Peter contempló las revistas que Lali le dio. No podía creer lo que veían sus ojos.
—¿Por qué diablos guardas revistas porno en tu despacho?
—Son para mis investigaciones. Además, no podía tirarlas porque las compramos con dinero de la universidad —respondió ella—. Y sería una pena que las tirara. Las revistas porno no caducan nunca. Sólo tienen fotografías.
—¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo?
Lali lo miró con desesperación.
—Por Dios, Peter. ¿Cómo voy a trabajar si no dejas de interrumpirme con comentarios? Tengo cosas que hacer y te has empeñado en acompañarme a todas partes, así que tendrás que entretenerte con algo.
—¿Y crees que un montón de revistas porno son un entretenimiento adecuado? —preguntó, asombrado.
—No me digas que no te gusta la pornografía.
—Sí, bueno, de vez en cuando no está mal. Pero tampoco soy un consumidor obsesivo —respondió.
—Te estoy ofreciendo una oportunidad perfecta para disfrutar un poco, así que relájate y échales un vistazo. Todavía me queda una hora de trabajo, pero después podremos marcharnos.
Peter se sentó en el sofá de cuero de Lali y tomó las revistas. Las había de todo tipo, desde las típicas revistas con desnudos levemente eróticos hasta ejemplares de pornografía dura.
—¿Qué estás investigado exactamente? —preguntó él.
—Les pedimos a hombres de entre dieciocho y treinta y cinco años de edad que elijan su mujer perfecta entre las fotografías de esas revistas. Después, tomamos las características de esas mujeres, las cuantificamos y lo introducimos todo en un programa informático para dar con la media estadística de los hombres del país.
—¿Y tienes que sentarte a ver revistas porno con todos esos tipos?
—No, en absoluto. Se sientan en una sala y responden a un cuestionario.
—¿Los metéis en una sala a mirar revistas de pornografía?
—Bueno, sobra decir que siempre les pedimos que se controlen y que no se animen demasiado con las fotografías. Pero puedo imaginar lo que hacen muchos cuando salen de aquí —comentó con ironía—. Estamos investigando el comportamiento sexual, Peter. No tiene nada de malo.
—¿Y qué habéis descubierto hasta el momento?
Lali lo miró.
—Que la mayoría de los hombres se sienten atraídos por el mismo tipo de mujer. Hemos hecho un montaje fotográfico con las características de ese tipo femenino y les hemos pedido que la valoren del 1 al 10. De momento, la media es un 8,7. Un resultado bastante significativo.
—¿Y qué significa eso?
—En la prehistoria, los hombres preferían mujeres fuertes, robustas y capaces de darles muchos hijos. Lo de los hijos se mantuvo hasta la revolución industrial, pero las cosas cambiaron en el siglo XX. Ahora, los hombres no tienen más inclinación que la belleza. Buscan a la mujer más sexy.
—Vaya…
—Es lógico. Cuando la mujer se emancipó, cuando empezó a trabajar y repartió con los hombres el cuidado de los hijos, pudo ser algo que hasta entonces no podía ser: un objeto sexual puro.
—Me encanta oírte hablar de esas cosas —rió Peter.
Lali siguió trabajando y Peter se dedicó a mirar las revistas. Pero no pensaba en las mujeres de las fotografías, sino en lo sucedido la noche anterior. Tal vez no fuera la mujer más atractiva del mundo, pero eso le daba igual. Le gustaba por su inteligencia, su vulnerabilidad, su sinceridad. Y por el enorme placer que sentía cuando hacían el amor. Hacía que se sintiera único.
Suspiró y se dejó llevar por sus fantasías con ella.
—Mira esto —dijo Peter al cabo de un rato—. Tus senos son mucho más bonitos que los de esta mujer… no sé, no parecen de verdad. En cambio, los tuyos son mucho más naturales.
—Oh, gracias.
—Y tu cabello también me gusta más. Es… diferente.
—¿Diferente? ¿Lo dices en sentido positivo o negativo?
—Positivo. Es lacio y fuerte, y me encanta acariciarlo.
—¿Alguna otra cosa? —preguntó, sonriendo.
—Si tuviera que describir a mi mujer perfecta, te describiría a ti —dijo, arrojando la revista a un lado—. Sería exactamente igual que tú.
Peter se levantó, cruzó el despacho y la besó.
—¿Quieres que te proporcione otra cosa para matar el tiempo? —preguntó ella—. Podría darte unas ilustraciones muy interesantes sobre posiciones sexuales.
—Prefiero que me des lecciones en persona —contestó él—. Eres toda una experta en esta materia. Aunque ahora que lo pienso, hay algo que no sabes.
—¿Y se puede saber qué es?
—Que no deberías dar revistas porno a un hombre cuando estás encerrada en la misma habitación que él.
—No estamos encerrados —observó.
—Entonces, será mejor que eches el cerrojo.
Lali se levantó, caminó hasta la puerta e hizo lo que le había pedido.
Peter sonrió y caminó hacia ella. La abrazó y la besó sin contenerse. No quería perder el tiempo con preliminares. Ya tendrían ocasión de tomárselo con calma más tarde, cuando estuvieran en su casa. En ese momento sólo quería tenerla. Cuanto antes.
Le quitó la ropa tan rápidamente como pudo. Lali parecía sorprendida con su comportamiento, pero enseguida se relajó y participó de forma activa en el juego.
Se quedaron desnudos y se miraron. Peter pensó que nunca se cansaría de mirarla, de disfrutar de la visión de sus curvas. Pero eso no era suficiente. La alzó en vilo y ella cerró las piernas a su alrededor. Luego, la apoyó en una de las estanterías y ella estiró los brazos para agarrarse a los anaqueles y mantener el equilibrio. Si la noche anterior habían optado por ir despacio, ahora lo harían de un modo radicalmente distinto.
—Te adoro —susurró él.
Peter maniobró para poder succionarle los pezones. Lali gimió y se arqueó.
—Oh, sí. Sigue, por favor…
Ahora podía sentir el pene de Peter contra su clítoris. La acariciaba con él, torturándola, excitándola.
—¿Lo quieres? —preguntó él con voz ronca por el deseo—. ¿Quieres que te penetre?
—Sí. Ahora. Ya.
—Ah, el preservativo…
Peter caminó hasta el lugar donde había dejado los pantalones, sin separarse de ella. La sentó en la mesa y luego sacó la cartera y el preservativo que llevaba en su interior.
Cuando se lo puso, dudó. Si lo hacían de pie, resultaría más difícil. Así que apartó los objetos de la superficie la mesa y la tumbó. Ella estaba preparada, pero Peter no quería arriesgarse a alcanzar el orgasmo antes de que Lali llegara al punto justo.
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Noveeeeee
ResponderEliminarSubi mas
Noveee
Masss mass maass :)
ResponderEliminarmas
ResponderEliminarmas nove
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ResponderEliminarMas noveee
ResponderEliminarsubeee mas :)
ResponderEliminarotro otro otro
ResponderEliminarjujuju estan re quenchi! jaja mass!
ResponderEliminarTodo placer.
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