Peter se sentó en el sofá de cuero del despacho de Lali y fingió que leía el último ejemplar de la Revista de Antropología Comparada. Pero en la media hora que había transcurrido no había leído ni una sola palabra. Su atención estaba totalmente centrada en el doctor Daniel Ellsworth.
Lali y el buen profesor estaban sentados a la mesa entre un montón de libros y manuscritos, escribiendo un artículo de prensa. Lali había presentado a Peter como un amigo y a Daniel como un colega de la universidad. Pero Peter había notado que Ellsworth se consideraba mucho más que eso y que no perdía ocasión de rozarla, tocarle una mano y darle una palmada en la espalda. Y sorprendentemente, Lali no parecía darse cuenta.
En ese momento llamaron a la puerta. Era Simón Lister, que se asomó.
A Peter tampoco le había caído nada bien. El tal Simón le parecía un típico adulador, que exageraba su simpatía de forma falsa.
—Te llaman por teléfono —dijo Simón—. Es Dean Wilson, por la línea dos.
Lali alzó la mirada.
—Si no te importa, contestaré en tu teléfono.
Lali salió del despacho y Peter se dijo que era una ocasión perfecta para averiguar algo más del profesor Ellsworth. Pero no le dio tiempo a preguntar, porque Ellsworth se le adelantó.
—¿Desde cuándo sales con Lali? —preguntó a bocajarro.
Peter no le iba a proporcionar más información de la necesaria.
—Desde hace poco.
—¿Y qué haces?
—¿Con Lali? —preguntó, haciéndose el tonto.
Ellsworth lo miró con superioridad.
—No. Me refiero a tu profesión. ¿En qué trabajas?
—Supongo que se podría decir que soy un… vendedor.
Peter bajó la mirada y simuló que leía la revista. Lo hizo para irritar a Ellsworth. Y lo consiguió.
—No me parece que seas de su tipo.
—¿Y qué tipo es ése?
—El intelectual. Siempre había pensado que Lali preferiría salir con alguien del mundo académico. A fin de cuentas está muy concentrada en su trabajo.
—Hum —dijo Peter, sin apartar la mirada de la revista—. No sé qué decirte. No hablamos mucho de su trabajo.
Ellsworth carraspeó.
—Pues es un trabajo importante. Lali tiene un futuro brillante y no me gustaría que lo pusiera en peligro por confundir sus prioridades. Tendrá que trabajar mucho para que la nombren profesora titular. Y tengo intención de ayudarla a conseguirlo.
Peter dejó la revista a un lado, sacó el teléfono móvil e hizo como si comprobara los mensajes.
—Estoy seguro de que te lo agradece —comentó Peter—. Pero dime, ¿qué te parece como mujer? Está muy buena, ¿verdad?
—¿Buena?
—Sí. Cuando la vi por primera vez, pensé que me volvería loco. Llevaba un vestido que le…
—No me interesa ese aspecto de su vida. Es una compañera de trabajo, nada más.
—Sí, pero eres un hombre. Seguro que te has fijado. Además, he notado cómo la miras… y que conste que no te culpo. Mirar no tiene nada de malo.
—Te estás equivocando. Soy un hombre felizmente casado —afirmó.
En cuanto oyó sus palabras, Peter supo que había mentido. No había emoción alguna en su declaración, nada que indicara que prefería la compañía de su esposa a la de Lali Esposito. En ese preciso momento, llegó a la conclusión de que Daniel Ellsworth tenía mucho que ganar con el miedo de Lali. Si la asustaba, cabía la posibilidad de que se volviera a él en busca de protección.
Decidió que tenía que hablar con sus empleados para que investigaran al profesor. Peter tenía la suficiente experiencia profesional como para intuir que había algo extraño en aquel individuo.
—Me sorprende que Lali no me haya hablado de ti —dijo Ellsworth, jugueteando con un bolígrafo—. Es extraño, ¿no te parece?
—¿Lali suele confiar en ti en lo relativo a su vida personal?
—Has contestado a mi pregunta con otra pregunta. ¿Es que no quieres responder? —preguntó.
—Me ha dado la impresión de que tu pregunta era retórica. Pero en cualquier caso, no sé por qué te interesa.
—Me interesa porque me encargo de proteger los intereses de Lali en la universidad. Le informo sobre lo que sucede, le digo con quién tiene que hablar, quién ofrece dinero para subvenciones e incluso cuándo se publica el artículo de tal o cual profesor. Yo diría que soy una especie de tutor.
Peter tomó otra revista; esta vez, de Psicología. Pero la dejó en su sitio.
—Supongo que por aquí no tenéis periódicos deportivos, ni el Rolling Stone…
—La cultura popular es el opio de las masas —murmuró Ellsworth, volviendo a su artículo.
Peter rió.
—¿La frase es cosecha tuya?
—No. La idea sobre la cultura popular es de Theodor Adoíno y Max Horkheimer. Decían que la cultura popular es una industria que produce bienes destinados a manipular a las masas y asegurar su pasividad. Hace que la gente esté contenta por muy duras que sean sus circunstancias.
—Interesante —dijo Peter, asintiendo—. Dime una cosa… ¿has barrido últimamente?
Ellsworth arqueó una ceja.
—No.
—Qué raro. Porque parece que te hubieras tragado el palo de una escoba.
En ese momento, Lali volvió al despacho y sonrió.
—Siento haber tardado tanto —dijo ella, mientras caminaba hacia la mesa—. ¿Por dónde estábamos?
Ellsworth se levantó de la silla.
—Será mejor que dejemos el artículo para más tarde. Llámame y nos tomaremos un café —dijo.
Acto seguido, el hombre salió del despacho y cerró de un portazo.
Lali miró a Peter y frunció el ceño.
—¿Le has dicho algo malo?
Peter se encogió de hombros.
—Sólo manteníamos una agradable conversación. Ya sabes, para conocernos mejor. Supongo que ya te has dado cuenta de que le gustas…
—No seas ridículo. Esta casado. Incluso conozco a su esposa. Nuestra relación es estrictamente profesional.
Peter sacudió la cabeza.
—Yo no estaría tan seguro. Lo he observado con atención y no te quita ojo. ¿Vuestra relación siempre ha sido profesional?
—Sí. Nos conocimos en la facultad y me ayudó a conseguir este trabajo. Somos colegas, nada más. Es un buen amigo. Y te equivocas si crees que sería capaz de hacerme algún daño.
—Tal vez, pero en mi trabajo no me puedo permitir el lujo de equivocarme con estas cosas. Le diré a mis empleados que lo investiguen. Quiero saber más de él —afirmó.
—¡No! —protestó Lali—. No permitiré que revuelvas en su pasado sólo para satisfacer tu curiosidad.
—¿Y qué me dices de Simón? ¿Qué sabes de él?
Por hoy aqui le dejamos, si quieren mañana hacemos otro maraton. Nos leemos mañana.
Bueno mañana seguimos (':
ResponderEliminarsiii sigue con la maraton:)
ResponderEliminarno me agrado el profesor xD
ResponderEliminarLevanta sospechas Daniel
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