Esperó a que el dolor remitiera, pero no fue así. Supo que tenía que moverse. Si no hacía algo, iba a perder al bebé. Sólo estaba embarazada de treinta y dos semanas y la unidad de prematuros más cercana estaba a dos horas.
Como pudo, se arrastró hasta la cama y agarró el teléfono. Recordó que no había servicio de ambulancias en Dundee. Pablo, Nico y Eugenia estaban en Austin y no sabía los números de ninguno de los vaqueros que había en las cabañas cercanas. De hecho, casi ni siquiera sabía sus nombres. Por supuesto, su familia ocupaba el último lugar en la lista.
Decidió que llamaría a la policía. Ellos le enviarían un coche patrulla. Sin embargo, se sentía demasiado vulnerable como para que Orton se presentara en su casa. En el fondo de su corazón, supo que sólo había una persona a la que podía llamar: Peter.
Peter se sobresaltó al escuchar el teléfono. Se levantó de la cama pensando que podría ser John. Tenía muchas ganas de hablar con él, tanto si era de madrugada como si no. Sin embargo, cuando contestó, no habló nadie.
-¿Quién es? -rugió con voz impaciente.
Como no escuchó respuesta alguna, estuvo a punto de colgar. Entonces, escuchó una voz muy débil y la aprensión de apoderó de él. Era Lali. Algo le había ocurrido.
-¿Peter?
-¿Qué pasa? -preguntó él. El corazón le latía con tanta fuerza que amenazaba con salírsele del pecho.
-Necesito... ayuda.
-¿Dónde estás?
-En mi cabaña.
-¿Y dónde está Pablo? Él está mucho más cerca.
-Se ha marchado de viaje.
-¿Te encuentras bien? ¿Y el bebé?
-¿Vas a venir? -susurró ella.
Peter se estaba poniendo los vaqueros mientras hablaba.
- Voy de camino.
Peter atravesó Dundee a más de cien kilómetros por hora. Como no había nadie más, no había muchas posibilidades de causar un accidente. Además, no le importaba que los tres policías de Dundee fueran a por él en masa. Podían perseguirlo si querían. No pensaba detenerse hasta que no llegara al lado de Lali.
El tiempo era tan malo que le obligó a aminorar la marcha al entrar en las montañas que había al otro lado del pueblo. Sin embargo, no se arredró. Llegó al rancho en un tiempo récord. Se detuvo bruscamente delante de la cabaña de Lali y vio que la puerta estaba abierta de par en par. Al ver aquello, sintió que se le hacía un nudo en la garganta. ¿Qué le habría ocurrido?
Rápidamente saltó de la furgoneta. Al principio no la vio, porque había una silla por el suelo. Cuando la llamó, ella gimió y por fin la encontró tumbada al otro lado de la cama, envuelta en las mantas. Tenía los ojos cerrados y estaba temblando.
-Lali, soy Peter -susurró él mientras le apartaba el cabello de la frente.
-El bebé -musitó ella, tras abrir los ojos-. Ya viene el bebé...
Peter respiró profundamente y se pasó una mano por el cabello. Se lo había temido. Tenía que llevarla al médico.
-Vamos -le dijo.
La envolvió en una manta y, tras tomarla en brazos tan suavemente como pudo, la llevó a la furgoneta. Rápidamente, se puso al volante.
-Todo va a salir bien -le dijo. Entonces, comenzó a dar la vuelta a la furgoneta tratando de no pillar muchos baches.
-¿Vamos a Boise?
-No. Hatcher está a quince minutos de aquí.
-Tenemos que ir... a Boise -insistió ella, con dificultad-. Es demasiado pronto para que nazca. Llegar al hospital es probablemente... la única oportunidad del bebé...
-Ni hablar. Está demasiado lejos. En dos horas podría pasar cualquier cosa. Necesitas un médico ahora mismo.
-Ni siquiera... ni siquiera confías en Hatcher.
-Está mejor preparado para ocuparse de eso que yo.
-He de decirte -confesó Lali. Entonces, apretó la mandíbula. Estaba tan pálida que su rostro casi relucía en la oscuridad-... que he tomado una decisión.
-¿Qué decisión?
-Si sobrevive... me voy a quedar con el bebé.
-No sabía que te lo hubieras cuestionado -replicó él, atónito.
-Ya no... ¿Quieres... quieres llevarme a Boise?
-Lali, con las montañas y la tormenta no podré utilizar la radio si tenemos problemas. Además, aquí no hay cobertura para el móvil. De hecho, ni siquiera tengo móvil.
