Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Capitulo 39

Peter estuvo durmiendo la mayor parte del día. Cuando se despertó, casi a la hora de la cena, se marchó con Stefano al taller para ayudar a Chase a cerrar. En su ausencia no había  ocurrido nada fuera de lo corriente, a excepción de que él alcalde había ido a llevar su coche para que Peter pudiera echarle un vistazo al motor. Como el  padre de Eugenia llevaba  siempre sus coches  a Boise,  Peter comprendió que aquello era como contar con el sello de aprobación de la ciudad.
Cuando estaba felicitando a Chase por su buen trabajo y todos estaban a punto de marcharse, un carraspeo femenino interrumpió la conversación. Peter se dio la vuelta y se  encontró con Merry, vestida con un traje rojo y zapatos de tacón de aguja. Su deportivo estaba aparcado frente al taller.
-Siento interrumpiros -dijo, dulcemente- Esperaba que tuvieras un minuto para hablar conmigo, Peter.
-¿Le ocurre algo a tu BMW? -preguntó Peter, a pesar de que Merry siempre llevaba el coche a un taller de Boise.
-No, no le ocurre nada -respondió-, aunque tal vez le vendría muy bien que le cambiaras el aceite...
-En esta época del año estamos bastante ocupados. Tal vez quieras llevarle el coche a quien se ha ocupado de revisarlo desde que lo compraste.

