martes, 19 de marzo de 2013
Capitulo 17
—De acuerdo, jefe. Te llamaré si hay algo nuevo.
Peter cortó la comunicación y dejó el teléfono a un lado.
Estaba sorprendido por los descubrimientos de Rick. Si la persona que amenazaba a Lali era una mujer, las cosas cambiaban por completo. Los hombres solían actuar en esos casos por obsesión sexual; pero las mujeres lo hacían por envidia, por celos o por despecho. Y no resultaban menos peligrosas que ellos.
Decidió guardarse lo que sabía. No quería comentárselo a Lali hasta que Rick averiguara algo más.
Sacó un refresco del frigorífico y regresó al muelle sin dejar de pensar en la conversación que había mantenido. Hasta ese momento no había pensado mucho en las relaciones de Lali con otros hombres, y le extrañaba que no la hubieran encontrado interesante. A él le fascinaba. Además, siempre se había considerado un hombre de gustos normales en lo relativo a las mujeres. Tal vez fuera que los tres tipos con los que había salido eran tipos raros.
Pero las mujeres sexys eran mujeres sexys para todo el mundo, tipos raros incluidos. Y Lali era definitivamente sexy, como comprobó de nuevo cuando avanzó por el muelle y la vio.
Se había quitado la falda y ahora estaba en sostén y bragas. Su lencería de encaje era menos reveladora que la mayoría de los bikinis, pero le pareció más atrayente por eso. Con muy poco esfuerzo, con un movimiento leve por aquí y otro por allá, podía desnudarla en un santiamén.
—Ten cuidado o te quemarás —dijo.
Lali sonrió.
—Lo sé. Me iba a vestir ahora mismo. Es que quería ponerme algo morena… no me gusta la cara pálida que se te queda cuando pasas mucho tiempo encerrada.
—A mí me gusta tu piel tal y como es.
Peter abrió el refresco y se lo dio.
—Debería subir y preparar la cena —dijo ella—. ¿Te vas a quedar aquí?
—Sí, un rato. Llámame si me necesitas. Y ten cuidado con los cuchillos de la cocina, que están muy afilados.
—Al final del muelle hay un tablón roto. ¿No vas a advertirme también que tenga cuidado con eso? Podría dar un traspié y partirme la crisma.
—Lo siento, discúlpame… sólo estoy haciendo mi trabajo.
—Hay cosas que haces mejor que tu trabajo.
Lali se alejó y él la observó, sonriendo. No estaba seguro de por qué sentía esa necesidad de protegerla. A fin de cuentas Lali había sobrevivido sola durante veintinueve años y por lo visto nunca se había cortado gravemente con un cuchillo ni había sufrido quemaduras de tercer grado por tomar el sol. Quizás fuera el momento de tranquilizarse un poco.
Sí, desde luego era lo mejor. Estaba allí con una mujer apasionante. En lugar de preocuparse, podía hacer cosas más interesantes.
Lali sirvió las últimas gotas de vino en la copa de Peter. Habían cenado salmón a la plancha, espárragos y ensalada, y apenas quedaban unos restos en la mesa del porche.
Echó un trago de vino y se recostó en la silla. Estaba más relajada que nunca. Habían desaparecido sus temores y no había otra cosa en su mente que el sabor del vino, la belleza del atardecer que acababan de contemplar y lo atractivo qué estaba Peter en la luz azulada del crepúsculo.
El día había sido muy divertido. Se habían limitado a las miradas intensas y a las caricias inocentes, con algún beso intercalado; simples pistas del deseo que sentían y cuya consumación estaban retrasando.
—Si estuvieras en casa, ¿qué estarías haciendo? —preguntó.
—Si no estuviera trabajando, probablemente habría ido a un bar a ver un partido o habría salido a divertirme con mis hermanos —respondió él—. Aunque también es posible que hiciera un poco de ejercicio. ¿Y tú?
—Trabajar. No dejo de repetirme que es una suerte que mi vida social no sea intensa, pero me engaño. Me encanta estar aquí sin hacer nada… No he pensado en el trabajo desde que salimos de Providence.
—Pues yo no sé si debería estar aquí. Sobre todo con una mujer tan bella. Es una tentación demasiado grande.
—Pero es una buena tentación.
