barra.
— No estamos casados. 
—Oh.
— Él sigue en San Francisco. 
—Y supongo que no va a regresar. 
— No.
— No te preocupes —dijo Judy, con un gesto de compasión en el rostro—. Haré  correr  la  voz  de  que  estás  buscando  trabajo,  pero  me  temo  que  no  hay muchas oportunidades por aquí.
— Lo sé —contestó Lali. Se levantó y se dispuso a marcharse.
— ¿No te pueden dar tus padres trabajo en la panadería?
— No... en estos momentos no.
— Si me entero de algo, ¿dónde puedo ponerme en contacto contigo? ¿En la casa de tus padres?
— No. Estoy en la granja de Hatty. — Judy la contempló atónita.
— ¿Quieres decir que estás en la casa de Peter? ¿Estás viviendo con Peter?
— Sí —suspiró Lali.
— Si es así —comentó Judy, con una sonrisa en los labios —  daría cualquier cosa por estar en tu lugar.
—No se trata de eso —aclaró Lali, ruborizándose—. Él... él me va a ayudar durante un tiempo 
—Bueno —afirmó Judy, sin dejar de abanicarse con la mano, como si el mero pensamiento de vivir con Peter fuera suficiente para darle una taquicardia—, sé que no soy la única a la que le encantaría cambiar el puesto por el tuyo.
—No estoy interesada en encontrar un hombre.
— ¿Estás loca? ¿A pesar de que ese hombre sea Peter? Yo nunca he visto un par de ojos que sugieran más claramente la intimidad del dormitorio.
Las manos de Peter tampoco estaban mal. Lali sabía por experiencia el placer que podían darle al cuerpo de una mujer. Parecía conocer las caricias que un hombre normal, como Amadeo, ni siquiera sospechaba. Sin embargo, a sus veinticinco años había cometido ya muchos  errores. Había aprendido que la vida no tenía nada que ver con el placer personal, sino con cosas más profundas y duraderas. Ya iba siendo hora de que creciera y comenzara a construir los cimientos adecuados.
— A mí no me interesa eso. Pienso estar sola durante un tiempo.
—  En   ese   caso,   te   sugiero   que   te   marches   de   la   casa   de   Peter inmediatamente  —dijo  Judy —   Si  te  quedas,  te  aseguro  que  terminarás  en  el dormitorio.
Lali regresó a la casa de Peter sobre las cuatro en punto. Se había pasado la tarde en el salón de belleza, poniéndose al día de todos los cotilleos y renovando su amistad con las personas con las que solía trabajar: Mona, la manicura; Erma, que iba a venderle la tienda a Eugenia pero que aún seguiría trabajando a tiempo parcial; Ashleigh, que llevaba trabajando allí unos dos años y la propia Eugenia.
Al principio, Eugenia se había mostrado algo reservada. Considerando lo íntimos que eran Eugenia y Peter, Lali entendía que no se mostrara encantada de verla. Entonces, entró Delaney para que le cortaran el cabello a su hija y Eugenia se  había  mostrado  mucho  más  animada.  Habían  estado  todas  un  buen  rato , charlando y riendo, hasta que LeAnn, la prima  de Amadeo, había llegado porque tenía una cita. En aquel momento, Lali decidió que había llegado el momento de marcharse. Mona le dijo que le haría la manicura y la pedicura a  cambio de que le cortara el pelo y se lo tiñera, pero Lali creyó que debía tener la cena lista cuando Peter y Stefano llegaran a casa. Tenía que hacer algo a cambio de la generosidad de Peter. Su orgullo se lo pedía.
Además, tenía tanta hambre que casi podría haberse comido un trozo de cartón y no  quería tomar nada de los alimentos de Peter sin hacer algo para ganárselo.
Desgraciadamente, la alacena de Peter no estaba demasiado bien surtida. Sal, cereales,  unas pocas latas de atún, un trozo de pan... Seguramente los dos comían fuera muy frecuentemente. ¿Qué iba a hacer?
Se sentó porque su estómago vacío la hacía sentirse algo mareada y consideró sus opciones. Podía preparar una ensalada de atún o podía ir a la tienda y gastarse sus últimos veinte dólares en alimentos para poder preparar una cena de la que se sintiera orgullosa.
De algún modo, después de la fría bienvenida de su madre, las dificultades para encontrar un trabajo y el ver a la prima de Amadeo, necesitaba contribuir más de lo que necesitaba el dinero. Se levantó, agarró el bolso y se dirigió al pueblo.
Al mirar el reloj, Peter se dio cuenta de que eran casi las once. Demasiado tarde para reparar otro coche más. Salió de debajo del Mustang rojo que acababa de arreglar y se dirigió al lavabo
Chase Gardner, el mecánico que trabajaba con él, se había marchado hacía horas. Stefano se había marchado con Bruiser al Honky Tonk a las nueve para jugar  al  billar.  Sin  embargo,  él  había  seguido  trabajando.  Por  una  vez,  no  le interesaba ir al Honky Tonk ni le apetecía regresar a casa. Lali estaba allí. Todo el mundo se estaba enterando de que estaba alojándose con él. Llevaba escuchando comentarios todo el día.
En realidad, había sido muy mala suerte que hubiera sido él el primero en encontrársela en el arcén de la carretera

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