Lali se estremeció en sus brazos y Peter sólo pensó en ir al camarote principal y matar a todos los del barco. Si lo conseguía, pondría fin a sus problemas. Pero no sabía qué tipo de armas tendrían. Y aunque se librara de Jazz, Ed Martini era muy capaz de matar a cualquiera que se interpusiera en su camino, incluido Charlie.
En su trabajo, no se actuaba nunca sin analizar bien las situaciones. Cada vez que asaltaban una posición o intervenían en un secuestro de avión con rehenes, se calculaba hasta el último detalle. Siempre existía un riesgo, pero se trataba de minimizarlo.
—Tranquila, Lali, estoy contigo. No te dejaré. No permitiré que te hagan daño —murmuró.
—Lo siento —dijo ella contra su pecho.
—No hay nada que sentir.
—No dejo de repetirme que no pasa nada, que lo tengo todo bajo control...
—Lo estás haciendo muy bien.
—¿Sabes una cosa? Tenías razón. Lo del secuestro falso fue una idea estúpida —afirmó.
—Sí, y ésta tampoco es muy buena.
Ella suspiró.
—Estoy muy preocupada por mi padre.
—Estará ocupado intentando encontrarnos. Y es un hombre fuerte, acostumbrado a situaciones difíciles —le recordó.
—Eso es lo que más me preocupa. Cuando raptaron a mi prima, mi tío Joseph hizo todo lo que le pidieron. No llamó a la policía. Reunió el rescate y lo llevó al lugar acordado. Siguió sus instrucciones al pie de la letra, pero no le devolvieron a Lisa. La mataron y encontraron su cuerpo tres días más tarde.
—Oh, vaya...
—Sólo tenía quince años. Y antes de matarla le hicieron daño, la violaron... ¿Sabes cómo murió? Estrangulada. Nada volvió a ser como antes.
—Pero tú...
—Sí, lo sé, yo me escapé. No recuerdo cómo, pero lo hice. Lamentablemente, ella no tuvo tanta suerte —dijo.
Peter no supo qué decir. No le extrañaba que Lali hubiera desarrollado un miedo tan intenso a ser secuestrada. Tenía buenos motivos para ello. Y por culpa de él, existía la posibilidad de que terminara como su prima.
Tenía que contarle lo de Charlie. No podía esperar a que se enterara por los demás. Pero había un problema que no tenía nada que ver con su responsabilidad como hermano ni con su sentimiento de culpabilidad al respecto. Lo único que la mantenía serena era la confianza en él. Si le decía que Charlie era el culpable de su secuestro, que la había entregado a esos canallas, sería un golpe muy duro.
Sin embargo, se enteraría más tarde o más temprano. Ni Jazz ni Ed ni el propio Charlie tenían ninguna razón para guardar el secreto.
No tenía elección. Debía sacarlos de aquel barco. Pero necesitaba que Tate durmiera. Ya era tarde y no podía esperar a que sus captores despertaran por la mañana con fuerzas renovadas. Debía actuar en las dos horas siguientes.
—¿Qué ocurre? —preguntó ella al notar su preocupación.
—Nada.
—Estás tenso. ¿Hay algo que quieras contarme? Peter deseaba confesar lo de su hermano, pero se contuvo.
—Tienes que descansar.
—Eso ya lo sé. Y tú.
—Es cierto. Deberíamos dormir un poco.
Ella sonrió.
—Normalmente padezco de insomnio. ¿Crees que podré dormir aquí? —preguntó con ironía.
Él le apartó el pelo de la cara.
—Bueno, hay formas de olvidar dónde estamos...
Lali lo miró con intensidad y él pensó que no debía ir más lejos. Cuando se enterara de lo de Charlie, lo viviría como una traición. Pero el sexo podía ser un medio perfecto para conciliar el sueño.
Además, no le costaría nada. La simple idea de tocarla había bastado para que se excitara. Quería que alcanzara el orgasmo, y que fuera tan fuerte, que se quedara dormida.
—¿Peter?
