Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

lunes, 11 de marzo de 2013

Capitulo 50


-¿Crees que mi padre vendrá a la boda? - preguntó Lali aquel día algo más tarde, mientras Peter y ella recogían sus cosas de la cabaña.
-No lo sé. ¿Por qué no lo llamas?
-No. Creo que lo llamaré mejor mañana.
-Si quieres, podríamos pasar por su casa cuando vayamos a la mía.
-No, no importa. Se marcharon muy rápidamente porque tenían visita. Ya hablaré con ellos en otra ocasión.
Alguien llamó a la puerta abierta. Cuando Lali se volvió, vio que Mike estaba apoyado contra el umbral con las manos en los bolsillos.
-¿Necesitáis ayuda?
-No, gracias. Creo que ya está todo -respondió Peter.
-Sabes que me robaste a mi chica, ¿verdad? -replicó Pablo.
-Creo que estuvo muy reñido hasta el final.
-No. Tú ya me habías derrotado hace mucho tiempo -afirmó Pablo con una sonrisa.
-¿Vas a volver a salir con  Merry? -quiso saber Peter.
- ¡Repito una vez más que no estuve saliendo con Maerry! Me aburría y quería alguien con  quien cenar de vez en cuando. Ella estaba disponible. Sin embargo, estoy empezando a creer que jamás podré deshacerme de ella.

