Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

viernes, 5 de abril de 2013

Capitulo 17


Peter fue el primero en apartar la mirada.
–No tanto –murmuró.
Afortunadamente, la tensión entre ellos fue rota cuando Tanner se acercó para pedir su refresco, sin duda pisando a todo el que encontró en su camino.
–¿Crees que los Astros van a ganar, Peter?

–Eso espero.
–Y yo espero que hagan algún home run. Y que la tía Lali se ponga a bailar.
Lali se atragantó con el refresco.
–¿Qué?
–Cuando jugamos al hockey en la pizzería hacías un baile muy gracioso cada vez que marcabas gol –le recordó Tanner–. Deberías verlo, Peter.
–Te aseguro que me gustaría –dijo él, burlón.
–Deberías hacer el baile cada vez que los Astros hagan una buena jugada, tía Lali.
–Desde luego que sí –asintió Peter.
Lali lo fulminó con la mirada antes de volverse hacia su sobrino.
–Aquí hay mucha gente, cariño. Pero lo haré la semana que viene en tu partido de fútbol cada vez que marques un gol. ¿Qué te parece?
–Pero entonces Peter no lo verá –Tanner se puso serio–. Espera, ¿quieres venir a verme jugar al fútbol?
El corazón de Lali se aceleró. ¿No se había dicho que aquello estaba bien porque solo iban a ser unas horas?
En lugar de hacer promesas que tal vez no podría cumplir, Peter pareció pensárselo un momento.
–Gracias por la invitación, pero no sé si a tu tía le parece bien.
–¿Por qué no iba a parecerle bien? Te parece bien, ¿verdad, tía Lali? A ti te gusta Peter.
Lali deseó entonces que Nicole tardase mucho tiempo en aprender a hablar. A saber en qué jaleos podrían meterla aquellos dos.
–Claro que me gusta, pero…
–¿Entonces no te importa que vaya?
–Peter es un hombre muy ocupado y…
–¿Demasiado ocupado para mí? –el niño parecía disgustado de verdad, como si le resultase inconcebible que su nuevo amigo no quisiera pasar tiempo con él.
–No, no –intervino Peter–. Nunca estoy demasiado ocupado para el deporte. Cuando tu tía me diga, allí estaré, no te preocupes.
–¡Bien! –exclamó Tanner.
Lali tuvo que contener una exclamación de alegría. Era peligroso sentirse tan feliz al pensar que volvería a ver a Peter fuera de la oficina.
Intentando poner cierta distancia entre los dos, habló lo menos posible durante el partido, pero Peter había malinterpretado su reserva, porque cuando Tanner estaba distraído se inclinó para decirle al oído:
–No te enfades, Lali. Siento mucho haberme entrometido. Sé que no debería haber aceptado la invitación, pero es que… el chico me daba pena.
Lali pensó en los ojitos castaños de su sobrino.
–Lo entiendo.
–¿Entonces me perdonas?
–No estaba enfadada, al contrario. Creo que es muy generoso por tu parte. Es que… –sus palabras fueron ahogadas por los gritos del público–. Creo que nos hemos perdido un home run.
–¡Yupi! –Tanner estaba de pie, moviendo los brazos–. ¡Tía Lali, tienes que hacer el baile!
–Por favor –dijo Peter, burlón–. Si lo haces, te invito a un perrito gigante.
Ella frunció el ceño.
–No es tan fácil comprarme.
–Lo imaginaba, pero un hombre puede soñar, ¿no?