—Nada de eso. Se supone que debo mantener un celibato estricto hasta principios de septiembre.
—¿Por qué? ¿Es que pretendes entrar en un seminario y hacerte cura? ¿O se trata de algún problema médico?
—Ni una cosa ni otra. Mis hermanos y yo hicimos una apuesta para ver quién aguanta más sin acostarse con nadie. De hecho, la idea fue mía. Y a ellos les pareció bien —contestó.
Lali se alegró de ser la causante de que Peter estuviera a punto de romper el juramento hecho a sus hermanos.
—A veces conviene descansar un poco del sexo. Ayuda a recuperar la perspectiva de las cosas.
—Eso es más o menos lo mismo que dije yo —admitió Peter.
—Pues tenías razón.
—Qué va, fue una verdadera estupidez. No debimos hacer esa apuesta… pero no esperaba encontrarme contigo.
—Todavía no la has perdido. No nos hemos acostado. Hasta ahora nos hemos limitado a coquetear y a jugar un poco.
—Pero se suponía que la apuesta incluía cualquier tipo de contacto sexual con mujeres. Ni caricias ni besos ni nada durante tres meses. Y ahora no sólo no puedo aguantar tres meses sino que tres minutos me parecen insoportables —dijo mientras la tomaba de la muñeca—. No me canso de ti.
La besó en el cuello. Lali alcanzó los botones de su camisa y la empezó a desabrochar. Cuando terminó, le acarició el pecho. El juego fue ganando en intensidad y al cabo de un rato decidieron volver a la cabaña.
Una vez allí, se tumbaron en el sofá. A Lali nunca la habían besado de esa forma, tan intensa y sutil al mismo tiempo. La estaba volviendo loca y no podía controlarse. De hecho, se sentó sobre él a horcajadas y se llevó las manos a la espalda con intención de desabrocharse el sostén, pero él se le adelantó.
Peter se incorporó levemente, lo justo para poder llegar a sus senos y succionarlos. Lali sintió una ola de placer. Cerró los ojos y se arqueó contra él, invitándolo a tomar mucho más.
Peter parecía conocer su cuerpo, ser consciente de todas las teclas que debía pulsar. Sabía cómo darle el mayor placer posible y se lo daba. Aprovechaba cada caricia al máximo antes de cambiar de estrategia o posición.
Le acarició el pecho y buscó el botón de sus vaqueros. Estaba a punto de desabrochárselos cuando sonó el teléfono.
—Oh, vaya —dijo él—. Será mejor que conteste.
Lali se levantó y sonrió a regañadientes.
—Está bien. Aprovecharé para limpiar la mesa…
Se puso una blusa, salió al porche y empezó a retirar los restos de la cena. Oía que Peter estaba hablando por teléfono, pero no entendía lo que decía. Y de repente se le ocurrió una idea inquietante: ¿estaría hablando con otra mujer?
Sintió un nudo en el estómago. Era evidente que un hombre tan atractivo y encantador como Peter tendría muchas admiradoras. Pero le había dicho que no tenía novia, y debía ser cierto si se había prestado al juramento de celibato.
Fuera como fuera, lo que se suponía que sólo iba a ser una relación sexual, se estaba convirtiendo en otra cosa. A medida que pasaba el tiempo y se conocían mejor, era más consciente de que no podría renunciar a él con facilidad. Sobre todo si el sexo resultaba ser tan increíble como sus juegos previos.
Sin embargo, no quería pensar en el futuro. Llevó los platos y cubiertos a la cocina y se dijo que todavía tenían dos noches más por delante. En cuanto Peter dejara el teléfono, retomarían lo que habían interrumpido.
Peter terminó segundos después y se acercó a ella.
—Era de mi despacho.
—Pensaba que sería una de tus novias…
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sube maaaassss
ResponderEliminarMAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS
ResponderEliminarAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS MAS M
ResponderEliminarotrooooooooooo
ResponderEliminarmash mash
ResponderEliminardale dale dale cheeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ResponderEliminarsube massssssssssss
ResponderEliminarotroooooooooooooo
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ResponderEliminar+
ya no se que poner pero sube otro!!
ResponderEliminarme encanto
ResponderEliminarYa comienza Lali a sentir celos
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