Lali se rió por la desesperación que mostraba Pablo. Entonces, colocó a Pedro sobre su sillita y lo tapó bien con una manta.
-No creo que ella sea la mujer para ti - comentó.
-Yo tampoco.
-Pero algún día encontrarás a alguien.
-Esperemos que sea antes de que cumpla los cuarenta.
-Primero, tendrás que superar tu miedo al compromiso...
- ¡No le tengo miedo al compromiso! Todos se echaron a reír.
-Muchas gracias por todo, Pablo -dijo. Mientras Peter sacaba sus maletas, le dio un fuerte abrazo a su amigo.
-En realidad, he venido a verte para decirte que he encontrado a Amadeo.
-¿Dónde? -preguntó Lali, asombrada.
-En San Francisco. Ahora está viviendo con una tal Margot.
-Es la mujer que trabajaba conmigo, con la que lo encontré en la cama. ¿Cómo lo has encontrado?
-Sus primos me pusieron en contacto con sus padres, que a la vez se pusieron en contacto con él. Supongo que los ha estado llamando para pedirles dinero.
-¿Te dijo lo que había hecho con mi ordenador?
-No. Me temo que no pude recuperarlo...
-No importa, Pablo. Gracias por...
-Espera un momento. Tengo algo mucho mejor. Es mi regalo de boda para vosotros dos -afirmó Pablo. Entonces se sacó un documento de aspecto muy oficial del bolsillo y se lo entregó a Lali.
-Cesión de los derechos paternos -dijo Lali, leyendo el documento en voz alta. A continuación, examinó rápidamente los párrafos que venían a continuación-: «Yo, Benjamín Amadeo, renuncio por el presente documento a mis derechos paternos con respecto a mi hijo, Pedro Matthew Esposito...»
Al final del documento, Lali encontró la firma de Amadeo.
- ¡No me lo puedo creer! -exclamó ella-. ¿Cómo lo has conseguido?
-Ojalá pudiera decirte que me resultó muy difícil, pero no fue así. Lo llamé para ver si podía reclamar tu ordenador, pero me dijo que ya no lo tenía. Entonces, yo le dije a él que me olvidaría del ordenador y le pagaría una pequeña suma de dinero si firmaba este documento y me lo enviaba por correo. Accedió. Lo recibí ayer.
-¿Cuánto tuviste que pagarle?
-Cien dólares.
Que Amadeo hubiera renunciado a su hijo por cien dólares era muy triste, pero
Lali no se quejaba. Pablo había resuelto lo único que le preocupaba de verdad.
-Gracias, Pablo. Eres un amigo maravilloso.
Peter regresó de la furgoneta en aquel momento.
-¿Qué ha pasado?
-Pablo acaba de darnos nuestro regalo de boda con anticipación -respondió ella. Entonces, le entregó el documento a Peter.
-Esto significa que puedo adoptar a Pedro.
-Exactamente -repuso Pablo.
-Cuando hablé con Pablo después de que Pedro naciera, mencioné que quería asegurarme  de  que Amadeo no regresaría nunca. Él se ha ocupado de ello -explicó Lali.
-Bueno, espero una pequeña compensación.
-¿De qué se trata? -quiso saber ella.
-Vas a terminar mi sitio web en cuanto consigas otro ordenador.
-Cuenta con ello -afirmó.
-Sí -dijo Peter-. Le voy a conseguir otro ordenador enseguida.
-¿Te vas a dedicar a la informática de ahora en adelante, Lali?
-Exclusivamente no. He decidido que me gustaría trabajar en el salón un par de días a la semana, sólo para salir un poco. El resto del tiempo, cuando no me esté ocupando de Pedro, me dedicaré a lo de los sitios web o ayudaré a Peter con el papeleo del taller.
-Eso es lo mejor que tiene poseer uno su propio negocio -le dijo Pablo a
Peter-. Uno se puede llevar a su esposa y a su hijo a trabajar.
-Tienes  razón,  Pavlo.  Muchas  gracias  por  haber  cuidado  de  ella  mientras estuvo aquí.
Pablo aceptó las llaves  del  todoterreno rojo que Peter le entregaba  y  le estrechó la mano.
-Me alegro de que tú ya hayas encontrado pareja -dijo-. Tal vez ahora pueda encontrarla yo.
Peter no podía creer que se llevaba a Lali a su casa para siempre. Iba a casarse con ella al cabo de una semana y, algún día, tendrían más hijos, aunque en realidad ya eran una familia.  Nunca se habría imaginado que sentaría la cabeza, pero así era.
-¿Estás contenta? -le preguntó a Lali.
-Sí. Deberíamos habernos casado hace dos años.
-Tal vez entonces no habríamos apreciado lo que tenemos ahora.
Cuando  llegaron  a  la  granja,  se  sorprendieron  mucho  al  ver  un  coche aparcado frente a la casa.
-¿Quién está aquí? -preguntó Lali.
-Es Leah Small -dijo, cuando reconoció a la mujer que esperaba frente a la casa
 -¿Qué crees que quiere?
-No lo sé.
Después de que aparcaran y salieran del coche, Peter se acercó a Leah.
-Hola.
-Hola, Peter. ¿Podría hablar contigo a solas, por favor?
-Por supuesto. Lali, meteré las maletas dentro de un minuto.
Lali asintió y entró a la casa. Entonces, Peter invitó a Leah a que se sentara balancín que había en el porche.
-No, gracias. No voy a tardar mucho.
 -¿Qué ocurre?
-Yo... Me temo que te debo una disculpa.
 -¿Por qué?
-Porque la policía haya pensado que fuiste tú el que entró en mi casa.
-¿Acaso sabías tú que no había sido yo?
-Claro que no, pero... no habría pensado que eras tú si yo no hubiera estado creando problemas entre John y tú.
-¿De qué estás hablando, Leah? -preguntó él, atónito.
-Fuimos  Trip  Bell  y  yo  los  que  llamamos  aquella  noche  a  tu  casa  para amenazar a Stefano. Conoces a Trip, ¿verdad?
-Sí. Me suele llevar el coche al taller.
-Es mi vecino.


