domingo, 17 de febrero de 2013
Capitulo 35
Lali miró el último sitio web que había creado, «Taller de reparaciones de coches de Peter L.». Tenía muy buen aspecto, pero ella no estaba convencida de que a Peter le gustara. De hecho, ni siquiera pensaba mostrárselo. Tampoco estaba muy segura de por qué lo había creado. Peter no tenía necesitad de aparecer en la red. Sus principales clientes eran los habitantes del pueblo y todo el mundo sabía dónde estaba el taller. Aquel proyecto era tan sólo algo en lo que había estado trabajando durante las largas y solitarias noches en las que no podía dormir. Además, si Peter cambiaba alguna vez el nombre del taller, podría ser que no utilizara la inicial de su segundo nombre. Sin embargo, a ella le gustaba cómo sonaba «Peter L.».
Se colocó la mano en la espalda, que le dolía bastante. Se puso de pie y se estiró. Tenía que llamar al médico a la mañana siguiente. Los dolores que estaba experimentando parecían cada vez más agudos. Como había estado muy bien en los dos últimos meses, dudaba que se tratara de algo serio, pero había momentos en los que se preocupaba.
Sabía que dormir la ayudaría un poco. Si por lo menos pudiera relajarse... Si pudiera dejar de pensar en el gesto que Peter tenía cuando lo vio al salir del restaurante... Habría jurado que la odiaba, lo que significaba que Eugenia estaba equivocada. Peter no amaba a ninguna mujer. Protegía su corazón demasiado fieramente... Sin embargo, había bajado la guardia una vez...
Se tumbó en la cama para aliviar la tensión que tenía en la espalda. Entonces, recordó la primera noche que hicieron el amor. Estaban en la casa de alquiler de dos habitaciones que ella compartía con su amiga Candela, haciendo galletas de chocolate para llenar latas de Navidad. Candela estaba trabajando y, justo antes de la puesta de sol, una tormenta de nieve había oscurecido el cielo. Peter había encendido el fuego mientras ella preparaba el chocolate... que nunca se utilizó para hacer las galletas. Peter empezó a juguetear, levantándole la camisa para echarle chocolate caliente en el vientre. Lo que había empezado como un juego se convirtió muy pronto en algo más cuando él le desabrochó el sujetador, le puso chocolate en un pezón y se lo lamió con la lengua.
Sólo con recordar aquel momento, Lali sintió que los pechos le vibraban. Nunca había pasado una tarde más erótica. Peter la había excitado tanto que prácticamente le había suplicado que la llevara hasta el fin. Así había sido, pero él se había mostrado tan cuidadoso, a pesar de la urgencia que los dos sentían, que Lali supo en aquel mismo instante que se estaba enamorando de él, de la oveja negra del pueblo...
Entonces, el pánico se apoderó de ella.
Mientras el viento arreciaba en el exterior, Lali pensó en la noche en la que
Peter apareció en su casa justo antes de que ella se marchara con Benjamín. Bajo la luz del porche tenía un aspecto muy atractivo, casi peligroso con su barba de varios días y sus enigmáticos ojos. Entonces, él le había pedido que se casara con ella, pero Lali lo había rechazado. A pesar de todo, no había podido dejar de temblar durante horas. Si se ponía en su lugar, se daba cuenta de lo difícil que había tenido que ser para él. Le había hecho mucho daño y la odiaba por eso. Lo entendía perfectamente...
«Cierra los ojos. Duérmete. Olvídate de él...».
El viento se iba haciendo cada vez más fuerte, produciendo ruidos que sonaban como si hubiera alguien en el exterior de la cabaña. Lali sabía que no era nada, pero no podía evitar sentirse algo vulnerable cuando recordaba lo que le había ocurrido a la pobre señora Willoughby. Miró el teléfono y deseó que Pablo estuviera en casa aquella noche. El rancho estaba muy cerca y se habría sentido mejor sabiendo que él estaba más cerca... especialmente cuando escuchó unos pasos muy claros en el porche.
Se tensó y sintió un dolor agudo en el abdomen. Agarró el teléfono, pero, antes de que pudiera llamar a nadie, alguien llamó con fuerza a la puerta.
-Lali, soy yo, Benjamín...
¡Benjamín! Llevaba varias semanas en el pueblo y no había hecho nada por ponerse en contacto con ella. Sin embargo, Lali había sospechado que, tarde o temprano, él se presentaría.
-¿Qué estás haciendo aquí, Benjamín? -le preguntó ella mientras se dirigía hacia la puerta.
- ¡Tengo que hablar contigo, Lali!
-¿Sobre qué?
-Venga, llevas a mi hijo en las entrañas. Estoy seguro de que eso significa algo para ti. Me estoy congelando aquí fuera.
