Mi pacto con vos está escrito en las estrellas, es más fuerte que la distancia y el tiempo, es un pacto que vence al destino.

jueves, 28 de marzo de 2013

Capitulo 31


Lali cambió de posición en la cama y abrió los ojos al oír el teléfono. Peter estaba tumbado a su lado, desnudo. Llevaban tres noches seguidas durmiendo juntos y no se cansaba de mirarlo.
En ese momento, él despertó y sonrió.
—Buenos días.
—Tu teléfono acaba de sonar —murmuró.
—¿Qué hora es?

—Cerca de las nueve.
—Qué tarde…
—Ten en cuenta que nos dormimos hacia las tres.
Lali sonrió con satisfacción.
—Sí, es verdad. Ahora me acuerdo. Intentabas convencerme de que tu lengua es mejor para la seducción que mis manos. ¿Pero quién ganó la apuesta? Ya no me acuerdo…
Ella se inclinó hacia él y lo besó.
—Yo, por supuesto. Tuviste que admitir que sé más que tú de sexo.
—Sólo en materia de libros. En cuestiones prácticas, te gano.
—Dime una cosa, ¿con cuántas mujeres te has acostado?
—¿De verdad lo quieres saber?
Lali asintió.
—No creo que me sorprendas. Hasta es posible que pueda adivinar la cantidad.
—No hace falta. Sólo me he acostado con una.
—¿Con una?
Él asintió.
—Sí, contigo. El resto no cuentan porque no sentía lo que siento a tu lado. Esto es sexo intenso, puro, algo muy diferente a mis experiencias anteriores —le confesó—. ¿Y tú? ¿Con cuántos hombres te has acostado?
—Sólo con uno —dijo, sonriendo.
—Caramba, ahora va a resultar qué éramos vírgenes…
El teléfono volvió a sonar y Peter maldijo su suerte.
—En fin, supongo que debo contestar.
—Mientras tanto, iré a preparar café. Pero creo que deberías ir alguna vez a tu despacho, porque tus empleados van a pensar que te he convertido en mi esclavo sexual.
—Esclavo sexual. Eso me gusta…
Lali entró en el cuarto de baño y se lavó los dientes. Después, se refrescó un poco y fue a la cocina a preparar el café. Cuando regresó a la habitación, Peter estaba sentado en la cama con el ceño fruncido.
—¿Ocurre algo?
—Era de mi despacho. Han descubierto algo importante.
—¿Qué?
—A una de tus pacientes la arrestaron el año pasado por amenazas. Se llama Janice Krandall. ¿Qué puedes decirme de ella?
—Nada —dijo, mientras le daba una taza de café.
—¿Nada?
—Nada en absoluto. Me lo impide el acuerdo de confidencialidad con mis clientes. ¿Cómo conseguiste su nombre?
—Leyendo tus archivos.
—¿Qué? —dijo ella, sorprendida.
—Sabía que no querrías que los viera, así que tuve que tomar una decisión.
—Pues te has excedido —declaró, enfadada.
—Lo siento, Lali. Mi trabajo consiste en protegerte. Y ahora será mejor que me hables de esa mujer.
—¡No! ¿Es que no te das cuenta de lo que has hecho? ¡Has puesto mi reputación profesional en peligro! Si no puedo asegurar la confidencialidad de mis pacientes, nadie querrá que lo trate.
Peter la agarró de un brazo.
—Escúchame un momento, Lali. Todo ese asunto de la confidencialidad es irrelevante en este momento. Esa mujer podría ser la persona que estamos buscando.
—Me da igual que lo sea. Soy una profesional y debo comportarme como una profesional —insistió.
Lali soltó una maldición y bajó al piso inferior. Fue al patio, recogió la blusa y la falda que había colgado a secar y se vistió. Después, salió de la casa y empezó a caminar. Sólo había recorrido una manzana y media cuando Peter la alcanzó. Iba descalzo y en pantalones cortos.
—¿Se puede saber qué estás haciendo?
—Pasear —murmuró—. Márchate. No quiero estar contigo.
—Lo siento, pero si sales a pasear, tengo que acompañarte.
—No tenías ningún derecho, Peter. Has cruzado una línea que no debías.
—¿Es que no te das cuenta? Estás en peligro, Lali —gritó—. ¿Cómo puedo cuidar de ti si no me das la información que necesito? No me importan tus obligaciones profesionales. Sólo me importas tú.
Ella siguió caminando, pero él la detuvo.
—¡Déjame en paz!
—Te dejaré en paz cuando vuelvas a la casa.
—He dicho que quiero pasear.
—Lo siento, pero no vas a ir a ninguna parte.
Peter la agarró, pero ella le dio una patada en la rodilla y los dos terminaron en el suelo.
—Vamos a casa —insistió él.
—Suéltame —dijo ella.
—Por favor, Lali…
Lali suspiró y se sentó.
—Está bien.
Peter la ayudó a incorporarse y unos segundos después estaban de vuelta en la casa.
—No te enfades conmigo por intentar protegerte —dijo él mientras se dirigían a la cocina—. Hago lo que hago por tu seguridad.
Lali lo miró a los ojos y notó su frustración y su ira. En el fondo, sabía que había actuado con buena intención y por buenos motivos.
—¿Me prometes que olvidarás el nombre de esa mujer y lo que sabes de ella?
peter suspiró y cerró los ojos un momento.
—Te lo prometo si tú me prometes que no volverás a escaparte. Me has dado un susto de muerte.
—De acuerdo.
Lali se acercó entonces y le dio un beso inocente para demostrarle que lo había perdonado. Pero Peter no se contentó con eso y lo convirtió en un juego más profundo y sensual.
La subió a la encimera, le quitó la blusa y empezó a lamerle un pezón. Lali le acarició el cabello y dejó que le quitara también la falda. Luego, se desnudó a su vez y abrió un cajón. En su interior estaba el paquete de preservativos que había comprado el día anterior. Lali rió al verlos.
—No me digas que los habías dejado aquí a propósito…
—Claro que sí. Pero ahora que lo pienso, debería repartir cajas de preservativos por toda la casa.

+10

Ayer iba a continuar el maraton pero me fui al cine, y regrese tarde. Lo siento. Pero hoy les traigo mas maraton!

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