La atracción que sentía por ella no era falsa. Si hubiera sido cualquier otra persona, no habría sentido tantos escrúpulos. Lali le gustaba, y ése era el problema. No podía creer que hubiera permitido que las cosas se complicaran tanto. Aquél era el trabajo más fácil que de su vida y sin embargo lo había estropeado.
Peter la atrajo hacia sí y la besó. Deseaba que fuera feliz, que se sintiera bien. Quería demostrarle que la respetaba, que la consideraba una mujer extraordinaria y extraordinariamente bella.
Había tenido relaciones con muchas mujeres. Pero Lali era diferente.
La besó apasionadamente. Ella se sintió viva por dentro y lo besó a su vez, aferrándose con fuerza a su cuello.
Fue como dejarse arrastrar por la corriente, por fuerzas primarias a las que simplemente no podía resistirse. Y Lali no quería resistirse.
Empezaron a desnudarse el uno al otro entre caricias y besos. No fue muy elegante, pero sí eficaz. Antes de que ella se diera cuenta, su sostén había desaparecido y sus senos estaban apretados contra el pecho de Peter. Fue una sensación maravillosa, que se hizo mucho más intensa cuando él cerró una mano sobre uno y jugueteó con su pezón.
Excitada, lo tocó entre las piernas y se sorprendió al sentir su dureza. Era impresionante. No tan grande como para suponer un problema, pero sí lo suficiente para que Lali llenara su diario con signos de admiración.
Le bajó la cremallera de los pantalones e introdujo una mano. En cuanto la cerró a su alrededor, su sexo se levantó como un resorte duro y caliente que no pudiera contener la ansiedad.
—Dios mío, Lali... —murmuró él.
Adoraba su contacto, pero Lali quería más y forcejó con sus pantalones. Lali lo comprendió y se los quitó rápidamente. Después, se inclinó sobre ella y dijo:
—Desnúdate. Vuelvo enseguida.
La cama se quedó muy fría cuando Peter se marchó al cuarto de baño, pero Lali se quitó rápidamente los pantalones y las braguitas. Lo hizo más deprisa de lo normal porque quería librarse de los calcetines que llevaba. Eran muy feos, más propios de una abuela que de una mujer joven, y deseaba gustarle. Aunque estaba tan oscuro, que no se daría cuenta.
Con Graydon se habría preocupado por estar gorda o por hacer ciertos ruidos mientras se acostaban, aunque fueran perfectamente naturales. Sabía que no le satisfacía.
Por lo menos, ella siempre había alcanzado el orgasmo. Graydon era un hombre muy egoísta, pero en ese sentido no se podía quejar. Sólo lamentaba que no hubieran roto antes. El encontró otra rica heredera con la que satisfacer a su familia y se separaron con tranquilidad, estrechándose la mano y sin arrepentimientos. Pero Lali se sentía estúpida por haber perdido tantos años con él.
Aquello había sido el fin de su vida sexual. Intentó convencerse de que estar sola era mejor que estar con Graydon, y lo consiguió. Pero estar con Peter era infinitamente mejor. O eso esperaba.
Peter regresó y la cama se hundió bajo su peso. A Lali le habría gustado que la luz estuviera encendida, porque quería verlo desnudo.
—¿Qué has estado haciendo?
—He ido a buscar preservativos —respondió.
—¿Preservativos? Después de lo que he visto en los cajones de la cómoda, no me extraña que tengan —dijo.
Peter se acercó a ella y la abrazó. Su cuerpo se había enfriado, pero su erección seguía en el mismo sitio.
—Me encanta tu piel —dijo él.
—Y a mí la tuya.
—No sabes cuántas veces he imaginado este momento —le confesó.
Lali levantó la cabeza y lo miró para saber si estaba mintiendo.
—¿En serio?
—En serio.
—No lo sabía...
—No tenías que saberlo. No habría sido apropiado.
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ResponderEliminarotro otro otro♪
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ResponderEliminarEn menuda situacion se encuentran y ellos van a lo suyo,ya les toccaba,ademas Peter le confiesa k deseaba estar asi con ella
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