—Tú también me gustas —dijo él con una sonrisa—. A decir verdad estaba soñando contigo cuando me he despertado.
Ella sonrió.
—¿Lo ves? No ha sido tan difícil. Y ahora que lo hemos confesado, nos comprenderemos mejor.
—¿Tú crees?
Ella asintió.
—Sí.
—Yo no creo que sea tan sencillo. Vamos a estar juntos varios días o tal vez varias semanas. Y sospecho que esa atracción podría ser problemática.
—¿Por qué? Somos adultos y sabemos controlar nuestros impulsos. Que nos gustemos no significa en modo alguno que estemos condenados a acostarnos.
—Por lo menos, no inmediatamente —bromeó.
Ella se ruborizó y soltó una carcajada.
—¿Tienes hambre? Podría preparar el desayuno. Creo que tengo huevos y unas magdalenas… o si lo prefieres, tostadas.
—Prefiero las tostadas —dijo él, perfectamente consciente del cambio de conversación.
Ella se dirigió a la cocina y él aprovechó la circunstancia para ponerse los pantalones. Después, se unió a ella y se sentó a la mesa.
—Esta noche he dormido bastante bien —comentó Lali—. Me siento segura contigo en la casa.
Peter pensó que tal vez estaba más segura en lo relativo a las amenazas, pero no en sentido sexual.
—Te oí hablar en sueños. ¿Era una pesadilla?
Ella apartó la mirada de los huevos que acababa de sacar del frigorífico.
—No lo sé, no me acuerdo…
—Anoche leí un informe sobre ti —comentó.
—¿Interesante?
—No contiene información personal… Dime una cosa. ¿Hay alguien en tu vida, algún ex novio o amante despechado que pueda ser responsable de esas notas? —preguntó.
Ella se sentó al otro lado de la mesa.
—Ojalá fuera alguien que yo conozca, pero me temo que no. He intentado hacer una lista de posibles sospechosos… pero no están sólo los oyentes del programa de radio, sino también los pacientes de la clínica donde trabajo y hasta los estudiantes de la universidad.
—Varios miles de sospechosos…
—Sí, ciertamente —dijo—. Pero vas a encontrar al culpable, ¿verdad?
—Digámoslo de otra forma. Más tarde o más temprano cometerá un error y yo estaré allí para pararle los pies.
—¿Cómo?
—En primer lugar, asegurándome de que no estés en peligro. A partir de ahora, harás todo lo que te ordene en materia de seguridad. ¿Entendido?
—Estamos dando por sentado que se trata de un hombre, pero podría ser una mujer.
Lali se levantó y siguió haciendo el desayuno. Peter admiró su cabello mientras ella batía los huevos en un bol.
—Podría ser, pero empezaremos con tus novios —comentó él—. ¿Estás saliendo con alguien en este momento?
—No —respondió ella—. ¿Y tú?
—Tampoco.
Lali calentó aceite en una sartén para preparar las tortillas.
—Ahora me vas a decir que la mayoría de las personas que envían amenazas son amantes despechados, pero en mi caso no es cierto.
Peter se levantó.
—¿Por qué estás tan segura?
Ella tomó aliento y lo miró.
—Porque los hombres con los que he salido tienen un denominador común: en todos los casos, fueron ellos los que rompieron la relación. Yo siempre he sido la abandonada —declaró con cierta tristeza—. Pero dime, ¿tu trabajo consiste en cuidarme todo el tiempo o vendrá alguien a reemplazarte cuando acabe tu turno?
Normalmente, Peter se limitaba a supervisar el trabajo de la plantilla de su empresa y a asistir a las típicas reuniones sociales. Pero tras conocer a Lali, se había dicho que tal vez fuera el momento de volver a las trincheras, al trabajo de campo. Al fin y al cabo era una oportunidad perfecta para refrescar sus instintos. Y ya que no conseguía encontrar a Edén Ross, lo mínimo que podía hacer era cuidar de la empleada más valiosa de Trevor.
—Me quedaré contigo hasta que encontremos a ese tipo —dijo con suavidad, intentando resistirse al impulso de besarla—. No quiero dejar el caso a otra persona.
—¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Vas a mudarte a mi piso?
Peter asintió.
