Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

lunes, 1 de abril de 2013

Capitulo 5


Aunque el almuerzo que les ofrecieron consistía en un par de bandejas de sándwiches de pavo y patatas fritas, el estómago de Lali le recordó que no había comido nada desde la noche anterior.
Por suerte, y a pesar de haber llegado tarde a la reunión, había podido contribuir haciendo algún comentario interesante que sus compañeros aprobaron. Después de eso, había llamado para matricular a Tanner en el equipo de fútbol del barrio y la encargada le había dicho que necesitaban padres que se ofrecieran como entrenadores.

–No hace falta experiencia. No es una liga competitiva con árbitros y marcadores, lo importante es que los niños hagan ejercicio, aprendan los fundamentos del juego y lo pasen bien.
Por impulso, Lali había aceptado. Después de todo, tenía que conectar con su sobrino de algún modo.
Unas horas después de hablar con Eugenia había logrado calmarse un poco y estaba decidida a asombrar al nuevo director de proyectos con su energía y sus conocimientos.
Tomando un pepinillo, intentó participar en una de las conversaciones. Estaban hablando de Agustin Sierra, que no acudía a todas las reuniones y menos cuando se trataba de presentar a un empleado temporal.
Diciéndose que no estaba cotilleando, Lali escuchó a Robert Jenner expresar exactamente lo que ella estaba pensando.
–O Sierra cree que ese tipo es importante o el proyecto es importante. ¿Qué sabemos de él?
–Eran compañeros de facultad –respondió Pepper–. Y el tipo es ni más ni menos que Peter Lanzani.
Lali estaba intentando recordar de qué le sonaba ese nombre cuando Eugenia preguntó:
–¿Y qué quieres decir con eso?
Pepper soltó un bufido.
–Si leyeras algo más que las páginas deportivas del Chronicle sabrías que Lanzani proviene de una familia rica y filantrópica y que iba a casarse este verano, pero la boda fue cancelada repentinamente. Es un experto en tecnología informática, trabaja como asesor para una docena de empresas y dicen que es infalible.
Aunque a Lali solo deberían importarle los conocimientos profesionales de su nuevo jefe, ya que solo iba a estar allí unos meses, la cancelación de la boda llamó su atención y se preguntó si la novia lo habría dejado o si habría sido él, como Benjamin, quien había dado un paso atrás.
–Buenos días –Agustin Sierra entró en la sala de juntas–. Ya veo que estáis casi todos… por favor, seguid comiendo. Solo quería presentaros a Peter Lanzani, que será temporalmente director de nuevos proyectos. Algunos de vosotros habréis oído hablar de Peter…
Las palabras del presidente de la empresa quedaron ahogadas por los murmullos de sus compañeros mientras Lali miraba al tipo alto que estaba a su lado. Era el hombre guapísimo con el que se había encontrado en la cocina.
Oh, no.
El hombre guap… su nuevo jefe se volvió hacia ella con las cejas levantadas, como si hubiera leído sus pensamientos.
A Peter no le sorprendió ver a la castaña, pero ella sí parecía sorprendida y mientras iba estrechando manos notó que lo miraba de soslayo.
Cada vez que iba a una nueva empresa intentaba que la gente se sintiera cómoda con él. En general, se alegraban de contar con su experiencia, pero a veces se mostraban un poco territoriales. ¿Debería hablar con ella?
Por otro lado, la última vez que intentó hacerlo había salido corriendo, y tal vez debería dejar que terminase su sándwich tranquilamente.
En cualquier caso, no debería haberse preocupado porque fue ella quien se acercó unos minutos después. Peter estaba charlando con Agus y una mujer de pelo oscuro llamada Pepper cuando la castaña se aclaró suavemente la garganta.
–Ah, te presento a Lali Esposito –dijo Agus–. Una de las mujeres más capaces de nuestro equipo. Lali, te presento a Peter Lanzani.
Peter le ofreció la mano y cuando ella la estrechó sintió un ligero escalofrío. Y volvió a sentirlo de nuevo cuando miró sus ojos cafes. No había ni rastro de las lágrimas de esa mañana y su expresión era decidida. ¿Qué habría pasado para que una mujer que, según Agus, era tan capaz, se hubiera derrumbado de tal modo?
–Encantada de conocerlo, señor Lanzani –tenía una voz ronca–. Quería saber si podría hablar un momento con usted.
–Si nos perdonas un momento, Agus… –dijo Peter.
–Claro que sí. Después de todo, soy yo quien paga por la comida y aún no he comido nada –exclamó jovialmente su amigo.
Mientras iba con Peter a una esquina de la sala, Lali se dio cuenta de que Pepper la fulminaba con la mirada.
–Así que tú eres Lali.
–Señor Peter, quería pedirle disculpas por lo de esta mañana. Me pilló en un mal momento, pero quiero que sepa que no volverá a pasar. Espero que me valore por mis méritos y prometo demostrar lo que valgo. Le aseguro que soy una profesional.
Parecía sincera y no como Pepper Harrington, que prácticamente le había vendido su currículum en cinco minutos.
–Claro que sí –Peter asintió–. Empezaremos de nuevo a partir de ahora. Todo el mundo tiene derecho a un mal momento, ¿no?
Ella exhaló un suspiro de alivio.
–Gracias, no lo lamentará. De verdad… –en ese momento empezó a sonar su móvil, que sacó del bolsillo del pantalón–. Perdone, tengo que contestar.


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