Encontrarse con Brooke en el restaurante había hecho que Peter se sintiera culpable por no devolver la última llamada de Jake, pero esa no fue la única razón por la que lo llamó al móvil en cuanto volvió a la oficina.
Cada vez que pronunciaba el nombre de Jake era un recordatorio de la amistad que habían compartido durante tantos años.
Pensó en su primer año de universidad, cuando recibió la noticia de que su padre había muerto y cómo Jake, su compañero de habitación entonces, había intentado estar a su lado en todo momento.
–¿Sí? –escuchó la voz de Jake al otro lado del móvil.
–¿Tienes tiempo libre mañana? –le preguntó, a modo de saludo–. Hace tiempo que no te gano al tenis.
Al otro lado hubo una levísima pausa, tras la cual Jake soltó un bufido.
–Querrás decir nunca. Tirarte al suelo en el último set para ganar un punto no cuenta. Pero podemos vernos mañana después de las cuatro.
La tensión que Peter sentía desapareció.
–Reservaré la pista y te enviaré un mensaje. Diría que te preparases, pero ambos sabemos que da igual, voy a ganarte de todas formas.
–¿Quién necesita una buena raqueta cuando el contrario eres tú? Podría ganarte con una de madera. Nos vemos mañana, Lanzani.
Peter estaba peloteando en la pista cuando Jake apareció.
Paradójicamente, mientras él estaba tenso, su amigo parecía más relajado que nunca, seguramente porque se había casado con la mujer de la que estaba enamorado y porque su padre, al fin, había dejado de beber.
–Me alegro de verte –dijo Peter sinceramente.
–Fue un alivio que me llamaras. Es la primera vez que hablamos desde que te conté que Brooke y yo íbamos a casarnos y pensé que…
Peter negó con la cabeza.
–Brooke se ha casado con el hombre con el que debía casarse. No puedo estar enfadado contigo por eso.
–Y eso lo dice el hombre que me dio un puñetazo –bromeó Jake.
–No podía seguir enfadado contigo para siempre –murmuró Peter, que no quería recordar la noche en la que había perdido los nervios por primera vez en su vida.
Primera y última vez. Esa aberrante pérdida de control había sido completamente desconcertante para él.
–¿No recibisteis la postal que os envié?
–Sí, claro, y significó mucho para Brooke. Estaba desolada pensando que había roto nuestra amistad.
–Dile que no se preocupe –Peter apartó la mirada, avergonzado–. Bueno, si hemos terminado de hablar de sentimientos, yo he venido a jugar.
–Yo también. ¿Al mejor de tres?
–Al mejor de tres.
Eran igualmente habilidosos con la raqueta y ninguno de los dos tenía una clara ventaja, de modo que pelotearon durante un rato hasta que la bola salió fuera.
–Brooke me ha dicho que te vio comiendo con una chica –dijo Jake, rompiendo el servicio de Peter.
O no podía contener la curiosidad o estaba intentando distraerlo y, conociendo a Jake, lo primero parecía más probable.
–Es una compañera de trabajo –respondió. Una a la que estaba vigilando, además. ¿Qué habría ocurrido de haberse conocido en otras circunstancias? Claro que no tenía sentido hacerse esas preguntas porque Lali y él llevaban vidas muy distintas–. Trabajo para Agustin Sierra, ¿te acuerdas de él?
–Sí, claro.
–Pues Lali trabaja en su empresa, fin de la historia.
–¿Estás seguro?
Algo en el tono de Jake hizo que Peter levantase la mirada… y perdiese de vista la bola, que botó dos veces.
–¿Estás haciendo trampas?
–¡Claro que no! No esperaba que charlar un momento te hiciese perder la concentración. Juegas mientras hablas con clientes todo el tiempo –Jake sonrió–. A menos que la chica de la que estamos hablando te ponga nervioso, claro. Brooke me dijo que parecía haber cierta chispa entre vosotros.
Peter puso los ojos en blanco.
–Brooke tiene mucha imaginación, algo habitual en los escritores. O quizá se siente culpable y quiere casarme con alguien lo antes posible.
–Está bien, no te haré más preguntas sobre tu compañera de trabajo –Jake hizo botar la bola un par de veces–. Pero podrías llevarla a la fiesta.
Era alarmantemente fácil para Peter imaginarse del brazo de Addie y más fácil imaginarla con un vestido de noche. Había notado que tenía unas piernas fabulosas y una sonrisa que podría iluminar una habitación. Por supuesto, tendría que encontrar una niñera para esa noche…
Frunció el ceño al darse cuenta de que ya estaba haciendo planes.
–No puedo salir con alguien de la oficina.
–¿Por qué no? Solo estás allí como asesor, ¿no?
–Ya, pero…
–Si no pudieras salir con las mujeres con las que trabajas o has trabajado, tendrías que tachar de la lista a miles de ellas.
–Deja de preocuparte por mi vida amorosa y saca de una vez –protestó Peter.
+10?
Hasta la ex se da cuenta
ResponderEliminarMe encanta!! Maaas
ResponderEliminarSubi el que siga porfas!!!
ResponderEliminarsube mas :D
ResponderEliminarotr otro :D
ResponderEliminarOtrooo
ResponderEliminar@22lulii
Maaaas!!!!
ResponderEliminarSubi otro cap porfas!
ResponderEliminarMas novelaaaaa
ResponderEliminarEs genial! Me encanta!!!
ResponderEliminarSiiii me encantaa
ResponderEliminarme encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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