-Bueno...  -repuso  Merry,  completamente  atónita  por  aquella  respuesta-,
¿podemos hablar al menos? ¿En privado? -añadió, mirando a Chase.
-Yo ya me marchaba -dijo el muchacho-. Hasta mañana, Peter.
Peter se despidió de su empleado y se volvió de nuevo a mirar a Merry.
-¿Qué puedo hacer por ti?
-No sé lo que te parece a ti, pero creo que hace ya tiempo que deberíamos haber resuelto los asuntos que hay entre nosotros.
-¿Qué asuntos?
-Bueno, en primer lugar el resentimiento. Es decir, tenemos casi la misma edad, vivimos en el mismo pueblo, conocemos a las mismas personas y vamos a los mismos lugares. Sin embargo, yo nunca me he sentido cómoda contigo. Estoy segura de que, después de trece años,  podemos dejar atrás nuestras diferencias. Bueno... me estaba preguntando si te apetecería reunirte conmigo más tarde en el Honky Tonk para tomar una copa.
-Anoche estuve levantado hasta muy tarde. No creo que baje al pueblo esta noche, pero si voy, te buscaré -replicó. No era que sintiera antipatía por Merry, pero nunca le había gustado la necesidad que ella tenía de aparentar más de lo que era.
-Muy bien... Claro -susurró. La sonrisa se le heló en los labios, pero no por eso se rindió-. Te estaré esperando -añadió, con un renovado brillo en los ojos-. Ahora que Pablo y Lali están saliendo juntos, creo que los dos deberíamos unirnos más, ¿no te parece?
-¿Pablo y Lali?
-Sí. Se les ha visto juntos por todas partes. Ahora que ella vive en el rancho, quién sabe lo que estará pasando entre ellos.
De repente, Peter comprendió la razón de la visita de Merry. Se temía que estaba  perdiendo a Pablo por otra mujer, tal y como había perdido a Nico por Eugenia. Quería que Peter se sintiera celoso para que se interpusiera entre ellos e incluso tratara de recuperar a Lali.  Sin embargo, Peter ya había jugado todas sus cartas. A partir de entonces, se iba a quitar del camino y a no implicarse más.
-No me gusta que me manipulen -dijo-. Así que no te molestes en intentarlo.
-¿Cómo dices?
-Deja de disimular. Yo soy la última persona en el mundo que haría algo para evitar que Pablo y Lali terminaran juntos. Ella lleva enamorada de él desde que era una niña. Todo el mundo lo sabe.
-¿Y a ti no te importa?
Peter no se podía negar, al menos a sí mismo, que era más bien lo contrario. La noche anterior habría sido capaz de andar encima del fuego para llegar a Lali. Seguía enamorado de ella y nada podría cambiar aquel hecho, pero también sabía que la apreciaba demasiado como para  impedir que tuviera el hombre al que siempre había deseado, un hombre que sería bueno con ella y con su hijo.
Se había dado cuenta de la verdad después de la noche que había pasado con Ashleigh. Por eso, sabía que no debía regresar al hospital y que necesitaba hacer saber a Pablo lo ocurrido para que Lali no estuviera mucho tiempo sola allí.
-No -replicó.
Pablo estaba sentado en un pub de Austin, viendo un partido de baloncesto y cenando con Nico y Eugenia. El purasangre que habían ido a ver era un maravilloso animal y habían decidido  comprarlo. Llevaban veinte minutos echando cuentas, tratando de dar con la oferta que podrían  hacerle al vendedor. Sin embargo, por una vez, la cabeza de Pablo no estaba en los negocios.  Había llamado a Lali en varias ocasiones y no había podido hablar con ella. Estaba empezando a extrañarle que la joven no estuviera en la cabaña a aquellas horas, sobre todo porque, como trabajaba allí, no solía dejar su casa.
-Bueno, ¿vas a darme una respuesta? -le preguntó Nico.
-¿Cuál era la pregunta? -replicó Pablo. Dejó de fingir que miraba la televisión y se centró en su hermano.
-¿Qué te pasa, hombre? No has dicho más de dos palabras seguidas en toda la noche.
-Eso te lo estás inventando. Hemos estado tratando de encontrar una cifra adecuada para la oferta -protestó él.
-Euge y yo hemos estado tratando de encontrar esa cifra. Tu contribución ha sido un  gruñido de vez en cuando y, durante un rato, te hemos perdido por completo. ¿Qué te pasa?
-Nada, es que... me preguntaba dónde estaría Lali. No he podido hablar con ella en todo el día.
-¿Y por qué la has llamado? -replicó Eugenia, a la que no gustaba que Pablo se preocupara tanto de Lali por la amistad que la unía a Peter.
-Sólo quiero saber que está bien -contestó, tratando de que su voz sonara neutral.
-Pero si sólo llevamos lejos del rancho un día y medio...
-¿Y qué?
-¿Sois pareja? -le espetó ella entornando los ojos.
-Yo no diría eso.
-Pero Lali te interesa, ¿verdad? -Tal vez.
-Pensaba que considerabas Lali como si fuera tu hermana pequeña. Tú mismo lo has dicho una y otra vez.
-Eso era antes.
-¿Antes de qué? -preguntó Eugenia, alarmada.
-Antes de que regresara.
-¿Y  qué  ha  cambiado?  -quiso  saber  Nico.
-No  lo  sé...  Supongo  que  ha madurado.
-Está embarazada -señaló Eugenia.
-Pues no me había dado cuenta – repuso Pablo.
-¿Y eso no te importa? -inquirió Nico-.
-Por si no te has dado cuenta, una mujer embarazada no es alguien con quien se  pueda  salir  de  forma  casual.  Las  mujeres  embarazadas  quieren  un  nido. Entonces, buscan casarse y sentar la cabeza.
-Normalmente, cualquiera de esas palabras habría sido suficiente para que echaras a correr,
Pablo -dijo Eugenia-. Además, tú siempre le has gustado a Lali, así que sabes que ella va a querer un anillo.
-Creo que yo ya no le gusto -comentó Pablo-. Como os he dicho, parece muy diferente. Además, a mí no me da miedo el compromiso. ¿Cuántas veces tengo que decíroslo? Lo que ocurre es que no he encontrado todavía a la mujer adecuada.
-¿Y crees que Lali podría serlo? -preguntó Eugenia.
-No lo sé -respondió Pablo-. En estos momentos necesita a alguien. Eso es todo. Estoy  tratando de ser su amigo. Si entonces nuestra relación va a más... realizaremos los ajustes necesarios.
Nico le dedicó a Eugenia una mirada significativa.



Juro que venia con ganas de hacer maraton, pero me siento realmente mal, mañana nos leemos

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