-Por favor, Peter -susurró ella, con lágrimas en los ojos-. Si tú... tú sentiste algo por mí alguna vez... hazme este favor.
-Me estás pidiendo que ponga en riesgo tu vida a cambio de la de tu hijo. No puedo hacerlo.
-Debería ser... ¡Oh, Dios! Debería ser... yo quien tome... esa decisión.
Ver a Lali sufrir le dolía. Se sentía furioso consigo mismo por no saber qué hacer.
-¡Maldita sea, Lali! ¿De verdad quieres correr un riesgo como ése?
-Ese niño es parte de mí, Peter... Debo protegerlo...
-Para eso tienes que seguir con vida.
-Todo irá bien. No puedo defraudar a mi bebé. Es lo único que tengo.
¿Qué iba a hacer? Aquello era una locura. Sin embargo, no podía ignorar la decisión que había en la voz de Lali ni la desesperación de sus ojos. Recordó las fotografías que había visto en el libro sobre maternidad. El bebé de Lali estaba completamente indefenso, como Stefano. Entonces, lo comprendió todo. Él había sentido lo mismo cuando se puso a pelearse con los Small. Sin embargo, arriesgarse él era una cosa. Arriesgar la vida del bebé otra muy distinta.
-Por favor... -susurró ella.
Tras lanzar una maldición, Peter giró a la izquierda en la carretera. Quince minutos más tarde, pasó delante de la consulta de Hatcher y esperó haber tomado la decisión correcta.
Lali trató de descansar entre contracción y contracción, pero cada vez venían más rápidas y más fuertes. En silencio, se tranquilizó un poco por estar en camino al hospital. Además, aparte de un médico con experiencia, Peter era la única persona entre sus amigos con la que deseaba estar en aquellos momentos. Si había alguien que podría llevarla a Boise a tiempo, ése era él.
El mal tiempo no ayudaba en absoluto. Se agarró a la puerta con fuerza para no moverse demasiado con las curvas. Sesenta segundos entre contracciones. Cincuenta y ocho...
-¿Qué te ocurrió antes de que yo llegara?¿Por qué tenías la puerta abierta de par en par y la silla tirada sobre el suelo?
Lali no pudo contestar inmediatamente. Sintió otra fuerte contracción y apretó los dientes para respirar correctamente. Al mismo tiempo, rezó para no dar a luz en la furgoneta. El dolor remitió por fin y se relajó sobre el asiento.
-Lali... ¿Qué ocurrió antes de que yo llegara?
- Benjamín vino a verme.
-¿Quería que volvieras con él?
-No. Quería que yo le diera dinero.
-¿Y se lo diste?
- No.
-No te pegó, ¿verdad?
-No...
El dolor volvió a apoderarse de ella con otra contracción, sólo que aquella vez fue mucho peor que la anterior porque sintió la necesidad de empujar. El pánico se apoderó de ella, pero trató de contener la necesidad sabiendo que faltaba al menos una hora para llegar a Boise.
No le sirvió de nada. Parecía que su cuerpo ya no aceptaba las órdenes que le daba el cerebro. Otra contracción la desgarró por dentro y luego otra, separadas únicamente por pocos segundos. Empezó a sudar y a temblar violentamente. Sabía que muy pronto se quedaría sin fuerzas.
Alarmada, sintió que el bebé se le deslizaba hacia abajo, como si estuviera preparándose para nacer. Entonces, Lali notó una nueva clase de dolor. ¿Sería el dolor del parto? Entonces, comprendió que no iban a llegar a tiempo.
Ya saben, si quieren mas tiene que haber 10 o mas firmas, ustedes deciden
que lindoo capitulo! masmas!! pasatee y mira mi novela esta recien empezando http://takemeawaylaliter.blogspot.com/
ResponderEliminarMAS MAS MAS!!!
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaaas porfiiii
ResponderEliminarsube masssssssssss
ResponderEliminarOtro por fa!!!
ResponderEliminarme encantoooooooooooo sube masssssss
ResponderEliminarmeeeeeeeee encantoooooooooooooooooooooo/a me llamoo
ResponderEliminarandrea
sube masssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarQuiero mas nove!!
ResponderEliminarsube masssssssssssssssssssss me encantoooooo ojala k lali recista
ResponderEliminarmasssssssssssssss por faaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarquiero mas por fiss que esten bien los dos el bebe y lali por fiss masss
ResponderEliminarmassssssssssssssssssssssssssssssssssssssss noveee! porffaaaa!
ResponderEliminar