Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

lunes, 18 de marzo de 2013

Capitulo 6


Lali se incorporó un poco y se apoyó en la almohada, molesta con sus dificultades para descansar. Había dormido dos o tres horas antes de tener un sueño muy extraño. Soñó que Peter Lanzani entraba en su despacho y que ella se acercaba a él y lo besaba.
Al recordarlo, gimió. ¿Qué tenía de sorprendente? Un hombre terriblemente atractivo estaba durmiendo a pocos metros de su cama. No era extraño que su imaginación se desbocara. Podía pasarse toda la noche pensando en él.

—No te hagas ilusiones con el guardaespaldas —se dijo.
Estaba allí para hacer un trabajo, y aunque se preocupara por ella, se preocupaba porque era su obligación. No lo hacía por placer sino por dinero.
Sin embargo, era una fantasía maravillosa con un hombre maravilloso. Pensó en su cabello oscuro, perfecto para acariciarlo, y en su boca, que deseaba besar. Estaba segura de que habría besado a muchas mujeres. Un hombre así nunca andaría mal de amantes. Y tenía una voz tan profunda y sensual, que parecía específicamente pensada para convencer a una mujer de que lo único que necesitaba era desnudarse y meterse en la cama con él.
Ni siquiera tenía que imaginar cómo era su cuerpo. El suceso del pulverizador de pimienta le había ofrecido la ocasión perfecta para contemplar lo que su ropa ocultaba.
Pensó en su torso y se estremeció. Llevaba varias semanas sin dormir bien por culpa de las amenazas, pero su vigilia se debía ahora a un motivo completamente diferente. Estaba tensa, demasiado despierta. Así que se inclinó sobre la mesita de noche y tomó una revista de Antropología para leer un poco.
Pero no consiguió concentrarse en la lectura. Una y otra vez, su mente volvía a Peter Lanzani.
Al final, se levantó de la cama, se acercó al espejo de la cómoda y observó su figura con sentido crítico. A diferencia de muchas mujeres de su edad, Lali no hacía ejercicio. Detestaba el deporte y odiaba sudar. Pero a pesar de que su tono muscular no era perfecto, se consideraba suficientemente atractiva para los hombres. Cintura estrecha, caderas bonitas y senos del tamaño exacto.
—Ni demasiado grandes ni demasiado pequeños —murmuró.
Inclinó la cabeza hacia un lado. Aunque nunca se había considerado una mujer especialmente bella, aunque ninguno de sus rasgos fuera especialmente llamativo, el conjunto era tan agradable, que sabía que algunos hombres la creían guapa. Y por supuesto, estaba su pelo.
Se pasó una mano por los rizos de color castaño, que le llegaban justo a la altura de los hombros, y volvió a la cama. Su cabello siempre había sido el centro de su existencia, desde que era niña. Era tan bonito, que no necesitaba hacer nada con él.
Lali sabía que la belleza física era crucial en lo relativo a la atracción sexual. Todas las personas tenían gustos específicos, que se volvían más definidos con el tiempo. Aunque hubiera sido la mujer más bella de la Tierra, no habría tenido seguridad alguna de encajar en el concepto de belleza de Peter Lanzani.
Se tumbó de nuevo, pero su estómago hizo tal ruido, que cayó en la cuenta de que tenía hambre. Tal vez fuera el motivo de su insomnio, de modo que se puso una bata y salió de la habitación. Al pasar ante el dormitorio de invitados, se detuvo un momento. No se oía nada.
Cuando llegó al salón, comprendió por qué. Peter estaba tumbado en el sofá y no llevaba más ropa que los calzoncillos. Había tomado una manta de la habitación, pero la había dejado a sus pies.
Tomó aliento y soltó el aire poco a poco. No había más iluminación que la procedente de la cocina, porque siempre dejaba encendida la luz del extractor. Pero era suficiente para distinguir todos los detalles de su cara y de su cuerpo.
Contempló su pecho durante unos segundos. Subía y bajaba muy despacio. Después, se sentó en una silla, lo observó con detenimiento y se dijo que la atracción física era algo bastante extraño. Había conocido a hombres muy atractivos, pero ninguno la había atraído tanto como Peter Lanzani.
Sin embargo, no sabía si aquella atracción era tan intensa como parecía o si simplemente se debía a que llevaba mucho tiempo sin hacer el amor con nadie. Por mucho que los hombres tuvieran un ritmo sexual distinto al de las mujeres, eso no significaba que la necesidad de las mujeres fuera menos intensa ni menos urgente.
Pensar en un hombre, desnudo, excitado, tumbado sobre ella o debajo de ella, tocándola, invadiendo su cuerpo… La idea bastó para alimentar un deseo que exigía satisfacción.
Lali no se consideraba una mujer tímida. Sabía seducir a un hombre; por lo menos, en teoría. Pero siempre cabía la posibilidad de que la rechazaran o incluso de que no se dieran por enterados.
Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Tal vez no fuera el momento ni el lugar más adecuados.
Suspiró y volvió a pensar en Peter. En cualquier caso, no saldría de dudas hasta que lo intentara.


