Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

martes, 19 de febrero de 2013

Capitulo 36


Esperó a que el dolor remitiera, pero no fue así. Supo que tenía que moverse. Si no hacía  algo, iba a perder al bebé. Sólo estaba embarazada de treinta y dos semanas y la unidad de prematuros más cercana estaba a dos horas.
Como pudo, se arrastró hasta la cama y agarró el teléfono. Recordó que no había servicio de ambulancias en Dundee. Pablo, Nico y Eugenia estaban en Austin y no sabía los números de  ninguno de los vaqueros que había en las cabañas cercanas. De hecho, casi ni siquiera sabía  sus  nombres. Por supuesto, su familia ocupaba el último lugar en la lista.
Decidió que llamaría a la policía. Ellos le enviarían un coche patrulla. Sin embargo, se sentía demasiado vulnerable como para  que  Orton se presentara en su casa. En el fondo de su corazón, supo que sólo había una persona a la que podía llamar: Peter.


Peter se sobresaltó al escuchar el teléfono. Se levantó de la cama pensando que  podría  ser  John.  Tenía  muchas  ganas  de  hablar  con  él,  tanto  si  era  de madrugada como si no. Sin embargo, cuando contestó, no habló nadie.
-¿Quién es? -rugió con voz impaciente.
Como  no  escuchó  respuesta  alguna,  estuvo  a  punto  de  colgar.  Entonces, escuchó una  voz muy débil y la aprensión de apoderó de él. Era Lali. Algo le había ocurrido.
-¿Peter?
-¿Qué pasa? -preguntó él. El corazón le latía con tanta fuerza que amenazaba con salírsele del pecho.
-Necesito... ayuda.
-¿Dónde estás?
-En mi cabaña.
-¿Y dónde está Pablo? Él está mucho más cerca.
-Se ha marchado de viaje.
-¿Te encuentras bien? ¿Y el bebé?
-¿Vas a venir? -susurró ella.
Peter se estaba poniendo los vaqueros mientras hablaba.
- Voy de camino.
Peter atravesó Dundee a más de cien kilómetros por hora. Como no había nadie más, no había muchas posibilidades de causar un accidente. Además, no le importaba  que  los  tres  policías  de  Dundee  fueran  a  por  él  en  masa.  Podían perseguirlo si querían. No pensaba detenerse hasta que no llegara al lado de Lali.
El tiempo era tan malo que le obligó a aminorar la marcha al entrar en las montañas que había al otro lado del pueblo. Sin embargo, no se arredró. Llegó al rancho en un tiempo récord. Se detuvo bruscamente delante de la cabaña de Lali y vio que la puerta estaba abierta de par en par. Al ver aquello, sintió que se le hacía un nudo en la garganta. ¿Qué le habría ocurrido?
Rápidamente saltó de la furgoneta. Al principio no la vio, porque había una silla por el suelo. Cuando la llamó, ella gimió y por fin la encontró tumbada al otro lado  de  la  cama,   envuelta   en  las  mantas.  Tenía  los  ojos  cerrados  y  estaba temblando.
-Lali, soy Peter -susurró él mientras le apartaba el cabello de la frente.
-El bebé -musitó ella, tras abrir los ojos-. Ya viene el bebé...
Peter respiró profundamente y se pasó una mano por el cabello. Se lo había temido. Tenía que llevarla al médico.
-Vamos -le dijo.
La envolvió en una manta y, tras tomarla en brazos tan suavemente como pudo, la llevó a la furgoneta. Rápidamente, se puso al volante.
-Todo va a salir bien -le dijo. Entonces, comenzó a dar la vuelta a la furgoneta tratando de no pillar muchos baches.
-¿Vamos a Boise?
-No. Hatcher está a quince minutos de aquí.
-Tenemos que ir... a Boise -insistió ella, con dificultad-. Es demasiado pronto para que  nazca. Llegar al hospital es probablemente... la única oportunidad del bebé...
-Ni hablar. Está demasiado lejos. En dos horas podría pasar cualquier cosa. Necesitas un médico ahora mismo.
-Ni siquiera... ni siquiera confías en Hatcher.
-Está mejor preparado para ocuparse de eso que yo.
-He de  decirte  -confesó  Lali.  Entonces,  apretó  la  mandíbula.  Estaba  tan pálida que su rostro casi relucía en la oscuridad-... que he tomado una decisión.
-¿Qué decisión?
-Si sobrevive... me voy a quedar con el bebé.
-No sabía que te lo hubieras cuestionado -replicó él, atónito.
-Ya no... ¿Quieres... quieres llevarme a Boise?
-Lali, con las montañas y la tormenta no podré utilizar la radio si tenemos problemas.  Además, aquí no hay cobertura para el móvil. De hecho, ni siquiera tengo móvil.
-Por favor, Peter -susurró ella, con lágrimas en los ojos-. Si tú... tú sentiste algo por mí alguna vez... hazme este favor.
-Me estás pidiendo que ponga en riesgo tu vida a cambio de la de tu hijo. No puedo hacerlo.
-Debería ser... ¡Oh, Dios! Debería ser... yo quien tome... esa decisión.
Ver a Lali sufrir le dolía. Se sentía furioso consigo mismo por no saber qué hacer.
-¡Maldita sea, Lali! ¿De verdad quieres correr un riesgo como ése?
-Ese niño es parte de mí, Peter... Debo protegerlo...
-Para eso tienes que seguir con vida.
-Todo irá bien. No puedo defraudar a mi bebé. Es lo único que tengo.
¿Qué iba a hacer? Aquello era una locura. Sin embargo, no podía ignorar la decisión que había en la voz de Lali ni la desesperación de sus ojos. Recordó las fotografías que había visto  en el libro sobre maternidad. El bebé de Lali estaba completamente indefenso, como Stefano.  Entonces, lo comprendió todo. Él había sentido  lo  mismo  cuando  se  puso  a  pelearse  con  los   Small.  Sin  embargo, arriesgarse él era una cosa. Arriesgar la vida del bebé otra muy distinta.
-Por favor... -susurró ella.
Tras lanzar una maldición, Peter giró a la izquierda en la carretera. Quince minutos más tarde, pasó delante de la consulta de Hatcher y esperó haber tomado la decisión correcta.


