Lali hizo una mueca mientras miraba el vestido que colgaba de la puerta de su dormitorio. Pero, si se echaba atrás, Eugenia seguramente lo sabría por telepatía.
–¿Estás segura? –le había preguntado en la tienda.
–Ya conoces la regla de oro: escote o piernas.
Lali había soltado una carcajada.
–En mi caso, el escote no es una opción.
–Por eso este vestido es absolutamente perfecto para ti.
Era un vestido de cuello cerrado, con mangas, de color negro, pero el sedoso material tenía un brillo iridiscente que reflejaba la luz. Lali tenía dudas porque quedaba muy por encima de la rodilla.
–Olvidas que voy a conocer a su madre.
Eugenia había puesto los ojos en blanco.
–No es tan corto, no exageres. No te inclines mucho en la fiesta y ya está. Además, he visto unos zapatos divinos, y rebajados, que irían de maravilla con este vestido.
Sola en su extrañamente silencioso apartamento, Lali esperaba que su amiga tuviera razón.
Eugenia se había llevado a los niños a casa y Tanner estaba emocionado por la promesa de ver un maratón de La guerra de las galaxias.
Después de maquillarse, Lali se arregló el pelo con el secador. En lugar de luchar contra sus rizos, esa noche los dejó sueltos y en profusión, con un aspecto sexy y juvenil.
O eso esperaba.
Estaba poniéndose unos aretes dorados en las orejas cuando sonó el timbre.
«Bueno, empieza el espectáculo».
Puso el ojo en la mirilla antes de abrir, recordando lo que siempre le decía a Tanner. Peter estaba al otro lado con un ramo de flores en la mano. Parecía James Bond con el esmoquin.
–¡Vaya! –exclamó él–. Estás preciosa.
«Gracias, Eugenia».
–Lo mismo digo.
–Son para ti –Peter le ofreció las flores, una docena de rosas de color melocotón, y un diminuto oso de peluche con una pelota de fútbol en la mano.
–Qué detalle –dijo Lali, antes de darle un beso. Con los tacones era más fácil besarlo, pero se apartó enseguida para meter las flores en agua–. Si seguimos haciendo eso tendré que volver a maquillarme.
–Si seguimos haciendo eso no iremos a la fiesta –bromeó Peter.
Ella suspiró.
–Suena bien, pero tus amigos te echarían de menos.
Peter rozó su mejilla con un dedo.
–Entonces, habrá que dejarlo para otro momento.
–Desde luego.
El hotel que Jake y Brooke habían elegido para celebrar la fiesta era bien conocido porque en él se organizaban cenas benéficas. Francamente, era tan elegante que daba un poco de miedo. Lali pensó entonces que Peter estaba acostumbrado a sitios como aquel, pero ella no.
–¿Has estado aquí alguna vez? –le preguntó él mientras bajaban del coche.
–No, pero lo he visto en televisión. ¿No es aquí donde se organizan esas cenas benéficas a las que acuden los famosos?
–Sí –Peter puso una mano en su espalda. En la otra llevaba un regalo para Jake y Brooke envuelto en papel plateado.
Un empleado del hotel los acompañó al salón de banquetes, pero apenas habían entrado y dejado el regalo en la mesa correspondiente cuando Peter le preguntó si veía el bar.
Lali soltó una risita.
–¿Desesperado por tomar algo con alcohol?
–No, pero estaría bien que tú tomases una copa de vino antes de que empiecen a acosarnos… ah, demasiado tarde.
–¡Peter! –se oyó una voz acercándose entre la multitud.
–Espero que no tengas sed, Lali. Por el momento, no vamos a ir a ningún sitio –murmuró él.
Una mujer muy atractiva de pelo blanco se acercaba a ellos con una sonrisa en los labios.
–Hola, mamá –Peter se inclinó para darle un beso en la mejilla–. ¿Qué hacías, esperando a que llegásemos?
En lugar de responder, la mujer se volvió hacia Lali con una cómica expresión.
–Por favor, disculpa al grosero de mi hijo. Evidentemente, no lo eduqué como debería. Soy Grace Lanzani y tú debes de ser Lali.
–Lali Esposito –se presentó ella, ofreciéndole su mano–. Encantada de conocerla.
–¿Por qué no vienes conmigo al bar? Con las malas maneras de mi hijo, no me atrevo a dejárselo a él.
–Oye… –protestó Peter.
Lali rio.
–Una copa de vino estaría bien.
Mientras se abrían paso entre los invitados y los camareros, que pasaban entre ellos con bandejas en la mano, Lali intentó calmarse. Pero sentía más claustrofobia en aquel elegante salón que en el ascensor de la oficina.
–Hay mucha gente –murmuró.
Quieren maraton? +10
Haz maraton!
ResponderEliminarSube maaaas
ResponderEliminarMe encanta lali y peter, sube mas extrañe la nove no habias posteado
ResponderEliminarMaaaaas
ResponderEliminarNoveeeeee
ResponderEliminarMaraton
sube mas :)
ResponderEliminarotro otro
ResponderEliminarque amor la mama de lali :)
ResponderEliminarsiiiiiiiiiii maraton!!!! la mama de pitt (L)
ResponderEliminarQuieroo mas de esta novwe. esta buenisima!!
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasss!!
ResponderEliminarSiiiiiiiiiiii!!Queremos maratón!!Subí más por favor!!
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