Peter abrió los ojos lentamente y miró a su alrededor. Estaba en el piso de Lali Esposito, en su sofá, y la luz del alba empezaba a entrar por las ventanas. Junto a él, en el suelo, estaban los documentos que le habían enviado la noche anterior.
Se apoyó en los codos, bostezó y se quedó helado al ver que había otra persona en el salón.
Instintivamente, se puso en pie. Preparado para defenderse.
Sólo entonces, notó que la otra persona era Lali. Se acercó, encendió una lámpara y la miró.
—Lo siento. No pretendía asustarte —murmuró ella, tuteándolo.
—No me ha asustado, señorita Esposito.
—Llámame Lali. Si vamos a estar juntos, será mejor que nos dejemos de formalidades.
Ella bajó la mirada a su entrepierna y él la imitó y contempló su erección bajo los calzoncillos. En ese instante, recordó que había estado soñando y que era un sueño erótico, precisamente con Lali. Reaccionó tan deprisa como pudo, tomó un cojín y se tapó con él.
—No te avergüences —continuó ella—. Es una reacción fisiológica normal, típica de la fase REM del sueño. De hecho, seguro que tienes tres o cuatro reacciones parecidas mientras duermes y ni siquiera lo sabes. Se producen con cualquier sueño, aunque no sea sexual.
—No lo era —puntualizó él.
Ella negó con la cabeza.
—Ni yo he afirmado que lo fuera. Aunque por otra parte, los sueños sexuales no tienen nada de malo. Son normales.
—¿Podríamos hablar de otra cosa?
Ella se encogió de hombros y se sentó en una silla.
—No deberías sentirte incómodo por una conversación sobre sexo. Sólo es…
—Sí, ya lo sé —la interrumpió—. Es normal.
Ella asintió y lo miró con intensidad durante unos segundos. Lali lo encontró inquietante, porque lo miraba como si pudiera adivinar sus pensamientos. Y desde luego no había cometido ningún pecado. Lali era una mujer tan atractiva que cualquier hombre se habría dejado llevar por ensoñaciones.
—Supongo que sabes mucho de sexo —comentó él.
—Algunos dirían que soy una experta. Por eso me dieron el trabajo en la radio. Escribí un artículo para la prensa sobre adicciones sexuales y la CNN me llamó para que participara en varios programas. Trevor me vio, le gusté y me pidió que trabajara en su emisora. Su oferta fue tan buena, que no me pude negar.
—Y te convertiste en la doctora Devine…
—Pensé que sería mejor que utilizara un seudónimo. En la universidad son bastante conservadores y mi reputación académica habría sufrido bastante si hubiera usado mi verdadero nombre.
—Sí, supongo que hablar de erecciones en la radio les puede parecer extraño.
—Ayudo a mucha gente —dijo, algo a la defensiva—. Hay muchas personas que son completamente analfabetas en materia de sexo; muchas más de lo que podrías imaginar. Pero la única forma de solucionar esos problemas es hablar de forma abierta y tranquila sobre nuestras necesidades sexuales.
—¿Y qué me dices de tus necesidades? —preguntó él, sorprendido con su propio atrevimiento—. Oh, discúlpame. Eso es algo personal y no tengo derecho a…
—No, no te preocupes. Supongo que debemos ser tan sinceros entre nosotros como podamos… A fin de cuentas, seguro que sabes que eres un hombre atractivo. Y yo te encuentro muy atractivo.
—Tú también me gustas —dijo él con una sonrisa—. A decir verdad estaba soñando contigo cuando me he despertado.


+10 y sigo

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