Peter apagó la luz del dormitorio de invitados. Avanzó con una almohada y una manta por el pasillo y las arrojó al sofá del salón. Podía elegir la comodidad y la intimidad relativa de la habitación, pero no estaba allí en calidad de huésped. Tenía un trabajo que hacer y no iba a permitir que una inconveniente atracción sexual se interpusiera.
Se quitó los zapatos y se tumbó. El pecho y las manos todavía le olían a pimienta, pero los efectos casi habían desaparecido. En ese momento recordó la imagen de Lali Esposito y su primera reacción cuando pudo abrir los ojos, ver con claridad y contemplarla.
Había conocido a muchas mujeres bellas, pero todas lo eran de una forma muy convencional. Altas, de cabello sensual, piel blanca, cuerpos perfectos y ropa provocativa. Lali Esposito era diferente; en primer lugar, porque no parecía consciente de su belleza. Tenía cierta actitud de inseguridad que la hacía mucho más apetecible. Además, sus facciones de porcelana y su cabello castaño, levemente revuelto, añadían encanto a su imagen.
Pero Peter estaba especialmente fascinado por su boca, que pedía a gritos que la besaran. Pensar en aquella boca era suficiente para perder al más resistente de los hombres. Y qué decir de su cuerpo, esbelto, de cintura estrechísima y senos delicados, ocultos bajo una indumentaria excesivamente conservadora.
Gimió y clavo la mirada en el techo. Sólo habían pasado tres semanas desde el juramento de celibato, que de hecho le habían recordado el día anterior cuando desayunó con sus hermanos. Lo habían prometido sobre el medallón de Nico y habían puesto mil dólares cada uno para que la apuesta fuera más interesante.
Hasta aquella noche, Peter estaba seguro de que ganaría. Durante el desayuno del día anterior había notado que Gaston y Nico mostraban los primeros signos de debilidad. No tenía pruebas de que hubieran roto el pacto, pero sí sospechas. Dudaba que fueran capaces de aguantar tres meses sin sexo, así que tenía el camino expedito para ganar.
Sin embargo, el dinero carecía de importancia. En su trabajo podía ganar cuatro mil dólares en una sola noche. Había propuesto el juramento porque empezaba a sentirse verdaderamente frustrado con su vida. Todo el mundo había sentado la cabeza o creado una familia. Sus amigos, sus primos, incluso personas que no parecían capaces de encontrar a su media naranja.
Durante el último año, Peter se había empezado a preguntar si estaba haciendo algo mal. Nunca había mantenido una relación que durara más de tres meses. Eso no le había molestado hasta entonces, pero las cosas habían cambiado.
Se levantó, se desabrochó el cinturón y se quitó los pantalones y los calcetines, que dejó en el suelo. Después, caminó lentamente por el piso, escuchando el zumbido del aire acondicionado.
Era un lugar bastante desangelado y con pocas pertenencias de Lali. Ni siquiera podía saciar su curiosidad echando un vistazo a sus cosas, de modo que se dirigió a una de las ventanas. Su domicilio estaba en el piso treinta y seis del lujoso edificio One Ten de Providence, y la ventana del sudeste tenía vistas al río.
Dec caminó a la cocina y abrió el frigorífico con la esperanza de encontrar una cerveza fría y algo de comer. No había cerveza, pero sí zumo de naranja. También encontró una caja de galletas en uno de los armarios. Estaba a punto de volver al salón cuando oyó un golpe suave en la puerta. Dejó el zumo y las galletas en la mesa del comedor, se acercó a la puerta del piso y echó un vistazo por la mirilla. Peter reconoció el uniforme del servicio de seguridad del edificio y abrió enseguida.
El desconocido sonrió y asintió.
—Señor Lanzani… le traigo su equipaje y un sobre que acaba de llegar. El mensajero me ha pedido que se lo entregara en mano. Es del señor Ross. Ha dicho que lo llame por la mañana si tiene alguna duda al respecto.
Peter tomó el sobre y dejó que el guardia dejara su equipaje junto a la puerta.
—Gracias.
Cuando el guardia se marchó, Peter se sentó en el sofá y encendió una lámpara. Dentro del sobre había dos carpetas. La primera contenía un informe de Lali, con fotografías y recortes de prensa. La segunda, una copia de la investigación del caso. Ross había contratado a una pequeña empresa de detectives y le había enviado sus descubrimientos y un montón de notas escritas a mano: las notas del individuo que la amenazaba.