-¿Y él también quería crear problemas entre nosotros?
-Digamos que me aprecia mucho por el modo en el que mi marido me trata... Después de lo que ocurrió en el parque, sabía que tú pensarías que se trataba de John. Yo quería darle a él una lección.
-¿Te importa explicarte un poco mejor?
-Lo hice porque es un canalla y lo odio.
-¿Y  por  qué  simplemente  no  lo  abandonaste?  -preguntó  Peter.  Estaba atónito por lo que había escuchado.
-No es tan fácil como parece. No creía que dejase que me marchara. De hecho, sigo sin estar segura. Tenemos hijos y... Además, está su orgullo. No le va a gustar verse avergonzado delante de su familia y del pueblo entero. Sin embargo, yo me voy a casar con Trip y seré feliz de una vez. Me niego a soportar el comportamiento de John ni un día más. Veinte años ya es más que suficiente.
-¿Y por qué me cuentas a mí esto, Leah?
-Porque yo no soy como John. Cuando descubrí que había sido el hijo de Orton y no tú el que había entrado en mi casa, supe que había estado muy mal lo que yo había hecho. Había provocado que la gente se volviera contra ti por
tu pasado y tú no has hecho nada malo desde hace mucho tiempo. Lo siento mucho y también lo siento por Stefano. No le deseo mal alguno.
-Lo sé, Leah...
-Entonces, ya está. Sólo quería decirte la verdad.
-Te lo agradezco mucho. Sé que no te ha resultado fácil venir aquí -afirmó él. Leah asintió y se dirigió hacia su coche-. Leah - añadió, antes de que ella pudiera marcharse.
-¿Sí?
-Buena suerte. Creo que dejar a John merecerá la pena.
-Eres dos veces mejor hombre de lo que es él -afirmó Leah, con una breve sonrisa.
En cuanto Leah se marchó, Lali salió inmediatamente al porche.
-¿A qué se ha debido su visita? -preguntó.
-A la desesperación.

Muy nerviosa, Lali esperaba en el interior de la pequeña iglesia para ver si su familia se presentaba. Tres días antes de la boda, había llamado a su casa para darles la fecha y la hora de  la boda, pero Travis le había dicho que sus padres habían ido a Boise. Desde entonces, Lali no había tenido noticias suyas.
Peter estaba a su lado, ataviado con camisa y corbata para la ocasión. Estaba muy  elegante,  pero  a  Lali  le  gustaba  más  con  su  cazadora  de  cuero  y  sus vaqueros.

-¿Te importará que no vengan? -murmuró él, después de besarle el reverso de la mano.
Lali negó con la cabeza. Estaba tan enamorada de Peter que no iba a permitir que  nadie le estropeara aquel día. Además, todos sus amigos estaban presentes. Para ser una boda  íntima preparada con tanta precipitación, la capilla estaba prácticamente llena. No obstante, el día hubiera sido perfecto si su familia se hubiera presentado.
Pedro comenzó a llorar. Lali se dio la vuelta y vio que Eugenia lo acunaba suavemente sobre el hombro. Ella se había hecho cargo del bebé en el momento en el que había llegado y no  se  lo había dejado a nadie a pesar de las numerosas peticiones que había tenido.
-Mira... -susurró Lali-. A Eugenia le gustan tanto los niños... Ojalá pueda tener uno algún día.
Peter no dijo nada, pero le apretó la mano de tal modo que ella supo que sentía lo mismo.
-Lali, es hora de empezar -dijo el pastor Richards.
-¿No podemos esperar unos minutos más. -preguntó ella.
-Por supuesto -admitió el pastor.
En aquel momento, la puerta de la iglesia se abrió. Lali contuvo el aliento, pero no era  su  familia, sino los padres de Eugenia. La puerta volvió a cerrarse. Entonces, la novia se convenció de que sus padres  no iban a asistir. Desgraciadamente, parecía que no podían renunciar al pasado. Respiró profundamente y esbozó una triste sonrisa.
-Empecemos -dijo.
-¿Estás segura? -le preguntó Peter-. Podríamos esperar un poco más.
-No. No van a venir.
-Lo siento...
El pastor se puso de pie y se dispuso a comenzar la ceremonia. Justo en aquel momento. La puerta volvió a abrirse. Aquella vez, Lali ni siquiera miró para no volver  a  desilusionarse,  pero  Peter  sí  lo  hizo. Aquel  gesto  hizo  que  ella  no pudiera contenerse. Cuando giró la cabeza, vi a su madre, a su padre y a Travis. Su madre la miró y sonrió. Entonces, su padre sonrió también.  Lali sintió que un enorme peso se le retiraba de los hombros.
Inmediatamente, Eugenia se puso de pie y acompañó a los Esposito hasta el banco donde Nico y ella estaban sentados. Entonces, renunció al bebé por primera vez... para entregárselo al padre de Lali.


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