Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

lunes, 11 de febrero de 2013

Capitulo 27


-Tiene que asistir al colegio, aprobar sus exámenes y hacer sus tareas todos los sábados  -intervino su madre-. Nada de música rap, ni llegar a casa tarde ni meterse en líos.
-A mí no me parece que eso sea mucho pedir, Travis -le dijo ella a su hermano
-¿Cómo pueden ellos dictar la música que yo escucho? -repuso Travis.
-¿Has oído alguna vez la letra de esas canciones? -le espetó su padre-. Yo no he escuchado tanta basura en toda mi vida.
-Esas  canciones  suelen  tener  advertencias  cuando  contienen  un  lenguaje insultante o  explícito. ¿Qué os parece si Travis accede a no comprar ni escuchar nada que tenga una de esas advertencias?
-Con eso no basta -contestó su padre-. El rap no es nada más que un grupo de gamberros gritando obscenidades en un micrófono

-Tal vez el gusto de Travis sea diferente - señaló Lali. Para su sorpresa, su madre estuvo de acuerdo.
-Yo creo que ahí sí podríamos ceder -dijo.
Don miró a Tami. Evidentemente, no se encontraba muy satisfecho con su intervención. Sin embargo, él también decidió ceder.
-Está  bien,  pero  es  mejor que no encuentre  ni  un  solo  CD  que contenga advertencias. Ni uno.
-¿De acuerdo, Travis? -le preguntó Lali.
-Me han puesto las once como hora de vuelta a casa los fines de semana -se quejó el muchacho-. Todos mis amigos se pueden quedar hasta la medianoche.
-No  pienso  modificar  eso  a  menos  que  me  demuestres  que  puedes  ser responsable, jovencito -replicó su padre.
-¿Cuánto tiempo tendría que estar sin meterse en líos hasta que pudierais confiar en él para que llegara a casa una hora más tarde? - preguntó Lali.
Sus padres intercambiaron una mirada.
-No creo que sea capaz de... -comenzó Don, pero Tami lo interrumpió.
-Tres meses -afirmó.
-¿Puedes estar tres meses sin meterte en líos para que te dejen volver más tarde? -le preguntó Lali a su hermano.
-Supongo que sí.
- Estupendo.
Judy, la camarera, se acercó para servirles un café a Don y Tami. Lali, por su parte, empujó su plato.
-Si mantenéis vuestros compromisos, todo debería ir mejor en casa a partir de ahora. Peter trató de decirle a Travis cómo...
-Peter no tiene ningún derecho a decirle nada a Travis -le espetó su padre.
-Peter  ha  sido  muy  bueno  con  él  -replicó  Lali-.  Y también  lo  ha  sido conmigo.
-Peter no es mejor que Amadeo. La otra noche lo metieron en la cárcel por pelearse.
-No emitas juicios sobre algo que desconoces.
-Sé lo suficiente como para...
Tami tocó el brazo de su esposo. Cuando él quedó en silencio, miró a Lali.
-¿Y tú, Lali?
-¿Y yo qué?
-¿Has aprendido la lección?
-Sí, últimamente he aprendido varias lecciones -replicó ella, recordando cómo se había sentido cuando sus padres le cerraron la puerta en las narices.
-Entonces, ¿estás lista para regresar a casa?
Lali notó la nota de esperanza que había en la voz de su madre, pero aquella oferta llegaba demasiado tarde.
-No  voy  a  regresar  a  casa,  mamá.  Nunca.  Tú  me  has  preguntado  si  he aprendido la lección. Sí. He aprendido que la gente no es siempre lo que parece y que no puedo contar con vosotros si cometo un error alguna vez. Tal vez cuando sea perfecta, os llame.
Tami dejó caer la taza sobre el platillo y derramó el café pero Lali no le prestó atención alguna Solo había accedido a llamar a sus padres por su hermano. Se levantó de la silla y le dio un abrazo a Travis.
-Sé bueno -dijo. Entonces, arrojó el billete de veinte dólares encima de la mesa.
Peter levantó la mirada en el momento en el que Lali entraba por la puerta de  su   despacho.  Había  estado  pagando  a  sus  proveedores,  pero  ya  había terminado. Rápidamente metió la chequera en el cajón de la mesa.
-¿Cómo te fue con tus padres?
-Estupendo -respondió, con una sonrisa.
-¿Van a volver a admitir a Travis en la casa?
-Sí, mientras él cumpla con las reglas que le impongan.
-Afortunadamente, él no se puede quedar embarazado.
-En realidad, me dijeron que yo también podía regresar -dijo ella, riendo.
El pánico se apoderó de Peter, aunque se dijo que se debía sólo al hecho de que echaría de menos sus guisos y su limpieza. No tenía nada que ver con ella a nivel personal...
-Entonces, ¿vas a regresar con ellos? - preguntó. Dedicó toda su atención a los papeles que tenía encima del escritorio.
-Lo haré si tú así lo deseas.
-La decisión es sólo tuya.
-Entonces, ¿quieres saber lo que me gustaría hacer?
-Sí -contestó él. Se atrevió a mirarla a pesar de que sentía, una fuerte tensión en el vientre.
-Preferiría quedarme contigo.
El alivio se apoderó de él, pero Peter no estaba dispuesto a que Lali se diera cuenta.
-Si te quedas conmigo, irás a ver al médico esta misma semana.
-Peter,  ya  sabes  que  primero  tengo  que  encontrar  un  médico  que  me permita pagar...
-Vamos a ir al ginecólogo de Eugenia - concluyó él-. Delaney también ha estado en su  consulta y las dos lo han recomendado. Si no te permite pagarle a plazos, le pagaré yo.