Lali trató  de  descansar  entre  contracción  y  contracción,  pero  cada  vez venían más rápidas y más fuertes. En silencio, se tranquilizó un poco por estar en camino al hospital. Además,  aparte de un médico con experiencia, Peter era la única persona entre sus amigos con la que deseaba estar en aquellos momentos. Si había alguien que podría llevarla a Boise a tiempo, ése era él.
El mal tiempo no ayudaba en absoluto. Se agarró a la puerta con fuerza para no  moverse  demasiado  con  las  curvas.  Sesenta  segundos  entre  contracciones. Cincuenta y ocho...
-¿Qué te ocurrió antes de que yo llegara?¿Por qué tenías la puerta abierta de par en par y la silla tirada sobre el suelo?
Lali no  pudo  contestar  inmediatamente.  Sintió  otra  fuerte  contracción  y apretó los dientes para respirar correctamente. Al mismo tiempo, rezó para no dar a luz en la furgoneta. El dolor remitió por fin y se relajó sobre el asiento.
-Lali... ¿Qué ocurrió antes de que yo llegara?
- Benjamín vino a verme.
-¿Quería que volvieras con él?
-No. Quería que yo le diera dinero.
-¿Y se lo diste?
- No.
-No te pegó, ¿verdad?
-No...
El dolor volvió a apoderarse de ella con otra contracción, sólo que aquella vez fue mucho peor que la anterior porque sintió la necesidad de empujar. El pánico se apoderó de ella, pero trató de contener la necesidad sabiendo que faltaba al menos una hora para llegar a Boise.
No le sirvió de nada. Parecía que su cuerpo ya no aceptaba las órdenes que le daba el  cerebro. Otra contracción la desgarró por dentro y luego otra, separadas únicamente por pocos segundos. Empezó a sudar y a temblar violentamente. Sabía que muy pronto se quedaría sin fuerzas.
Alarmada, sintió que el bebé se le deslizaba hacia abajo, como si estuviera preparándose para nacer. Entonces, Lali notó una nueva clase de dolor. ¿Sería el dolor del parto? Entonces, comprendió que no iban a llegar a tiempo.


Ya saben, si quieren mas tiene que haber 10 o mas firmas, ustedes deciden

13 comentarios:

  1. que lindoo capitulo! masmas!! pasatee y mira mi novela esta recien empezando http://takemeawaylaliter.blogspot.com/

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  2. maaaaaaaaaaaaaaaaas porfiiii

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  3. me encantoooooooooooo sube masssssss

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  4. meeeeeeeee encantoooooooooooooooooooooo/a me llamoo
    andrea

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  5. sube masssssssssssssssssssssss

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  6. sube masssssssssssssssssssss me encantoooooo ojala k lali recista

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  7. masssssssssssssss por faaaaaaaaaaaa

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  8. quiero mas por fiss que esten bien los dos el bebe y lali por fiss masss

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  9. massssssssssssssssssssssssssssssssssssssss noveee! porffaaaa!

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