Él asintió.
—Espero que no le importe que haya tomado la toalla. La camisa está impregnada de +15ese olor y he dejado mi equipaje en el coche. ¿Podría prestarme una camiseta o algo así?
Equipaje. Eso quería decir que tenía intención de quedarse allí, en la casa. Al menos, a pasar la noche.
Lali se apresuró a darle una negativa. Sabía que probablemente había algo en el armario que le pudiera servir, pero prefería verlo semidesnudo.
—Me temo que no —dijo—. Pero podemos llamar al aparcacoches para que le suba el equipaje.
Él se sentó al otro lado del sofá y se frotó el pelo con la toalla.
—¿Desde cuándo lleva ese pulverizador?
Lali se encogió de hombros. No quería hablar de las amenazas. Quería pensar en cualquier otra cosa, relajarse un poco. Ahora se sentía a salvo y le apetecía disfrutar del momento.
—¿Cómo ha dicho que se llama?
—Lanzani. Peter Lanzani.
—¿Y dice que trabaja para Trevor?
Él asintió.
—Sí. Al recibir la amenaza de muerte…
Lali alzó una mano para que no siguiera por ese camino.
—No quiero saberlo.
—¿Tiene idea de quién puede ser el autor?
Ella lo observó con detenimiento. Tenía unas manos preciosas, de dedos largos y uñas cuidadas.
—¿Está seguro de que no quiere una copa? —dijo Lali—. Creo que hay whisky en alguna parte…
Lali se levantó del sofá, pero él también se incorporó y la agarró de un brazo. Su contacto era tan intenso, que una vez más se quedó sin aliento.
—Yo…
—Siéntese —ordenó él.
Lali obedeció.
—¿Por qué no quiere hablar de ese asunto? —continuó.
—No es que no quiera hablar; es que preferiría olvidarlo durante un rato. No tengo la menor idea de quién puede ser el autor de las amenazas. Ni siquiera sé si va en serio o si sólo pretende asustarme. Durante los últimos años he hablado con varios miles de personas en el programa, así que podría ser cualquiera… La policía no ha podido encontrarlo, ni creo que le haya dado mucha importancia.
—Ahora se la dará —comentó Peter—. Ahora es algo grave. Una amenaza de muerte.
—¿Por eso está aquí? ¿Para protegerme?
Él la tomó de la mano. Ella se estremeció y contuvo la respiración. Deseaba apretarse contra su cuerpo y quedarse dormida.
—Estoy cansada —dijo, mirándolo—. ¿Va a quedarse a dormir?
—Si no le importa… Dormiré en el sofá.
—Tengo una habitación de invitados. Y ahora que lo pienso, hasta es posible que encuentre ropa en el armario. El piso es de Trevor; normalmente se lo presta a sus asociados y no me extrañaría que se hubieran dejado algo. Pero ordenaré que le suban el equipaje tan pronto como sea posible.
Ella se levantó otra vez y él volvió a tomarla de la mano.
—¿Está segura de que se encuentra bien?
Lali asintió, agradecida por su preocupación.
—Creo que soy yo quien debería preguntar eso…
—Descuide, estoy acostumbrado a esas cosas. Se necesita bastante más que un pulverizador para detenerme.
Ella pensó que había algo perfecto en aquella cara. Atractivo, de aspecto juvenil, pero con carácter.
Se ruborizó sin poder evitarlo y se dijo que estaba reaccionando de forma estúpida. Se portaba como si Peter Lanzani fuera un héroe que la hubiera rescatado del peligro. Pero sólo era un empleado, un guardaespaldas con un objetivo. Por mucho que lo deseara como objeto sexual, no lo conseguiría.
—Buenas noches —murmuró ella.
Lali se alejó y entró en su dormitorio. Después, cerró la puerta, se desnudó y dejó la ropa en una silla.
Pero no podía dejar de pensar en el hombre que seguía en el salón. Peter Lanzani era increíblemente atractivo. Poseía todo lo que se podía desear en un amante. Sin embargo, no se había acostado con nadie en más de un año y empezaba a preguntarse si algún hombre querría perderse alguna vez entre sus sábanas.
Había quien pensaba que las mujeres podían sobrevivir sin sexo por tiempo indefinido, pero la necesidad que sentía a veces era tan profunda, que resultaba insoportable. Necesitaba tocar la piel de un hombre, inhalar su aroma, sentir el peso de su cuerpo.
Un año sin sexo era demasiado tiempo. En cambio, estaba segura de que Peter se habría acostado una o dos veces con alguien durante la semana anterior. Y tal vez, con mujeres diferentes.
En general, Lali achacaba su situación al exceso de trabajo y a la falta de candidatos. Casi todos los hombres que se acercaban a ella desaparecían rápidamente en cuanto se enteraban de lo que hacía para sobrevivir. Ella intentaba tranquilizarlos, demostrarles que no era especialmente crítica en materia de sexo, que ni siquiera era una experta en la materia, sino una mujer normal y corriente que, de hecho, tenía menos experiencia que la mayoría. Pero los asustaba.
El único aspecto en el que Lali superaba a la media eran sus profundos conocimientos sobre el proceso biológico del sexo. Además, sabía que los hombres solían ser más vulnerables a la seducción que las mujeres, de modo que se armó de valor y se dijo que aquél era un momento tan bueno como otro cualquiera para intentar un acercamiento a Peter Lanzani.
Mientras se ponía un camisón para meterse en la cama, pensó que, si salía de la habitación en aquel momento, casi desnuda, había muy pocas posibilidades de que Lanzani fuera capaz de resistirse.
Pero gimió y se abrazó a la almohada. Ahora necesitaba dormir. Los problemas de su vida sexual podían esperar unas horas más, hasta la mañana siguiente.
—Además, es posible que esté con alguien —murmuró, intentando racionalizar el asunto—. Hasta podría estar casado.
Lo último que necesitaba en aquel momento era que alguien la rechazase. Sobre todo si ese alguien era un hombre tan sexy como Peter Lanzani.
+15 Y EMPEZAMOS MARATON
maaaaaaaaaaaaaas maratooooooooooooooooon
ResponderEliminarme gustaaaaaa
ResponderEliminarquiero maraton firmeeer
ResponderEliminarNoveeeeeeeeeee
ResponderEliminarMaraton
nove , subi mas
ResponderEliminarmaraton , maraton , maraton , maraton
Maraton
ResponderEliminarYa sabemos lo k piensa Lali d Peter
ResponderEliminarAhora quiero saber las impresiones d Peter con Lali
ResponderEliminarMaaas
ResponderEliminar@otralanzanita