Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

sábado, 6 de abril de 2013

Capitulo 21


–Primero, los detalles del beso, luego tus reservas sobre el alcohol. ¿Qué más me has escondido sobre ti?
Se enteraría tarde o temprano, pensó Lali.
–No te he contado que Peter y yo vamos a vernos este sábado.
–¿Peter y tú juntos? ¿El hombre con el que no estás saliendo?

–Un cliente suyo tiene un barco y Peter cree que montar en barco podría ser terapéutico para Tanner. Yo no lo hubiera intentado sola, pero tal vez tenga razón, ¿no crees? La presencia de Peter podría tranquilizar a Tanner… el niño estará contento de hacer algo con su nuevo amigo, un hombre ante quien puede hacerse el valiente. Es un favor, no una cita, algo así como el programa Hermano mayor. Es por Tanner, aunque aún no se lo he dicho.
–¿Vas a pasar el sábado con uno de los solteros mas cotizados de Houston y de verdad crees que es por Tanner?
Lali tragó saliva.
–¿Más vino?


En el trabajo, Peter y Lali idearon una estrategia para convencer a Tanner de que subiera al barco. Lali creía que si se lo contaban de antemano el niño tendría pesadillas durante toda la semana y decidieron hacerlo casi en el último momento. Si Tanner se negaba no habría manera de convencerlo, pero esperaba que no fuera así.
El viernes por la tarde, mientras comía un perrito caliente, Lali esperaba la llamada de Peter y, por supuesto, él no la decepcionó. Se le ocurrió entonces que cuando se trataba de confiar en los demás, el hombre al que había conocido hacía poco más de una semana antes estaba resultando ser más fiable que Benjamin, con quien había tenido una relación durante tres años.
–¿Sí?
–Hola, soy yo.
Lali esbozó una sonrisa, sin molestarse en disimular como hacía en la oficina.
–Lo sé.
–Estoy deseando verte mañana. ¿Te he dicho que imaginarte en bañador me ha animado durante toda la semana?
Ella rio, encantada.
–Dudo que la realidad esté a la altura de la fantasía. Es un bañador muy sencillo.
–En mi cabeza, no. Estás guapísima con un diminuto biquini.
Aunque no iba a ponerse un biquini, le gustaba que lo pensara. Pero en lugar de decirle que se sentía halagada o, peor, sucumbir a la tentación de seguir al teléfono tonteando, tomó el camino más sensato.
–Deberías hablar con Tanner.
–Muy bien –asintió él, afable–. Estoy deseando volver a verlo. Y a Nicole también.
Parecía sincero y eso la conmovió. Al principio se había sentido abrumada, sobre todo cuando Benjamin la dejó, pensando que ella era lo único que tenían los niños, pero el pánico inicial empezaba a desaparecer. Era su tutora legal, la persona más importante en sus vidas, pero su círculo estaba empezando a ampliarse, incluyendo a otros adultos. Peter y Eugenia, los profesores, psicólogos como Heidi Lee, Candela Vetrano, que había sugerido que llevase a los niños a su casa.
Respiró profundamente, sintiéndose en paz por primera vez en mucho tiempo.
Todo iba a salir bien.
–¡Tanner, Peter está al teléfono y quiere hablar contigo!
El niño apareció corriendo, entusiasmado.
–Espera, vamos al sofá –Lali se sentó a su lado para recordarle que hablase por el auricular porque cuando hablaba con sus padres a veces se lo ponía delante de la cara, como si fuera un walkie-talkie.
–Hola, Tanner. ¿Lo estás pasando bien en el colegio? ¿No has vuelto a tener problemas?
–Ninguno –Tanner negó solemnemente con la cabeza–. Me han puesto caritas felices en el informe.
–Bien hecho.
–¿Llamas porque quieres ir a verme jugar al fútbol?
–No exactamente –respondió Peter– pero hablaré de eso con tu tía. Como tú me invitaste a ir al fútbol, he pensado devolverte el favor invitándote a hacer algo conmigo mañana. ¿Qué te parece?
–¡Sí! –exclamó el niño–. ¿Mi tía Lali puede ir también?
–Sí, claro. Y Nicole, toda la familia.
Aunque sabía a qué se refería, las palabras de Peter emocionaron a Lali. «Toda la familia». Era tan fácil imaginarlos a los cuatro juntos… Peter, con un sonriente Tanner sobre los hombros y ella a su lado llevando a Nicole en brazos.
–Un amigo mío –estaba diciendo Peter– tiene un barco muy bonito y me lo ha ofrecido para que vaya a pescar. ¿Has ido a pescar alguna vez?
–Una vez me llevó mi papá –Tanner se acercó un poco más a Lali, con expresión seria.
–¿Y lo pasaste bien?
–Sí.
–¿Te gustaría volver a hacerlo?
–No lo sé.
–Yo creo que lo pasaríamos muy bien. El otro día lo pasamos bien en el estadio, ¿verdad?
Lali notó que su sobrino se relajaba ligeramente al recordar el partido. Peter Lanzani podía ser un lince cuando se trataba de tecnología informática, pero también era muy bueno con la gente.
–El barco me da miedo –dijo Tanner entonces.
Lali le pasó un brazo por los hombros.
–No pasa nada, todo el mundo tiene miedo de algo –lo tranquilizó Peter.
–¿Tú también?
–Claro, yo también. Pero tu tía y yo estaremos allí para que no te pase nada, y el capitán Jason tiene chalecos salvavidas.
Tanner tragó saliva, nervioso pero decidido.
–Bueno, entonces sí.
–Estoy orgulloso de ti, renacuajo.
Lali tuvo que hacer un esfuerzo para no llorar.
–¿Quieres hablar con mi tía? Yo voy a comer unas patatas fritas –sin esperar respuesta, Tanner le entregó el teléfono y se dirigió a la mesa.
–Lo has hecho muy bien –le dijo Lali en voz baja.
Si Peter le pidiese que saliera con él, le diría que sí sin dudarlo. De hecho, en aquel momento le diría que sí a cualquier cosa.
–No, Tanner lo ha hecho muy bien –replicó Peter modestamente–. Estás educándolo de maravilla.
–No lo sé. La verdad es que no es fácil… los niños no vienen con un código de programación.
–No, claro.
–Y no sé cómo darte las gracias por lo que estás haciendo. Estoy en deuda contigo.
–¿Lo suficiente como para pensarte lo del biquini?
Lali soltó una carcajada.
–Buenas noches, Peter.
Después de colgar se quedó un momento pensativa, incapaz de seguir ignorando la verdad. ¿A quién quería engañar? Le había dicho a Eugenia que existía el peligro de que Tanner se encariñase con Peter, pero era ella quien contaba las horas hasta verlo por la mañana.
Era ella la que estaba en peligro.


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