Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

martes, 21 de mayo de 2013

Capitulo 15


Lali cerró los ojos al sentir el contacto de sus labios. Esperaba que fuera un beso apasionado y sólo fue una caricia, un roce que, no obstante, la estremeció. Quiso quedarse quieta, permitir que fuera él quien tomara la iniciativa, pero no pudo y se arqueó contra él.

Incluso después, cuando Peter se dejó llevar y la besó con apasionamiento, se comportó de forma dulce y cuidadosa. Como si estuviera probando. Como si metiera un pie en el agua para comprobar la temperatura.
La metáfora le pareció tan graciosa, que sonrió. El sintió el movimiento de sus labios y le devolvió la sonrisa. Y unos segundos después, Peter debió de decidir que el agua estaba suficientemente caliente, porque dejó de jugar e introdujo la lengua en su boca. En ese preciso momento, Lali comprendió que todo lo que sabía sobre los besos estaba equivocada.
Peter
El se apartó un momento y le mordió el labio inferior. Besar era lo más maravilloso del mundo. Nunca había imaginado que pudiera ser tan placentero.
Cuando Peter gimió, ella rió suavemente. No podía creerlo. Había conseguido que gimiera un hombre de mundo, con experiencia.
—¿De qué te ríes?
—De nada.
—¿Estás bien?
Ella suspiró.
—Perfectamente.
Lali lo besó y él la abrazó de nuevo, pero su alegría duró muy poco. En ese momento, se abrió la puerta y alguien encendió la luz.
—¿Qué diablos... ?
Peter se levantó de un salto.
—Siento interrumpir la fiesta, pero...
Jazz notó que se habían quitado las esposas y se acercó a la cama.
—¿Se puede saber qué es esto?
—Nada. Eran incómodas —respondió Peter.
—Yo te daré incomodidad.
El hombre bajo sacó la pistola y lo encañonó.
—Ven conmigo.
—Lali, no te preocupes. Volveré enseguida —dijo Peter, sin moverse.
—Yo no estaría tan seguro —dijo Jazz. —Vuelve a ponerle las esposas.
—Oh, vamos... no va a ir a ninguna parte.
—Espósala o lo haré yo.
Peter obedeció y Lali se encontró atada a la cama otra vez. Pero esa era la menor de sus preocupaciones. Se llevaban a Peter y no sabía cuándo volvería, ni si volvería.
—¿Qué sucede? —preguntó ella.
—Cierra la boca.
Jazz obligó a Peter a quitar sus esposas de la cama y se las puso.
—Vuelvo enseguida —insistió Peter. —Descansa un poco.
Si Lali hubiera tenido algún control sobre su respiración o sobre los latidos de su corazón, se habría reído. Pero estaba tan desesperada, que tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para no suplicar a Jazz.
Cuando se marcharon y cerraron la puerta, se hundió en la más profunda de las depresiones.


Ed todavía estaba en el sofá de cuero, pero ya habían retirado los platos. Sobre la mesa pudo ver varias cartas de navegación, dos teléfonos móviles, un ordenador portátil y una botella de champán en una cubeta con hielo.
Ed los miró.
—¿A qué venían esos gritos?
—Se habían quitado las esposas.
—¿En serio?
—Es un truco que aprendí en el colegio.
—Lo recordaré. ¿Has conseguido el número de su cuenta bancaria?
—Todavía no.
—¿Por qué no?
—Es demasiado pronto. Necesito tiempo.
—No tienes tiempo.
—Mira, el número sólo es la primera parte. No conseguirás el dinero sin Lali. Ella tiene que firmar los papeles o el banco no accederá a la transferencia.
Ed se limitó a mirarlo con expresión inescrutable.
—Jazz, quítale las esposas.
A Jazz no le gustó la idea, pero obedeció y se las quitó de todas formas. Peter se frotó las muñecas.
—Vuelve al camarote y asegúrate de que esa señorita hace lo que necesitamos que haga. Si no lo consigues, mataremos a Charlie. Y luego, a ella. Y por último, a ti.


—¿Lali? ¿Puedes oírme? Lali parpadeó e intentó abrir los ojos.
—He vuelto. Te dije que volvería y aquí estoy. Lali...
Ella se sentía como si estuviera nadando en el fondo del mar. Había luz arriba, en alguna parte, pero estaba muy lejos y no llegaba.
—Vamos, cariño, puedes hacerlo. No pasa nada. Nadie te va a hacer daño. Estaré contigo y cuidaré de ti —le aseguró.
Lali tiró del brazo esposado. Tal vez por intentar liberarse, o quizás para que el dolor la ayudara a escapar de la pesadilla.
—Vaya, estás sangrando otra vez... Tendré que llevarte al cuarto de baño para cambiarte la venda —dijo él.
—¿Peter?
—Estoy aquí, Lali.
—Cuando te has marchado con Jazz, he pensado que...
—Lo sé, lo sé. Pero te prometí que volvería y nunca rompo mis promesas.
Por fin, Lali abrió los ojos y lo miró. La luz estaba encendida y Peter no llevaba las esposas ni parecía haber sufrido ningún daño.
—¿Y a ellos? ¿Qué les has prometido?
—¿Qué quieres decir?
—Lo que he preguntado. Sé que les has prometido algo. De lo contrario te habrían matado —afirmó.
—Es cierto, tienes razón. Tenía que ganar tiempo.
Poco a poco, ella se fue tranquilizando. El mundo se volvió más sólido a su alrededor y empezó a ver con más claridad.
—Les he dicho que tienes una cuenta bancada en las islas Caimán, con cincuenta millones de dólares. Y que puedo convencerte para que me des el número y transfieras el dinero a Martini.
Lali lo consideró durante unos segundos. Era una treta muy inteligente. Si pensaban que tenía tanto dinero, su vida sería más valiosa para ellos.
—Pues es cierto. Tengo una cuenta en un banco de las islas Caimán. Pero ese hombre no podría hacer ninguna transferencia sin mí. A no ser que firme los papeles en persona.
—¿Quieres decir que he acertado por casualidad?
Ella asintió.
—Me sorprende que te sorprenda. Pensaba que un espía como tú habría investigado mi situación económica...
—Te equivocas. Hasta hace unas horas ni siquiera había pensado en tu dinero.
—¿Y qué va a pasar ahora? ¿Ese es el precio de mi rescate? ¿Firmar los papeles de la transferencia? —preguntó.
—No. Eso me lo inventé para ganar tiempo. Han pedido un rescate a tu padre y estoy casi seguro de que lo recibirán esta noche —contestó. —Todavía no he encontrado la forma de que escapemos del barco, pero si Ed cree que tienes que firmar, nos llevará a las Caimán y tendremos una ocasión perfecta para huir.
—No sé tú, pero yo no soy buena nadadora...
—No tendremos que saltar al mar. Necesitará suministros y gasolina. Tendrá que comprarlos en alguna parte.
—Pero recuerda lo que dijo Jazz. El mar está lleno de peces hambrientos.


Listo, mañana le seguimos.

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