El miércoles,  tres  días más tarde,  Lali fue a visitar al médico. Según la enfermera,  tenía bien la tensión, su peso estaba dentro de lo previsto y el bebé parecía estar creciendo muy saludable. Ella sintió que estaba en buenas manos y se alegró  de  que  Peter  hubiera  insistido  en  llevarla  allí  hasta  justo  antes  de marcharse. Entonces, el médico le sugirió que empezara las clases de preparación al  parto  inmediatamente  y  le  preguntó  si  tenía  una  amiga  o  un  familiar  que pudiera ayudarla.
Lali pensó en sus antiguas compañeras del salón de belleza. Seguramente se lo podía  pedir a alguna de ellas. También, pensó brevemente en su madre. Sin embargo, a pesar de los muchos rostros que repasó, no hacía más que pensar en uno: el de Peter. Desgraciadamente,  no se lo podía imaginar en las clases de preparación al parto y mucho menos acompañarla en el alumbramiento. Además, no sabía cómo podría pedírselo.
-¿Ocurre algo? -le preguntó Peter mientras regresaban a casa.
-No -mintió ella-. ¿Por qué?
-No me has hablado mucho del médico. ¿Te ha parecido bien?
-Sí. Es muy agradable.
-¿Qué te hicieron?
-Me pesaron, midieron al bebé... Ese tipo de cosas.
-¿Nada más?
-Nada más.
Después de unos instantes, ella sintió que volvía a ser el centro de la atención de Peter, por lo que se volvió para mirarlo.
-¿Qué pasa?
-¿Vas a decirme lo que te ocurre? -insistió él.
-No pasa nada...
En realidad, se sentía muy mal. Estaba aterrorizada de ir a tener un niño para el  que  no   estaba  preparada,  aterrorizada  de  tener  que  experimentar  tantas
primeras  veces  sola.  Sólo  le  quedaban  tres  meses  para  que  naciera  su  hijo. Entonces,  tendría que enfrentarse al parto, levantarse por la noche para darle el pecho a su hijo, preocuparse por todas las cosas que podían ir mal... Además de todo eso, estaba viviendo con su ex novio.
De repente,  su  existencia  le  pareció  muy  precaria.  Se  había  sentido  tan emocionada por el hecho de aprender cómo construir sitios web, tan optimista, que no se había parado a  pensar en lo que se iba a convertir su vida. ¿Cómo iba a cuidar de un recién nacido y lanzar un negocio al mismo tiempo? No tenía ni cuna, ni ropa, ni siquiera una bolsa de pañales.
-¿Has estado alguna vez con un bebé recién nacido? -le preguntó a Peter.
-No -respondió él.
Tal  y  como  ella  se  había  imaginado.  ¿Y  si  no  le  gustaban  todos  los inconvenientes? ¿Y si le pedía que se marcharan el bebé y ella?
«Cuando me quede sin camas, tú serás la primera en marcharte...».
Sabía que Peter no había hablado en serio al hacer aquel comentario, pero no había  promesas entre ellos. Más o menos, él le había dado seis meses, pero podía pedirle que se marchara en cualquier momento, momento que seguramente llegaría cuando encontrara una mujer con la que quisiera salir. Entonces, ¿adónde se iría ella? ¿Cómo cuidaría de su hijo?
Por primera vez desde que se había quedado embarazada, Lali consideró lo impensable. ¿Era ella la mejor persona para criar a aquel niño?
El   lunes,   Peter   había   instalado   el   sistema   informático   de   Lali.  A continuación, ella había cargado los programas, pero había tardado varios días en recibir la conexión a Internet. Por fin, el viernes, ya estaba todo preparado, por lo que deseaba crear un sitio web como ejemplo  para experimentar con sus nuevas herramientas. Sin embargo, no podía concentrarse. Desde que  realizó la visita al médico, se pasaba largos espacios de tiempo mirando al vacío, preguntándose qué era lo mejor para su hijo.
Con toda seguridad, una familia tradicional proporcionaría una base más sólida. No  necesitaba un psicólogo para darse cuenta de eso. Una pareja con un hogar, al menos un trabajo y algunos ahorros. Una pareja como Nico y Eugenia.
Sin embargo, Lali no sabía cómo iba a poder desprenderse de su hijo. Ni siquiera para entregárselo a Nico y Eugenia.

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