Peter estaba sudando, le dolía el trasero por culpa del duro asiento, tenía el brazo dormido de sujetar a Nicole… y lo estaba pasando en grande.
–¿Seguro que no quieres devolverme a la niña? –le preguntó Lali.
–Seguro.
–Pero pesa mucho.
Considerando la cacofonía de ruidos, gritos de los fans y música de los altavoces, Peter sonrió cuando Lali bajó la voz para no despertar a la niña. Seguramente era una costumbre de la que no se daba cuenta.
–No importa.
–No puedes estar cómodo.
Efectivamente, la niña pesaba y hacía un calor terrible, pero Peter tenía que reconocer que se sentía más a gusto que en mucho tiempo.
Nicole había empezado a llorar unos minutos antes y, aunque Lali le había dado el biberón y le había cambiado el pañal, nada parecía calmarla. Lali había sugerido que tal vez deberían marcharse, pero entonces Tanner se había puesto a llorar. Y, como no quería despedirse, Peter se había sorprendido pidiéndole que le dejase acunar a la niña un rato.
–Así tú podrás descansar un poco –le había dicho.
–No puedo prometer que no vaya a vomitarte encima.
–Da igual, soy lavable.
Un brillo intrigante había aparecido en los ojos de Lali, pero ella había apartado la mirada enseguida. Tal vez estaba proyectando en Lali sus propios pensamientos, pero de repente se imaginó en una ducha… con ella. Intentó imaginar una ducha fría, pero no funcionó.
Nicole no había tardado mucho en dormirse, al igual que Tanner. Cuanto más dormido estaba, más se apoyaba en su tía, de modo que Lali había terminado pegada a Peter.
Y él no tenía el menor problema.
Cuando sonó un ronquido que parecía demasiado intenso para un niño de seis años, Lali rio.
–Mi sobrino no es precisamente delicado.
–Los chicos tienen que ser duros, correr a todas horas, pegarle a una pelota y eructar el alfabeto.
Lali hizo una mueca.
–Lamentablemente, vivimos en un apartamento, así que no tiene mucho espacio para correr. Estoy intentando vender la casa de sus padres, pero ya sabes cómo está el mercado ahora mismo y hasta que lo haga no podemos movernos de allí. Yo… ay, perdona, no quería contarte mis penas. Es que estoy cansada. Ninguno de nosotros pegó ojo anoche.
Peter sonrió.
–¿Nicole os mantuvo despiertos?
–No, Tanner. Tiene pesadillas muchas noches… sueña que el apartamento se llena de agua.
Peter sintió una opresión en el pecho que no era debida al peso de Nicole.
–¡Eh, vosotros! –Robert Jenner lanzó un silbido y, por su expresión, Peter sospechó que había tomado más de una cerveza.
–¿Qué nos hemos perdido? –preguntó Lali.
El juego se había detenido porque el entrenador y el catcher estaban hablando. Al mirar a la pantalla gigante, Peter se dio cuenta de que el silbido de Jenner era una reacción juvenil a la cámara del beso, esa cámara que pasaba por las gradas y se detenía en las parejas, que se besaban ante los aplausos del público. Peter se encontró con un primer plano de propia imagen.
El primer plano se abrió para dejar ver a Nicole y Lali, que en ese momento tenía la cabeza casi sobre su hombro.
«Parecemos una familia».
Eso era lo que más anhelaba: una mujer inteligente y encantadora a su lado y unos niños como aquellos.
En su prisa por hacer realidad ese sueño había estado a punto de elegir a la mujer equivocada, pero la vida, y Jake McBride, le habían dado una segunda oportunidad.
Por impulso, se volvió hacia Lali y levantó su barbilla con un dedo.
–Tenemos que hacerlo –murmuró, con una sonrisa de disculpa–. Es la cámara del beso… es una tradición.
Ella entreabrió los labios, sorprendida, pero se recuperó lo suficiente como para murmurar:
–Y no está nada bien saltarse las tradiciones, ¿verdad?
Sus labios se encontraron, provocando una oleada de emociones.
«Qué bien sabe».
No había querido prolongarlo, pero el beso de Lali había provocado un cortocircuito en su cerebro, de modo que siguió besándola hasta que ella dejó escapar un gemido.
Estaba seguro de que la cámara había seguido adelante, buscando otras parejas, pero no podía apartarse. Quería perderse en ella, seguir besándola y no parar nunca. Le gustaría…
–Peter, ¿qué estás haciéndole a mi tía Lali?


+10

9 comentarios:

Comenta