En lugar de mirar las notas, abrió la carpeta de Lali y sacó una fotografía de ocho por diez. Adjunta a la imagen había un curriculum que ya tenía varios años.
—Nacida en Nueva York —leyó en voz baja—. El 10 de octubre de 1977.
Por lo visto, sólo era un año más joven que él.
Leyó la lista de su historial académico, de los trabajos que había ejercido y de sus artículos publicados. Buscaba información más personal, pero todas las referencias eran laborales.
En ese momento, oyó una voz. Dejó la carpeta a un lado y se acercó a la puerta del piso. No tardó en comprobar que la voz no procedía del pasillo exterior sino del dormitorio de Lali, de manera que caminó hacia él. Pensó que estaría hablando por teléfono. Pero las frases eran incongruentes y apenas inteligibles. No estaba hablando con nadie. Hablaba en sueños.
Abrió cuidadosamente la puerta y se asomó. La luz de la mesita de noche seguía encendida. Lali estaba tumbada en la cama, con un camisón que se le había subido lo suficiente para mostrar una visión muy generosa de sus muslos. Parecía agitada y movía la cabeza de un lado a otro.
Peter la admiró sin poder evitarlo. El camisón era semitransparente y podía ver sus pezones con claridad, apretados contra la tela. Sabía que no debía mirar, pero era tan atractiva, que su mirada descendió hacia la oscura sombra de la entrepierna de Lali.
Mientras la miraba, su agitación aumentó de tal manera, que llegó a pensar que era consciente de su presencia en el dormitorio. Peter se acercó lentamente. No sabía si debía despertarla, porque corría el peligro de darle un buen susto. Pero por otra parte, era evidente que sufría una pesadilla.
La tomó de la mano y murmuró suavemente su nombre. Acto seguido, se inclinó y la besó en la muñeca. Lo hizo de forma inconsciente, y se sorprendió tanto, que le soltó la mano inmediatamente. Pero justo entonces, ella abrió los ojos y se sentó en la cama. Lo miró con desconcierto durante unos segundos; acto seguido, pareció reconocerlo e hizo algo aún más sorprendente que el gesto de Peter: pasó los brazos alrededor de su cuello y le besó en la boca.
Peter no sabía cómo reaccionar. Sin embargo, su cuerpo lo sabía de sobra y se dejó llevar. Lali lo atrajo hacia sí, tumbándolo sobre ella, y él le acarició el cabello.
Peter había besado a muchas mujeres a lo largo de su vida, pero jamás se había sorprendido tanto. Era un beso apasionado, una verdadera locura llena de promesas y de placer. Que terminó de un modo tan repentino como había empezado.
Lali se apartó, con los ojos cerrados, sonriendo.
—Ahora tengo que ir a la biblioteca —susurró.
Se acomodó en la cama y se quedó profundamente dormida.
Peter se puso en pie, confundido con su propia excitación. Nunca había disfrutado de un beso tan desinhibido y al mismo tiempo tan inocente. Irónicamente, había grandes posibilidades de que Lali no recordara nada cuando despertara por la mañana. Y supuso que tal vez sería lo mejor. Su situación ya era bastante complicada. No quería preocuparla aún más con el hecho evidente de que era sonámbula.
Sin embargo, eso no evitó que Peter se preguntara por lo que habría sucedido si aquel beso hubiera sido real y totalmente consciente en lugar de un simple producto de los sueños de Lali. Qué habría pasado si hubiera despertado de verdad y lo hubiera besado a pesar de todo. Porque sabía que él no se habría resistido.
Empezaba a comprender que su experiencia profesional no le serviría de gran cosa con Lali Esposito, pero se dijo que sería perfectamente capaz de controlar la situación. No quiso dar vueltas al asunto, porque a fin de cuentas era improbable que ocurriera nada. Lali sólo le había besado en sueños.
+10 y sigo
Nove . Subi mas no nos podes dejar asi
ResponderEliminarmaaaaaaaas
ResponderEliminarme copo la lalita del sueño ajjaajaj
ResponderEliminaracabo de encontrar la nove
ResponderEliminarme gusto demasiado el tema de la nove :)
ResponderEliminary que copado el sueno de lali xD
ResponderEliminarpobre peter como quedo jajajaja
ResponderEliminarya tienes una lueva lectora :)
ResponderEliminarmaas :)
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