Capitulo 26

Lali abrió la puerta del apartamento para Peter, que llevaba a Nicole en brazos, y para un Tanner medio dormido que iba arrastrando los pies tras ellos.
–Ve a lavarte los dientes, cariño. Yo iré en un segundo a ponerte el pijama.

–Bueno –el niño se volvió antes de entrar en el baño–. Mi madre y mi padre se besaban todo el rato.
–¿Ah, sí? –Lali no sabía adónde iba a parar aquello, pero esperaba que no le preguntase a Peter si quería ser su nuevo papá.
Tanner asintió, con un gesto demasiado nostálgico para un niño de seis años.
–Estaba pensando que a lo mejor besarse no es tan asqueroso.
Emocionada de tener su bendición, Lali se inclinó hacia él.
–En ese caso... –le dijo, antes de besarlo en la frente haciendo mucho ruido.
Tanner rio, como había esperado.
–Buenas noches, pequeñajo –se despidió Peter, apretando el hombro del niño.
–Estará dormido en tan solo cinco minutos –predijo Lali–. Ahora, deséame suerte con Nicole.
La niña se había portado bien durante la cena, pero estaba totalmente despierta, balbuceando sus sílabas favoritas.
–Ha sido un día asombroso. Me gustaría…
–¿Sí? –la interrumpió Peter, como si estuviera preparado para hacer realidad cualquiera de sus sueños.
Lali apartó la mirada.
–Ojalá pudiese pedirte que te quedaras.
Él levantó su barbilla con un dedo.
–Algo ha ocurrido hoy ¿verdad? ¿Has cambiado de opinión sobre nosotros?
–Sí –respondió Lali. Debía pensar en los niños, pero no podía seguir fingiendo que no quería una relación con aquel hombre.
Peter esbozó una sonrisa que casi le paró el corazón antes de poner a Nicole en sus brazos e inclinarse para darle un beso de buenas noches.
–No lo lamentarás.


Peter no recordaba la última vez que no oyó el despertador… seguramente durante la época de la universidad. Pero la noche anterior, después de dejar a Lali y a los niños en el apartamento, no había podido dejar de pensar en el beso, en cómo lo había sorprendido en el barco y cuánto le gustaba tenerla entre sus brazos. Y en el innegable deseo que había en su expresión cuando admitió que le gustaría invitarlo a quedarse.
Intentando olvidar esas imágenes que lo volvían loco, encendió el ordenador portátil y estuvo trabajando hasta poco antes del amanecer.
Por eso no había oído el despertador y por eso llegaba tarde.
Había prometido ayudar a Jake a hacer una pequeña reforma en su casa, de modo que, sin tiempo para afeitarse, tomó una taza de café y subió al coche. Mientras conducía, pensó que la última vez que estuvo en casa de Jake fue para decirle que contaba con su bendición para salir con Brooke.
Ella temía que su amistad con Jake se rompiera, pero Peter se había dado cuenta de que no era la mujer adecuada para él y no quería interponerse en su camino.
¿Habría encontrado a la mujer de su vida?, se preguntó. Volver a casa de Jake le parecía como cerrar el círculo.
–Estaba a punto de llamarte al móvil –dijo Jake en cuanto bajó del coche.
–Lo siento –se disculpó Peter.
–No importa. Pero como siempre eres tan puntual, me preguntaba qué te habría pasado.
–Me he dormido. Anoche me acosté tarde.
–A ver si lo adivino: estuviste trabajando.
–Eso es –respondió Peter. Pero no porque tuviese algo urgente que hacer o no tuviera ningún otro interés en la vida más que el trabajo, al contrario.
–Brooke acaba de irse.
–No se habrá ido porque…
–No, no, había quedado con una amiga.
–Ah, muy bien –murmuró Peter, pensativo.
Jake inclinó a un lado la cabeza.
–¿Ocurre algo?
–No, nada. Aunque tal vez me vendría bien un poco de cafeína antes de tomar una sierra eléctrica. ¿Reforzar las vigas es complicado?
–No, es muy sencillo.
–No lo he hecho nunca.
–Pues nunca es tarde para aprender –Jake sonrió–. Por cierto, tu madre me ha enviado una foto por e-mail. Dice que vuelve a casa esta semana y que irá a la fiesta el sábado. Parece que lo está pasando en grande.
–Nadie merece ser feliz más que ella –dijo Peter.
Su madre era una mujer buena e inteligente que había soportado la muerte de su marido y, más tarde, un cáncer con mucha entereza y buen humor. En realidad, Lali se parecía a ella en carácter y personalidad. Y Peter las admiraba por ello.
Mientras tomaban un café, charlaron sobre el cuartel de bomberos en el que trabajaba Jake, sobre sus padres y sobre la temporada de fútbol. Peter estuvo a punto de mencionar a Lali, pero después de decir durante el partido de tenis que no había nada entre ellos no sabía cómo sacar el tema sin admitir que Jake había tenido razón. Aunque fuese cierto.
–Si el suelo fuese de madera habría que aislarlo, pero es de cemento, así que no habrá ningún problema. Lo único que tenemos que hacer es poner dos vigas de soporte. Bueno, también hay que hacer la instalación eléctrica, pero Brooke ha insistido en llamar a un electricista porque teme que me electrocute.
–Una chica inteligente –bromeó Peter.
Estaban midiendo unos tablones de madera cuando recibió un mensaje de Agustin Sierra preguntando si había habido actividad no autorizada desde que finalizó la oferta a Groverton.
Jake sonrió.
–¿Esperas alguna llamada importante? Lo digo porque has sacado el móvil del bolsillo como si te fuera la vida en ello.

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