Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

viernes, 15 de febrero de 2013

Capitulo 31



-Todavía no. Creo que se están planteando otras alternativas.
Lali le afeitó la nuca y las patillas con su maquinilla eléctrica. Entonces, le quitó la toalla y la sacudió para que el pelo cayera al suelo. Si Nico y Eugenia se estaban planteando otras alternativas, la adopción sería seguramente una de ellas.
-¿Crees  que  podrían  estar  interesados  en  adoptar...  a  mi  hijo,  Pablo?  -le preguntó, de repente.
Pablo la miró fijamente durante varios segundos.
-¿Hablas en serio, Lali?
-Todavía  no  he  tomado  una  decisión  firme,  pero  lo  estoy  considerando
-confesó-. No es que no lo quiera, pero yo tengo tan poco que darle a este niño... Ellos, por el contrario...
Sin poder terminar la frase, Lali se dio la vuelta y se cubrió el rostro con las manos para que Pablo no viera las lágrimas que le llenaban los ojos. Rápidamente, él se puso de pie y la obligó a mirarlo.
-Lali, tu situación no será siempre tan mala.

-Seguramente tienes razón, Pablo. Me va a ir muy bien en mi nuevo negocio. Si por lo menos pudiera salir adelante ahora...
-Saldrás adelante. Date tiempo y no te desanimes. Las cosas no tardarán en mejorar.
-Sólo me quedan unos pocos meses antes de que llegue el niño.
-En ese caso, acepta un poco de ayuda. Ya pagarás a la gente más tarde. Admiro tu  independencia, pero no quiero ver que tomas una decisión de que la que podrías arrepentirte el resto de tu vida.
Ya sabía yo que había una razón por la que me gustabas -bromeó ella, para aligerar  la   situación.  Pablo  no  pareció  nada  sorprendido  por  su  confesión. Seguramente recordaba cómo ella lo había seguido a todas partes cuando sólo era una adolescente. Entonces, con una  sonrisa, se sacó la cartera para pagarle, pero ella negó con la cabeza.
-No puedo aceptar tu dinero.
- Lali...
-Necesito  sentir  que  puedo  hacer  algo  para  contribuir  al  mundo  que  me rodea...
-En ese caso, ¿te puedo invitar a cenar el viernes por la noche?
-Me mudé aquí porque tú y yo hicimos un trato. Me has prestado un coche...
-Y tú me  vas  a  diseñar  el  mejor  sitio  web  del  mundo,  ¿te acuerdas?  No subestimes tus servicios. Además, sólo es una cena.
Lali sonrió. Conocía a Pablo lo suficiente como para saber que no le estaba ofreciendo nada más que su amistad y un amigo era precisamente lo que ella más necesitaba en aquellos momentos.
-De acuerdo -dijo.
En cuanto Pablo se marchó, Lali decidió meterse en la cama. No había nada en la televisión y no quería leer sus libros de maternidad. Desgraciadamente, no podía dejar de pensar en lo que estaría haciendo Peter. ¿Estaría con Ashleigh? ¿Se habría ido al Honky Tonk? Era sábado por la noche. Podría estar en cualquiera de los dos lugares.
Miró las llaves que Pablo le había dado y contuvo la tentación de ir al pueblo para  ver  si  podía  ver  la  furgoneta  de  Peter.  Decidió  que  sólo  utilizaría  la furgoneta en caso de emergencia, pero, cuanto más tiempo permanecía mirando al techo, más le parecía que era una emergencia encontrar a Peter.
Por  fin,  concluyó  que  no  iba  a  ir  a  buscarlo.  Para  ella,  Peter  sólo representaba problemas.
Cuando cerró los ojos, recordó que había muchos aspectos de Peter que distaban mucho de ser problemáticos. Había acogido a Stefano, le había dado un hogar, había sido capaz  de ir a la cárcel sólo por protegerlo... También la había acogido a ella, a pesar del modo en el que lo había abandonado hacía dos años.
Miró el teléfono que tenía al lado de la cama. Podía llamar a la granja con la excusa de preguntar por algo que creía haberse olvidado sólo para ver si estaba allí y, mejor aún, para  escuchar su voz. Tras luchar contra su decisión durante unos minutos, agarró el auricular y marcó el número.
-Hola, Lali.
Había respondido Stefano. Lali sonrió y sintió una mayor melancolía.
-Hola Stefano. ¿Cómo estás?
-No muy bien, Lali.
-¿Qué ocurre? -preguntó ella, alarmada.
-Peter ha quemado la cena y la ha tirado a la basura. A la basura, Lali. La cena entera. Y la sartén. Todo está en la basura.
-Seguramente se le estropeó, Stefano. ¿Has cenado algo?
-Sí. Fuimos al restaurante.
-Muy bien.
-Peter está enfadado, Lali. Sé que está enfadado.
-¿Por qué?
-Porque tú te marchaste. A él no le gusta. Lo sé.
-No creo que su actitud tenga nada que ver conmigo...
- Entonces, ¿crees que está enfadado conmigo?
-¡Claro que no, Stefano! -exclamó ella enseguida-. Peter nunca se enfada contigo.
-Sí. Peter es mi amigo, pero... No habla. No hace más que darle golpes a todas las cosas. Y no habla.
