martes, 19 de marzo de 2013
Capitulo 11
—¿Y qué me dices de Simón? ¿Qué sabes de él?
—Es mi ayudante desde hace dos años. Me lo recomendó Daniel y no tengo ninguna queja de su trabajo.
—Te lo recomendó Daniel… ¿Y le informa a él?
—No; me informa a mí. Te estás portando como si estuviera en medio de una confabulación.
—Sé que el mundo académico puede ser extraordinariamente competitivo. El éxito se mide por el grado de influencia de las personas que te rodean. ¿Estás segura de que Ellsworth se preocupa sinceramente por tus intereses? ¿No te habrá elegido por algún otro motivo?
Lali recogió el bolso y le dio la espalda.
—Ya basta. No sé cuánto tiempo llevas en tu trabajo, pero esta vez te equivocas —afirmó—. Y ahora tengo que marcharme. Debo hacer un par de cosas en la universidad y luego quiero comer algo. Puedes quedarte aquí si quieres. Pero si vienes conmigo, tendrás que prometerme que no volverás a sacar ese tema de conversación.
Lali quiso salir del despacho, pero Peter se le adelantó, cerró la puerta y la arrinconó contra ella.
—¿Ellsworth sabe que eres la doctora Lillian Devine?
Lali abrió la boca, pero no dijo nada. No hizo falta. La respuesta estaba escrita en su rostro.
—¿Por qué no me lo habías dicho? —continuó.
Ella se alejó y se apoyó en la mesa.
—Porque sabía que sospecharías de él. Una noche nos quedamos trabajando hasta tarde y se lo confesé. Me prometió que no se lo contaría a nadie y no hemos vuelto a hablar del asunto.
—Entonces, no tienes noticia de que se lo haya contado a nadie…
Ella se mordió el labio.
—Que yo sepa, no —murmuró.
Lali se sentó en el sofá de cuero. De repente estaba tan confundida e insegura, que Peter lamentó haberla presionado.
—También le conté lo de las amenazas y pareció muy preocupado por mi seguridad…
Peter se sentó junto a ella y le pasó un brazo por encima de los hombros. Lali se apoyó en él.
—Lo siento —dijo Peter antes de besarla en la frente.
Ella le puso una mano en el pecho.
—Supongo… supongo que existe la posibilidad.
Peter se apartó.
—¿Qué quieres decir?
—Hace seis meses, el decano de la universidad me recomendó para un puesto en un comité de prestigio. Todo el mundo suponía que el puesto sería para Daniel… pero se alegró mucho por mí. Y además no habría podido aceptarlo, porque en aquella época estaba ocupado con una investigación.
—Muy bien —dijo Peter—. Por lo menos has sido sincera conmigo.
Lali lo miró con los ojos llenos de lágrimas. A Peter le dolió tanto, que quiso tranquilizarla e hizo lo primero que se le pasó por la cabeza: besarla.
Mientras se dejaban llevar por la pasión, él supo que ya no podría mantener las distancias. Su creciente afecto por Lali lo distraía y le nublaba la atención. Pero no podía evitarlo. Lali había entrado en su vida y no estaba dispuesto a dejarla marchar sin explorar las posibilidades.
—Vamos —murmuró él—. Te llevaré a comer.
Pero ella no tenía ninguna gana de marcharse. Se sentó sobre él y lo miró intensamente a los ojos.
—No quiero sentir lo que siento —dijo.
Peter la observó y le acarició una mejilla.
—¿Cómo? ¿Así?
Ella negó con la cabeza.
—Me refiero a que no quiero estar asustada. No puedo tranquilizarme, no sé en quién puedo confiar… pensaba que el asunto de las notas era cosa de un desconocido, pero ahora… no sé, no sé nada —le confesó—. Ahora voy a empezar a sospechar de todo el mundo.
—Deja que yo me encargue de eso —susurró.
—Quiero salir de aquí.
—¿Dónde prefieres que comamos?
—No, lo que pretendía decir es que quiero marcharme de la ciudad. No tengo nada importante que hacer durante los próximos días. Mañana es fiesta, es Cuatro de Julio… ¿No podría irme a algún sitio y olvidarme de todo esto? Te prometo que no le hablaré a nadie de mi paradero. Y te llamaré cada hora si quieres.
Peter negó con la cabeza.
—No es posible. Pero si quieres salir de la ciudad, iré contigo. Podemos volver al apartamento, hacer el equipaje y marcharnos.
La expresión de Lali se iluminó.
—¿Adónde?
—Uno de mis amigos tiene una casa en Maine, cerca de Southport. Es un lugar tranquilo y cerca de la costa. Podríamos pasar unos días allí —respondió—. Iremos en mi coche y le diré a un par de mis chicos que vigilen tu domicilio mientras estemos fuera. Puede que ese individuo se desespere y cometa un error.
Lali se levantó, súbitamente más tranquila.
Aquello era lo único que podía animar a Peter en ese momento: hacer feliz a Lali Esposito. Era su principal objetivo. Y no sólo entonces, sino para los días venideros. Además, la idea de marcharse no era mala. Con un poco de suerte, él también podría relajarse.
Les traigo capitulo. Tengo que ir al doctor, si para cuando regrese hay +10 comentarios empezamos el maraton. Depende de ustedes
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ResponderEliminarQuiero mas más más
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ResponderEliminarya quiero saber que pasaa
ResponderEliminarsube mas :D
ResponderEliminarotro
ResponderEliminarSuspicaz Peter
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