Con un suspiro, Lali abrió la puerta. No quería que Amadeo despertara a los vaqueros que dormían en las cabañas cercanas, aunque dudaba que nadie pudiera escuchar nada con la fuerza del viento.
-La tormenta está a punto de empezar, Benjamín. Es muy tarde. ¿Por qué estás aquí?
-Quiero el dinero que me debes -le dijo él, de repente. Entonces se metió en la cabaña.
-¿Qué dinero?
-¿Acaso pensaste que podrías vender nuestras cosas y marcharte sin darme nada?
-Todas esas cosas eran mías. Las compré yo.
-Yo trabajaba... de vez en cuando.
Amadeo ni siquiera le miró el vientre. No la había visto desde hacía más de dos meses, pero no le importaba. Lo único que quería era dinero.
-¿Cuándo trabajaste? Te pasabas el tiempo de una fiesta en otra. ¡Te gastabas casi todo lo que yo ganaba en drogas y en alcohol!
-Vamos, Lali, necesito una dosis. Ya sabes cómo es esto... Sólo dame cincuenta dólares y estamos en paz.
-¡No tengo cincuenta dólares! Además, aunque los tuviera, no te los daría.
¿Cómo crees que voy a mantener a este niño?
-A mí me parece que te va muy bien. Por lo que me han contado, tienes al bueno de Pablo cuidándote. Ese hijo de perra es más rico que el rey Midas.
-¿Quién te ha dicho que Pablo está cuidándome?
-Una mujer llamada Mary se puso a hablar conmigo anoche en el Honky Tonk. No está muy contenta contigo, por cierto. No le gusta ver que le has echado el ojo a su hombre.
-Yo no he... Mira, Benjamín, ¿sabes una cosa?
Ya tengo suficientes problemas sin Mary y sin ti. Quiero que te marches.
-En ese caso, dame cincuenta dólares. O al menos cuarenta. Algo con lo que pueda pasar...
-No tengo dinero, Amadeo -susurró ella. Su dolor de espalda empeoraba por momentos-. No tengo dinero que darte. Ahora, márchate de aquí.
-¡Eso es mentira! -le espetó él-. Mírate. Mira ese ordenador. Los ordenadores no son baratos.
El pánico se apoderó de Lali al ver que Amadeo se había fijado en el ordenador. Su futuro entero dependía de aquella máquina. Rápidamente se colocó entre Benjamín y el escritorio y señaló a la puerta.
-Vete antes de que llame a la policía.
-Está bien, pero eso se viene conmigo.
-¡No! -gritó ella. Un agudo dolor atravesó el vientre de Lali cuando trató de moverse, pero no iba a dejar que Amadeo se llevara el ordenador.
-¡Apártate! -aulló él. Entonces, arrancó el enchufe de la pared.
- ¡No voy a consentir que me hagas esto!
Lali lo agarró por la camisa, pero Amadeo se zafó muy fácilmente.
-Este ordenador debe de valer cincuenta dólares.
Cuando se dirigió hacia la puerta con su CPU, Lali salió corriendo detrás de él. Sin embargo, él le pegó una patada a la silla y la tiró al suelo. Lali se tropezó con ella y cayó.
Se giró para proteger al bebé, pero se golpeó con mucha fuerza contra el suelo. Sintió que rompía aguas. Los pantalones se le llenaron de un líquido que empapó inmediatamente el suelo mientras ella sentía otro fuerte dolor en el vientre. Aquella vez fue tan agudo que no se dio cuenta de que Amadeo ya se había marchado.
Siento que debo dejarlas ahi. Mañana seguimos!
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nooo como nos vas a dejar asi!! q malaaa
ResponderEliminarhayy q hdp me muerooo pobre lali
quiero llorar!
maass ♥
mas mas masssssssssssss
ResponderEliminarNoooo qie basura, me cae muy mal.. Maas porfiii
ResponderEliminarEs un desgraciado ese Benjamin por que no deja tranquila a Lali y le sigue haciendo daño...
ResponderEliminarPobre lali ojala no le pase nada al bebe.
MAS MAS MAS!!!
que hdp benjamin!!!!
ResponderEliminarhay que lali llame a peter!!! igual en esa situacion es mas aconsejable q llame a pablo o a euge xq viven mas cercaaaaaaaaaaaaa
ahi subiiii otroooooooo
mas noveeeeeeeeee
ResponderEliminarno me lo podes dejar asiiiiiiiiiiii
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeee
ResponderEliminarmasssssssssssssss
ResponderEliminarAaaay por favor que llame a Peteeerr!!
ResponderEliminarMe encanta, maaaaas!