Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

viernes, 5 de abril de 2013

Capitulo 16


Tanner lo miró, poniendo cara de pena.
–Yo tengo mucha hambre.
Fascinada, Lali casi esperaba que se pusiera a cantar alguna de las canciones del musical Oliver.
–Hemos acordado que primero vamos a buscar nuestros asientos, Tanner.
Su sobrino suspiró.

–Sí, señorita.
Lali se volvió hacia Peter, incapaz de contener la absurda tentación de defenderse.
–Te juro que acaba de comer.
Él soltó una carcajada.
–Los niños comen una tonelada. Son como una plaga de langosta.
–La factura del supermercado es enorme, desde luego –murmuró ella.
–Espera, dame la bolsa. Te llevaré a los asientos que tenemos reservados.
–No tienes por qué.
–Ya lo sé –Peter le quitó la bolsa de los pañales y ella suspiró, aliviada.
Agustin Sierra había reservado asientos en dos filas y Peter se detuvo en la segunda, donde estaba Pepper Harrington.
–¿Puedes hacerme un favor, Pepper?
–Sí, claro.
–¿Podrías moverte dos asientos más allá? Lali debería sentarse en el primer asiento, por si tuviera que salir con los niños. ¿A alguien le importa?
Hubo murmullos de la gente, pero a nadie pareció importarle, ni siquiera a Pepper. Lali, sin embargo, sintió que le ardía la cara. Aunque agradecía la ayuda de Peter, no quería que pensara que era incapaz de arreglárselas sola.
–No hace falta. No tienes que cuidar de nosotros.
–Me gusta la compañía –Peter sonrió, señalando a Tanner–. Mientras veníamos para acá hemos entablado una discusión filosófica sobre Darth Vader. Además, he venido solo y voy a necesitar ayuda para comerme unos nachos más tarde. Por no hablar del perrito gigante.
Tanner apretó el brazo de Lali con tal fuerza que pensó que le había hecho un hematoma.
–¿Puede sentarse con nosotros, por favor?
A Lali se le encogió el corazón. Por un lado, imaginaba que el niño necesitaba una figura paterna, pero por otro… ¿no era peligroso dejar que se encariñase con Peter?
«Cálmate, solo serán unas horas».
–Pues claro que sí.
–Estupendo. Guárdame el asiento, vuelvo enseguida.
–Pero no se te ocurra volver con un perrito gigante para el niño.
–Ni se me ocurriría –respondió él, poniendo cara de inocente.
El niño en cuestión había visto a Cande y se dirigía directamente hacia ella, probablemente para pedirle una chocolatina, pero Lali aprovechó la oportunidad para plegar el cochecito de Nicole.
–Es muy mona –comentó Pepper.
–Gracias.
¿Cuándo le había dicho Pepper Harrington algo agradable? Sin embargo, parecía sincera.
–Puede que te hayas dado cuenta de que a mí solo me interesa mi carrera, Lali.
–Lo sé.
–Y me gusta que sea así, pero a veces me pregunto si eso significa renunciar a esto otro –Pepper señaló a Nicole.
Diantres, Pepper Harrington tenía un lado humano.
Lali sonrió.
–Si hay algo que sé sobre ti es que luchas por lo que quieres. Y si algún día decides ser madre, encontrarás la manera de conseguirlo.
Pepper sonrió, con gesto agradecido.
–Eso espero. Después de todo, si tú puedes trabajar y cuidar a los dos niños…
Bueno, un lado parcialmente humano.
Una risita juvenil llamó entonces su atención. Una rubia de largas piernas y risa infantil estaba sentada al lado de Robert Jenner… o más bien pegada a él.
Lali se quedó helada.
–Esa no es la señora Jenner a la que conocí en la fiesta de Navidad.
–¿No sabes que lo ha dejado? –murmuró Pepper–. Y la entiendo porque Robert es un mujeriego. Lo ha intentado con todas las chicas de la empresa, incluida tú.
¿Con ella? Sin saber si Pepper hablaba en serio, y para no quedar como una tonta, Lali no respondió. Pero intentó recordar algunos de sus encuentros con Jenner. Tras la muerte de su hermano, Robert había sido muy amable con ella… demasiado amable tal vez, pensó al recordar que solía abrazarla.
El canalla se había aprovechado de su dolor para intentar seducirla.
¡Hombres!
Claro que no todos los hombres eran así. Peter Lanzani, por ejemplo, era un orgullo para su género y en aquel momento volvía con una bandeja llena de refrescos.
–Toma nota, ni un solo perrito caliente.
–Pero nos has traído refrescos.
Con el calor que hacía y con una niña que pesaba cinco kilos sobre el regazo, una bebida fresca era más que bienvenida.
–Coca-cola para nosotros, limón para Tanner –Peter señaló el vaso de plástico–. He hecho bien, ¿verdad? Hace mucho calor.
–Has hecho muy bien, gracias. Eres un encanto.
Cuando sus miradas se encontraron, el agradecimiento que Lali sentía se convirtió en admiración. Tenía unos ojos preciosos y unos bíceps de escándalo.


+10

14 comentarios:

Comenta