—Viviré aquí, comeré aquí y te seguiré y vigilaré donde quiera que vayas. Es la única forma de atraparlo.
—¿Y qué vamos a hacer con esto?
—¿Con qué?
Lali se acercó, le puso una mano en el pecho desnudo y lo acarició. El contacto lo excitó tanto que tuvo otra erección.
—Con esto y con lo que te acaba de ocurrir ahí abajo —bromeó ella.
—Como has dicho, somos adultos. Nunca mezclo los negocios con el placer, y no creo que quieras mantener una relación conmigo en estas circunstancias. De modo que tendremos que controlarnos.
Lali retiró la mano y volvió con la preparación del desayuno.
—Hoy tengo que ir a la universidad. ¿Vendrás conmigo?
—Sí.
Peter preparó café mientras Lali terminaba las tortillas y tostaba el pan. Después, se sentaron a desayunar. Estaba realmente fascinado con ella, con su forma felina de moverse, con la bata que se le pegaba al cuerpo y con la tentadora visión de sus piernas.
Pasar veinticuatro horas al día con ella iba a resultar muy complicado, todo un reto a su capacidad de resistencia. Tendría que recordarse constantemente que estaba allí para hacer un trabajo, y que el trabajo no incluía besarla ni mucho menos seducirla.
—No soy muy buena cocinera. Si no te gusta, puedo servirte unos cereales…
—Tiene muy buena pinta —dijo Peter.
Cuando Lali se inclinó hacia delante para probar su tortilla, la bata se abrió lo suficiente para dejar ver gran parte de sus senos. Pero estaba tan concentrada en la comida que no notó su interés.
—Siento curiosidad —murmuró entre bocados—. Cuando te masturbas, ¿usas revistas o vídeos porno?
Peter se atragantó con el café y empezó a toser. Tardó unos segundos en recobrar la calma.
—¿Cómo has dicho?
—Oh, lo siento… No de debido preguntártelo mientras comías. Es que estoy haciendo una investigación sobre la materia y me interesa tu opinión.
—Sería mejor que dejáramos ese tipo de preguntas para más tarde.
Peter negó con la cabeza. Obviamente, Lali se había acostumbrado tanto a su trabajo en la radio, que el sexo le parecía un tema de conversación tan trivial como otro cualquiera. Se preguntó si aquella actitud tan desinhibida se limitaba a las emisiones radiofónicas o si se comportaba del mismo modo en la cama.
Pegó un bocado a una tostada y echó otro trago de café. Resistirse a sus encantos iba a ser muy difícil. Sobre todo porque parecía muy interesada por todos sus secretos sexuales, y porque él mismo estaba dominado por la curiosidad.
En cierto modo, lo mejor que podía hacer era dejarse llevar por esa curiosidad. Si la besaba una vez, cabía la posibilidad de que se librara del deseo que sentía y de que, en consecuencia, pudiera concentrarse en el trabajo en lugar de concentrarse en su cuerpo.
Decidió que probaría la estrategia en cuando surgiera la oportunidad. No en vano, era por el bien de Lali.
Gracias a Andre que les subo otro, pero no se vale que solo firme una, empiezo a creer que no les agrado la novela:( en fin, si hay +10 sigo
A mi si me re gustaaa!!!! La voy a recomendaar
ResponderEliminarmaaaas
Me encanto el cap!
ResponderEliminarmaaaaaaaaaaaaaas
ResponderEliminarme encanta
ResponderEliminar@otralanzanita
lali es re atrevida, jajajaja me encantaaaaaaaa
ResponderEliminar@otralanzanita
mas mas mas mas
ResponderEliminar@otralanzanita
Me encanta mucho la noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminar@otralanzanita
subi mas, no comento pero me re gusta porque estoy desde el cel y tardo mucho en comentar y no tengo mi cuenta de google abierta desde aqui
ResponderEliminarsubi mas, no comento pero me re gusta porque estoy desde el cel y tardo mucho en comentar y no tengo mi cuenta de google abierta desde aqui
ResponderEliminarooooootro otrrrrrrrrro otrooooooooo
ResponderEliminar@otralanzanita
che hay dies firmas subi mas porfa jaja
ResponderEliminar@otralanzanita