Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

sábado, 9 de febrero de 2013

Capitulo 21


Lali siempre se había sentido más cerca del cielo cuando estaba sentada en un oscuro cine, comiendo palomitas y bebiendo un enorme refresco de cola helado. Sin embargo, de algún modo la experiencia no era igual aquella noche. No lograba concentrarse en la película.
-No irás a empezar a salir con esa mujer, ¿verdad? -susurró.
-¿Qué mujer? -respondió él, sin dejar de mirar a la pantalla.

-Chevy.
-No dejo que mis amigas se metan en mi vida amorosa -replicó él mirándola fijamente-. Ni siquiera las buenas amigas.
-Yo no me estoy metiendo en tu vida amorosa. Lo que ocurre es que no me puedo creer que te sientas atraído por esa... esa...
-¿Qué?
-No creerás que es guapa, ¿verdad?
-¿A ti te parece que no es guapa?
-Bueno, es esbelta y...
 - Simpática.
 -Sí, y...
-Tienes unos ojos muy sensuales.
Lali sabía lo mucho que le gustaban a Peter los ojos. Ojos, labios y piernas, por ese orden.
-No es más que colágeno y silicona.
-¿Cómo lo sabes?
-Tengo visión de rayos X. Soy esteticista. Yo me doy cuenta de esas cosas.
-Tal vez a mí no me molesten unos pequeños retoques médicos. Al menos, es accesible emocionalmente.
-¿Cómo se te ha ocurrido eso? -preguntó. Estaba segura de que aquella frase no era de Peter.
-Me lo dijo ella.
-¿En los diez minutos que estuvisteis guardando cola te dijo que es accesible emocionalmente?
El hombre que había justamente detrás de ellos les dijo que se callaran de muy malas  maneras, pero mejoró su actitud en el momento en el que Peter se volvió para mirarlo. Con la cicatriz en el rostro y sus misteriosos ojos, Peter no tenía el aspecto de alguien con el que se pudiera bromear.
-Yo no creo que estuviera hablando de sus emociones precisamente cuando te dijo  que  era   accesible  -prosiguió  Lali-.  ¿Te  preguntó  también  si  llevabas preservativos?
-Cállate. Vas a provocar una pelea -le recriminó Peter.
-A ti te gustan las peleas.
-Ya he estado en más de las que me gustaría.
-Probablemente eso también se puede aplicar a las camas...

Peter se limitó a contestarle con una de sus sonrisas. Aquello molestó a Lali más que nunca. Desde que se había ido a vivir con él, no parecía recuperar el equilibrio...
No  hacía  más  que  pensar,  probablemente  porque  la  película  no  lograba captar su  interés. Tenía muchas peleas de kárate y personas volando coches y puentes. Por supuesto,  Peter la había elegido. No obstante, Lali no se podía quejar. Él también había pagado las entradas.
Cerró los ojos para darse un descanso. Sólo hasta que los ojos dejaran de escocerle...
Cuando volvió a abrirlos, la película se había terminado y tenía la mejilla apoyada contra el suave algodón que cubría el hombro de Peter.
-No me puedo creer que te hayas quedado dormida durante la película -dijo
Peter, cuando ya estaban casi en la granja.
-¿Tan buena fue?
-Tenía  algunas  de  las  escenas  de  peleas  más  sorprendentes  que  he  visto nunca.
-Siento habérmelas perdido -comentó ella, con un cierto sarcasmo que no pasó desapercibido para Peter.
-Está bien -dijo él-. La próxima vez veremos algo que nos haga llorar. ¿Te hará eso más feliz?
Peter no respondió. Antes había tratado de empezar una discusión, pero el impulso parecía haber pasado.
-¿Por qué estás tan callada? -preguntó él, unos kilómetros después-. No me digas que estás todavía cansada. Has estado durmiendo toda la película y casi todo el trayecto a casa.
-No estoy cansada. Sólo estaba tratando de imaginarte llorando durante una película. En realidad, simplemente trataba de imaginarte llorando.
-Siento haber preguntado.
-¿Te ha ocurrido alguna vez?
-Claro  que  no.  Soy  demasiado  malo  -respondió  él,  con  una  sonrisa  que parecía indicar que estaba mintiendo.
-Creo que eso significa que sí has llorado. Háblame de la última vez. ¿Qué te ocurrió?
-¿Quieres saber por qué he llorado? Antes tendrás que contarme algo que yo quiera escuchar.
-¿Como qué?
-Como por qué tardaste dos años en dejar a Amadeo si él empezó a consumir drogas justo después de que llegarais a San Francisco. ¿Consumías tú también?
-No.
-Entonces, ¿soportaste que Amadeo fuera adicto a las drogas durante dos años?
- Supe que había cometido un error casi en el momento en el que llegué a la, ciudad...
-Sin embargo, te quedaste.
-Me había comprometido. Me sentía responsable por la mala decisión que había tomado  y estaba decidida a tratar de hacer que todo cambiara para mejor. Además, en parte estaba mi orgullo. No quería rendirme y regresar a casa con el rabo   entre   las   piernas...   como   he   tenido   que   hacer   ahora   tras   quedarme embarazada.
-¿Y entonces qué?
-Entonces, lo pillé en la cama con una de las estilistas que trabajaba conmigo.
-No sería en tu cama, ¿verdad?
-No,  en  la  de ella  -respondió  Lali.  Entonces,  se  giró  hacia  la  ventana  y observó los copos de nieve que estaban empezando a caer-. Fui a su casa para darle una  propina  que  había   llevado  una  de  sus  clientes.  Era  una  propina  muy importante y yo me imaginé que se  pondría muy contenta porque necesitaba el dinero. Cuando llegué, Benjamín estaba allí. Supongo que no hace falta que te diga que los dos se sorprendieron mucho al verme.
-¿Y ya estabas embarazada entonces?
-Sí. Fue un día horrible, pero... ahora me alegro de que ocurriera.
-¿Te importa explicarme eso?
-Así me vi obligada a tomar una decisión. ¿Iba yo a hacer un favor a mi hijo si me quedaba con aquel hombre? No. Ni siquiera lo quería. No hacía más que tratar de convencerme para que  abortara. Así el bebé no interferiría en nuestras vidas. Por eso, al fin me decidí a marcharme de allí. Bueno, ahora te toca a ti.
-¿Que me toca a mí?
 -Me debes un secreto.
-¿Qué clase de secreto?
-No sé... algo jugoso. ¿Cuántos años tenías cuando perdiste la virginidad?
- Quince.
 -¿Quién fue ella?
-La madre de mi mejor amigo.
-¿Cómo dices? -preguntó ella, atónita.
Nunca habían hablado de aquel tema antes.
-Estaba divorciada y supongo que estaba aburrida y que deseaba volver a sentirse deseada.
-¿Cómo se te insinuó? Porque se te insinuaría ella, ¿verdad? ¡Vamos, no creo que se te ocurriera a ti seducirla sólo con quince años!
-No. Efectivamente yo no tenía tanta seguridad en mí mismo a esa edad. Fue ella la que realizó la seducción.
-¿Cómo? -insistió Lali.
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Aqui termina el maraton, les parece si mañana hacemos otro? Bueno, todo depende de ustedes. GRACIAS POR EL AGUANTE! Nos leemos mañana:*

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