-Déjame hablar con él.
-No puedo. Se ha ido
-¿Adónde? -preguntó Lali, a pesar de que ya sospechaba la respuesta.
-No lo sé. Se marchó. Iba conduciendo muy rápido.
-No  te  preocupes  -replicó  ella-.  Seguro  que  tan  sólo  está  quemando adrenalina. Mañana estará mejor.
-Eso espero, Lali.
-Yo también -afirmó. Por mucho que tratara de convencerse que no sentía algo más de lo recomendable por Peter, era demasiado tarde. Ya no podía negar sus sentimientos.
Los siguientes días pasaron muy rápidamente. Pablo le facilitó la conexión a Internet el miércoles, por lo que Lali se zambulló de lleno en crear un sitio web para  el   rancho.  Algunos   días  se  sentía  satisfecha  con  su  trabajo  y  otros completamente frustrada por lo que aún le faltaba por conocer. En general, Pablo parecía satisfecho con sus progresos, lo que enorgullecía a  Lali. Aún no había tomado  decisión  alguna  sobre  su  vida  personal,  pero  se  estaba  ganando  su manutención. Incluso le gustaba vivir en el rancho. Pablo pasaba a verla todas las tardes.  Juntos  revisaban  los  últimos  cambios  en  el  sitio  web  y  corregían  y mejoraban algunos detalles. Algunas veces, él la llevaba a cenar a un restaurante y con frecuencia iban a la casa principal del rancho para ver una película.
El domingo, dos semanas después de que se mudara a la cabaña, Pablo se presentó inesperadamente después de las diez de la mañana.
-¿Qué tienes planeado para hoy? -le preguntó en cuanto Lali le abrió la puerta.
-Estaba empezando un nuevo proyecto. Estoy empezando a recibir algunos encargos gracias a mis esfuerzos de marketing.
-¿De qué esfuerzos hablas?
-Bueno, me anuncio en tablones y boletines, visito chats... Cosas así.
-Eso está muy bien, pero ya sabes lo que dicen del trabajo sin diversión. Tienes que distraerte.
-Me he estado distrayendo -comentó ella-. Me llevaste a cenar a McCall hace unos días y fue estupendo.
-Bueno, pues hoy te voy a llevar a desayunar.
-¿Adónde?
-Al restaurante de Jerry.
Lali  recordó  inmediatamente  que  el  restaurante  de  Jerry  estaba  justo enfrente del taller de Peter. Aunque no solía abrir los domingos, a menudo iba a trabajar. Lali no lo había visto desde que se marchó de la granja.
-Anoche nevó un poco -dijo, a modo de excusa-. ¿Por qué molestarnos en ir a ninguna  parte? Tal vez nos hayamos perdido el desayuno del rancho, pero yo puedo preparar aquí unas tortillas...
-¿Sigues pensando en dar al niño en adopción, Lali? -le preguntó Pablo, de repente.
-Sí. Quiero que mi hijo tenga una familia al completo. Así me enseñaron que debía ser.
-En ese caso, me estaba preguntando si podríamos invitar a Nico y a Eugenia a salir con nosotros esta mañana.
-¿Saben ellos que estoy pensando en la adopción? -quiso saber Lali. De repente se sintió muy alarmada.
-No. Yo no les he dicho nada. Eso debes hacerlo tú. Sólo pensé que hablar con ellos como posibles padres podría ayudarte a tomar una decisión. Nico, Eugenia y yo nos vamos esta noche a Houston para ver un purasangre que está en venta. Eso podría darles la oportunidad de pensar en la situación.
-Cuando te mencioné que podría dar a mi hijo en adopción, me dijiste que tenías miedo de que yo me arrepintiera después...
-Y así es, pero Nico está muy preocupado por Eugenia. Ella está desesperada por tener un niño y, hasta ahora, parece que nada les funciona. No quiero ver que cometes un error, pero ahora que Delaney vuelve a estar embarazada...
-No lo sabía.
-Ella no le ha dado mucho bombo a la noticia porque sabe lo mal que lo está pasando Eugenia. Además, creo que no les hará mal hablar de otras opciones...
-No creo que sea buena idea decírselo en estos momentos. No quiero que
Eugenia se haga ilusiones antes de que yo haya tomado una decisión.
-Está tomando una medicación para la fertilidad, por lo que no está muy decidida por la adopción. Sólo quiero introducir el tema, por si el tratamiento de fertilidad no tiene éxito. Tanto  si termina adoptando a tu hijo como al de otra mujer, podría ayudarle ver que hay madres que necesitan un buen hogar para sus hijos.
Lali dedujo que Pablo quería mostrarle a su cuñada que no todo estaba perdido si no  era capaz de concebir. Él había sido tan bueno con ella que no le gustaba decirle que no. Miró su bello rostro, el que tanto había admirado durante tanto tiempo, y decidió darle una oportunidad.
-De acuerdo -dijo-. Dame treinta minutos para prepararme.





Me desaparecí, pero les traigo maratón hoy!10+

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