Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

domingo, 5 de mayo de 2013

Capitulo 6


—Estoy segura de que estará de acuerdo si se convence de que no estarás en peligro —dijo la doctora. —Tal vez debería reunirse con usted, señor Brody. Así podrían tratar la cuestión.
Brody podía ser un genio de los negocios, pero desde luego no era buen actor. Dejó bien claro que las cosas se harían a su modo y sin interferencias de nadie.
—En tal caso, sigamos adelante —dijo Lali. —Ya decidiremos lo de Peter más tarde. La doctora sonrió.
—Buena idea. Hablemos de los medios.


—Bueno, en general usamos esposas y cuerda. Pero dado que ella... que usted sólo estará unas horas con nosotros, los medios no serán excesivos. Y por supuesto estaré allí para asegurarme de que todo va bien.
—De todas formas, no quiero que me traten con tanta amabilidad que no me sienta amenazada —dijo Lali. —Se supone que debo sentir la experiencia.
—No te preocupes por eso —intervino la doctora. —Será como si fuera real.
Lali se ruborizó otra vez. Había captado el mensaje alto y claro. Su fobia era tan grave, que se sentiría amenazada por muy amable que fuera Brody en el secuestro.
—Muy bien. Entonces, trato hecho.


—Estás loca.
—Gracias —dijo Lali mientras le pasaba el plato a Cande.
Pilar había preparado una lasaña sencillamente pecaminosa. Era la comida preferida de Lali, pero la cocinera había cocinado una cantidad suficiente para alimentar a un ejército.
—Lo digo en serio. Y en ese comentario incluyo a tu psicóloga. Es una de las cosas más estúpidas que he oído en toda mi vida.
Lali se sirvió un poco de ensalada de espinacas y una porción más pequeña de lasaña y siguió a Cande con un vaso de vino hasta el solario de la azotea. Era su lugar preferido para comer y charlar. En su reducto de Nueva York, las vistas principales no eran los rascacielos, sino su invernadero y Central Park.
Cande se puso cómoda y Lali miró a su amiga con más detenimiento. Se habían conocido en el segundo curso de la universidad, cuando eran vecinas de un edificio de la calle Cuarenta y Cuatro, y su amistad había sobrevivido al paso del tiempo. Cande siempre se había considerado gordita, pero exageraba. Decía eso por comparación. Trabajaba como redactora de la revista Vanity Fair y la mayoría de sus compañeras eran bulímicas con aspecto de no haber comido en varios meses.
Pero aquel año se había producido un cambio en ella. Había decidido llevar una vida más sana e incluso había contratado los servicios de un entrenador.
—Estás magnífica...
Cande se acababa de meter un montón de lasaña en la boca y estuvo a punto de atragantarse ante el cumplido. Cuando por fin consiguió tragar, sacudió la cabeza.
—No cambies de conversación.
—No pretendía cambiar nada. Sólo digo que estás...
—Magnífica, ya lo he oído. Pero deja que te haga una pregunta... ¿ya te has atrevido con Peter? Lali se ruborizó de inmediato.
 —Todavía no.
—Todavía no.
Cande dejó el tenedor en el plato y logró mirar a Lali con expresión de madre preocupada a pesar de que tenía su misma edad y una enorme melena de rizos rubios.
—Ni siquiera te atreves a pedirle que entre en tu casa, y mucho menos en tu cama, ¿y vas a pagar para que te secuestren? ¿Unos desconocidos? ¿Con cuerdas y esposas? ¿A ti te parece normal? —preguntó,
—Sé que suena descabellado. Pero todavía no me he atrevido a insinuarme con Peter porque estoy asustada. De todo. ¿O es que no te has dado cuenta?
—Por supuesto que sí, pero has mejorado mucho. ¿Qué buscas? ¿Secuestro primero y sexo después? —preguntó.
—Sí. Pero no sé si querrá acostarse conmigo.
Cande rió.
—Oh, vamos... en la limusina os miráis como dos corderitos. Me extraña que no alcancéis el orgasmo en cada semáforo.
—¡Candela!
—Es verdad y lo sabes.
Lali empezó con su lasaña y deseó haberse servido más. Pensar en Peter bastaba para acelerarle el corazón y subirle la temperatura; y por mucho que Cade fuera su mejor amiga, prefería reservar esas reacciones para la intimidad de su dormitorio.
—Lali, ¿se puede saber qué se te ha metido en la cabeza?
—Nada.
—Dime la verdad. La decisión que vas a tomar es muy importante.
—Lo sé. Pero estoy cansada de ser como soy. Si pudiera someterme a un exorcismo, lo haría. Llevo toda una vida obsesionada con la seguridad y el precio es demasiado alto. Me gustaría ir al gimnasio contigo. Me gustaría viajar a Italia. Quiero conocer todo el mundo y nunca salgo de este lugar —declaró con lágrimas en los ojos. —Si ese servicio de secuestros puede ayudarme, me arriesgaré.
—¿Y qué piensa Peter?
—Lo mismo que tú, que es una locura. Pero tengo que seguir adelante. Incluso me he encargado de arreglar las cosas por si me arrepiento a última hora. Quiero ser una persona de verdad, no una sombra... y necesito que me apoyes, Cande —dijo, apartando el plato. —Te lo mego. Necesitaré toda la ayuda que pueda encontrar.
Candela se inclinó hacia delante y la tocó en el brazo.
—Sabes que cuentas conmigo. Pero piénsalo bien. Asegúrate de que eso no empeora las cosas —afirmó.
—No puede empeorarlas más.
Cande suspiró y miró a su alrededor, las flores, las plantas, los árboles frutales y la fuente del solario.
—Quiero que seas feliz, Lali. Peter me parece un hombre excelente, y liarte con él es una de las mejores cosas que podrías hacer. Pero inclúyelo en el plan. Toma precauciones para que no se cometa ningún error.
—No, él no puede estar conmigo. No parecería real.
—No va a ser real.
—Ya sabes lo que quiero decir.
Cande suspiró.
—Sí, eso me temo.
Lali sonrió.
—¿Te quedarás a ver una película?
—Claro que sí. Pero sólo si elijo yo.
—No pienso ver Notting Hill otra vez.
—Aguafiestas.
—Es mi condición.
Cande alzó su copa de vino.
.—Por las mujeres obstinadas.
Lali aceptó el brindis.
—Amén.


No volvió a pensar en Peter ni en el secuestro hasta que Cande se marchó. Entró en el cuarto de baño, se lavó, se desnudó y se metió en la cama. Le habría gustado tener un gatito o un perro, un ser vivo con quien pudiera dormir. Su padre era alérgico a los animales y no había permitido que de niña tuviera una mascota; pero aquélla era su casa, y si no le gustaba, peor para él.
En cuanto cerró los ojos, supo que no quería compartir su cama con un animal, sino con Peter. Lo deseaba.
Era un hombre verdaderamente excepcional. Sabía que no le gustaba la vida que llevaba, que habría preferido volver a su ocupación de agente secreto; pero cuando estaban juntos en la limusina, él, al volante y ella, en el asiento trasero, su conexión era más que evidente. Hasta Candela lo había notado.
También sabía que no tenía futuro con él, aunque le daba igual. Cande tenía razón. Peter sería un buen amante, un hombre dulce y cariñoso.
Una aventura. Eso era lo único que quería. Nada más.


Antier, tuve que salir de emergencia. Ayer tuve un dia muy jodido, espero y hoy no sea igual. Les traigo maratoooooooon! +10

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