Mientras estaba apoyado en la limusina, esperando a que Lali terminara con sus compras, Peter se preguntó por enésima vez si debía hablar con Nico. Ya había pasado una semana desde que Lali le había confesado sus intenciones. En ese tiempo, Peter había charlado con Brody y con tres de sus «víctimas» pasadas y, por supuesto, había revisado el plan hasta la extenuación. Todavía pensaba que era un juego ridículo y peligroso, pero Lali no daba su brazo a torcer.
Si informaba a Nico, pondría fin a todo el asunto; Lali lo sabía de sobra y no quería que se lo contara. Además, ella había estado a punto de romper a llorar cuando insistió en acompañarla y él no había tenido más remedio que retirar la propuesta.
Pero sólo lo había hecho para salir del paso. Tenía intención de ir a ver a Brody al día siguiente para convencerlo de que lo incluyera en el plan; Lali no tenía por qué saberlo. No era necesario. Simplemente no iba a permitir que la llevaran a un lugar indeterminado durante un plazo indeterminado si él no estaba cerca para vigilar. Si le ocurría algo, no se lo podría perdonar. Y Nico le sacaría los ojos.
Cabía la posibilidad de que Brody se negara en redondo. Peter ya lo había pensado, así que tenía un plan «b». Siempre se guardaba un as en la manga.
Miró el reloj y se dijo que daría cinco minutos más a Lali. Se había metido en una boutique de aspecto muy caro y llevaba un buen rato en el interior. Pero le preocupaba. Estaba con Eugenia y confiaba en ella. Era ex agente de la CÍA. Llegado el caso, sabría utilizar su arma.
En ese momento, sonó el teléfono móvil. Era George, uno de los técnicos que trabajaban en el sistema de seguridad del piso de Lali. Estaban remplazando unas piezas y Peter les había pedido que lo mantuvieran informado. Siempre que tenían que hacer algún cambio, lo hacían cuando Lali no estaba en casa. Se ponía muy nerviosa cuando veía lo que costaba mantener su seguridad.
—¿Qué ocurre?
—Nada, jefe. Acabamos de instalar las piezas nuevas y las estamos probando. Habremos terminado a las diez.
—¿Funcionan?
—Tan bien como nos prometieron.
—Me alegro. Entonces...
Peter vio que Lali salía de la tienda con dos bolsas grandes. Al llegar a la acera, se detuvo, le dio las bolsas a Eugenia y miró dentro de su bolso.
—George, ya hablaremos después. Acaba de salir.
Un movimiento le llamó la atención. Detrás de ella, había aparecido un hombre con chubasquero y capucha. Un segundo individuo apartó a Eugenia para dejar pasar a un grupo de estudiantes. Peter tiró el teléfono y sacó la pistola mientras corría hacia la acera. Segundos después, apareció una furgoneta blanca con las puertas traseras abiertas. El encapuchado introdujo a Lali en el interior y se alejaron a toda velocidad.
Peter apuntó con intención de disparar a una rueda, pero había gente delante y no pudo. Brody había manchado la matrícula de la furgoneta con barro, así que ni siquiera pudo anotar mentalmente el número cuando giró en la esquina.
Volvió a la limusina tan deprisa como pudo y maldijo a la doctora Bay en todos los idiomas que conocía. Aunque fuera lo último que hiciese, encontraría a Jerry Brody y le retorcería el pescuezo.
Recogió el teléfono que había tirado. Todavía funcionaba, así que lo utilizó.
—¿ Eugenia?
—¿Sí?
—Voy tras ella —dijo él. —Pero no iré en la limusina, sino en mi moto. ¿Entendido?
—Sí, señor. Siento mucho que...
—Asegúrate de que su padre no empieza a hacer preguntas. Si todo va bien, la tendré de vuelta esta noche.
—Sí, señor.
Cortó la comunicación, arrojó el móvil al asiento y sacó un pequeño dispositivo. Era un GPS, un sistema de posicionamiento global, que en aquel caso sólo tenía un objetivo: la situación de Lali.
En cuanto vio la luz en el mapa, se relajó. La encontraría y la llevaría a casa. Ya tendría tiempo después de vérselas con Brody.
De momento tenía que concentrarse en no atropellar a nadie y en evitar que lo detuvieran por conducción peligrosa. Tenía que librarse de la limusina. Por suerte, aquella mañana había ido al trabajo con la motocicleta; un vehículo perfecto para moverse con facilidad.
Imaginó que la furgoneta estaría registrada a nombre de Brody y que se dirigiría a Long Island, donde vivía. Sin embargo, no estaba seguro al cien por cien y no quería arriesgarse.
Lali sabía que llevaba un localizador de GPS. O más bien que tenía uno en el reloj de pulsera, porque no le había dicho que llevaba un segundo en el bolso. No estaba obligado a informarla de todo. Además, estaba tan preocupada por sus miedos y sus ataques de pánico que no habría prestado atención a un sistema de posicionamiento.
Estaba en una furgoneta y le habían puesto una bolsa en la cabeza. Lali apenas sentía las manos o los pies, pero sentía que la bolsa se le introducía en la boca cada vez que daba una bocanada. El aire estaba cargado, enrarecido, y su corazón latía como fuera a sufrir un infarto.
—Basta —acertó a decir, casi en un murmullo. —Basta.
No pasó nada y supuso que no la habrían oído. Tenía que hablar más alto para poner fin a esa locura.
—¡Basta! —gritó.
Sus gritos no sirvieron de nada. La furgoneta siguió su camino y nadie la tocó ni se acercó a ella ni hizo caso a sus súplicas. Intentó pegar patadas, pero le habían atado las piernas y casi no se podía mover.
—¡Basta! ¡Basta ya!
Casi no podía respirar.
—¡Basta! ¡Se lo ruego!
Nadie contestó. Estaba sola e iba a morir en la parte trasera de una furgoneta. No podía respirar, no había escapatoria. Todo había terminado y no podía hacer nada por salvarse.
La oscuridad la engulló de repente. Fue una bendición.
Entró en el garaje del edificio de Lali, aparcó la limusina y se subió a su motocicleta. Después, acopló el GPS sobre el velocímetro y salió con un chirrido de neumáticos en dirección a Long Island. No conocía la localización exacta del domicilio de Brody, aunque supuso que debía de ser en Little Neck.
En cualquier caso, daba igual. Podía seguir al bolso. Brody no tenía motivos para registrar a Lali en busca de un dispositivo electrónico, así que tampoco se habría librado del bolso. Incluso si el muy pervertido decidía desnudarla, su ropa estaría en la furgoneta.
Pero tenía un problema más inmediato. Era viernes, a las cuatro y media de la tarde, y la autopista parecía un aparcamiento colapsado. Si se colaba a toda velocidad entre los coches, corría el riesgo de sufrir un accidente o de encontrarse con la policía y tener que pararse para dar explicaciones.
Aceleró y volvió a pensar en Brody. Teniendo en cuenta sus honorarios, no se podía decir que fuera un artista del secuestro. Peter sabía que Lali le había pagado diez mil dólares y que sólo era la mitad. Aunque por otra parte, Brody vivía de los ingresos de su esposa y no dependía de ese negocio. Por lo visto era una cirujana plástica especializada en políticos y estrellas de cine.
Frenó un momento para esperar a que el tráfico se moviera y vio que la luz del GPS avanzaba en línea recta por la misma autopista, aunque a unos quince kilómetros por delante.
No podía esperar. Si la policía lo detenía, que lo detuviera. Tenía que arriesgarse. Debía encontrar a Lali.
Giró, aceleró y tomó un atajo por el arcén. Unos kilómetros más adelante, encontró un vehículo parado y tuvo que seguir entre los coches y las camionetas. Cada vez se acercaba más a su objetivo, aunque teniendo en cuenta el atasco, le extrañó que la furgoneta fuera tan deprisa.
Justo cuando pensó que estaba a punto de verla, oyó la sirena de un coche de policía. Miró un momento hacia atrás y distinguió sus luces en la distancia.
Aminoró la velocidad y se situó tranquilamente por delante de un camión cargado de alimentos. Ahora no avanzaba a más de diez kilómetros por hora, así que preparó una explicación rápida para los agentes.
La luz del GPS se empezó a alejar y también se apagó la sirena. La policía no se detuvo a su lado; siguieron adelante y él suspiró y se dijo que tendrían prisa por algún motivo, tal vez por un accidente.
Sin embargo, estaba tan cerca de ellos que ahora no podía acelerar. Era cuestión de echarle paciencia. Pero no lo consiguió.
+10
maaasss noveeeeee
ResponderEliminaresto se pone muy interesante
ResponderEliminarSi si, paciencia,va a salir cagando leches psra no perder a esa furgoneta.
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarotro capitulo no podes dejarlo asi
ResponderEliminaryo creo que ese secuestro si va a ser real pobre lali lo que va a sufrir
ResponderEliminarpero la policia siempre aparece en el momento menos indicado que cosa. soy marcela
ResponderEliminary si no era el tipo de los secuestros el que se la llevo y eran otros tipooss malos XD
ResponderEliminarsube mas
ResponderEliminarotrooo
ResponderEliminarmaaaaaas
ResponderEliminarme encanta!