—No tengo novias.
—Me alegra saberlo —dijo mientras dejaba los platos en la pila—. ¿Es que ha surgido algún problema?
—La policía acaba de arrestar a una persona que podría estar relacionada con las amenazas. Un trabajador de la emisora de radio que se llama Jerry… Parece que ha confesado.
Lali soltó un gemido.
—¿Jerry? No, eso no es posible. Jerry es un encanto y además sería incapaz de hacer daño a nadie. Trabaja de noche y de vez en cuando me lleva un café. Sé que se ha encaprichado conmigo, pero nunca me amenazaría…
—¿Que se ha encaprichado contigo? ¿Por qué no me lo habías contado? Lali, no puedes ocultarme esas cosas…
—Lo siento.
—De todas formas, ha confesado.
Lali se apoyó en la encimera.
—Entonces, ¿todo ha terminado?
Él asintió.
—Supongo que sí.
—Vaya, qué rápido ha sido. Eso significa que ya no tenemos que estar juntos —declaró con tono de decepción.
Peter se acercó y la tomó de la cintura.
—Se ha hecho tarde para regresar a Providence. Además, quiero pensar un poco en este asunto. Volveremos mañana.
Lali se giró y abrió el grifo de la pila para fregar. Esperaba que Peter quisiera quedarse más tiempo, pero al fin y al cabo estaba trabajando, no de vacaciones.
Peter la rodeó con sus brazos y le puso las manos sobre los senos.
—Tenemos esta noche…
—Esta noche —repitió ella—. Pero ya has terminado tu trabajo.
Lali estaba confusa. No esperaba que los acontecimientos dieran un giro tan inesperado y no sabía qué hacer.
—Esto no forma parte del trabajo —dijo él—. Sencillamente ha sucedido y me alegro mucho de ello. Me gustaría que tú también te alegraras, porque no quiero que las cosas terminen aquí.
—¿Lo dices en serio?
—Por supuesto que lo digo en serio. Anda, deja los platos ahora. Ya fregaremos mañana… de hecho, podemos aprovechar lo sucedido para olvidarnos de los problemas y disfrutar del presente.
Lali se miró las manos con nerviosismo. Quería tomarse las cosas con calma y su plan había saltado por los aires. Se estaba involucrando demasiado. Corría el peligro de enamorarse de él.
—Sí, tienes razón. Deberíamos disfrutar del presente. No espero que mantengamos una relación seria…
—¿No?
Ella negó con la cabeza.
—La atracción física no tiene por qué convertirse en otra cosa —afirmó—. Sólo es sexo, nada más.
Peter la llevó al salón y se sentaron en el sofá.
—¿Quieres decir que sólo ha sido un juego?
—Tal vez. Un juego que era más interesante de lo normal por las circunstancias. Pero ahora es posible que no nos deseemos tanto.
—Habla por ti. Yo te deseo cada vez más. Y por cierto, una de las cosas que más me gustan de ti es que no juegas, vas en serio. ¿Estoy equivocado?
—No estás equivocado. Pero me limito a ser realista. ¿De verdad crees que, cuando volvamos a Providence sentiremos lo mismo? Tú volverás a tu trabajo, yo volveré al mío y encontraremos excusas para no estar juntos. De vez en cuando nos acostaremos, pero al final terminará en nada.
—¿Por qué dices eso? ¿Estás pensando en nosotros o en tus experiencias anteriores? —preguntó.
—Peter, sólo hace hace dos días que nos conocemos…
Peter permaneció en silencio durante unos segundos y luego se encogió de hombros.
—Tienes razón. No es una buena idea. Será mejor que nos detengamos antes de cometer un error…
Peter se alejó entonces. Caminó hasta la puerta y añadió:
—Voy a dar un paseo. Volveré tarde.
Lali no quería que se marchara, pero tampoco se lo impidió. En cuanto él cerró la puerta, sus ojos se llenaron de lágrimas. Acababa de provocar la ruptura y ni siquiera sabía si había hecho bien. Estaba tan confundida, que no había tenido ocasión de pensar en las consecuencias.
Enamorarse de Peter sería lo más sencillo del mundo. Era su príncipe azul, el caballero andante que había entrado en su vida para salvarla y protegerla de todo peligro. Su respuesta había sido tan previsible que lo único sorprendente era que la hubiera sorprendido.
Pero tenía miedo. Miedo de acostarse con él y de descubrir que no era capaz de separar sexo y amor. Tal vez pudiera con otros hombres, pero no con Peter Lanzani. Se parecía demasiado a lo que siempre había deseado.
* * *
Peter no sabía cómo era posible que una noche tan prometedora hubiera terminado tan mal. Lamentaba haber contestado a esa llamada telefónica, porque había significado el principio del fin.Llevaba un buen rato paseando por el bosque, pero no se había tranquilizado. Estaba frustrado, confuso, enfadado. Había pensado que Lali podía ser la mujer de su vida y por lo visto había cometido un error. Sus palabras no dejaban lugar a dudas; había jugado con él, se había comportado como una niña caprichosa y había manipulado sus sentimientos.
Pero intentó convencerse de que sólo estaba confundida y regresó a la cabaña pensando en lo que le diría cuando la viera. Lamentablemente, las luces estaban apagadas y Lali se había encerrado en su habitación.
Se acercó con intención de llamar a la puerta, pero no lo hizo. Si la había cerrado, era porque no quería hablar con él, de modo que sacó una cerveza del frigorífico y se sentó en el salón.
Al cabo de un rato, se quedó dormido. Soñó con ella y despertó en mitad de la noche. Cuando miró el reloj de la repisa de la chimenea, vio que eran las tres de la madrugada. Los efectos del vino y de la cerveza ya habían desaparecido. Pensó en despertar a Lali y hacer el equipaje para regresar inmediatamente a Providence.
Sin embargo, aún tenían tiempo. Todavía podían explorar el camino que habían iniciado. Era posible que Lali fuera una manipuladora, pero también cabía la posibilidad de que hubiera cortado en seco su relación por sus experiencias anteriores con otros hombres, que no habían sido muy satisfactorias.
Tomó aire e intentó tranquilizarse. Y justo entonces, notó que no estaba solo. Lali había salido del dormitorio y estaba en la entrada del pasillo, de pie, con los ojos cerrados.
—¿Te encuentras bien? —preguntó él.
Ella se sobresaltó como si su voz la hubiera asustado.
—Sí, sólo iba a por un vaso de agua. No quería despertarte.
—Ya estaba despierto.
—Yo no puedo dormir —murmuró.
Lali se acercó al sofá. Sólo llevaba una camisola y unas braguitas. Peter pudo ver la forma de sus senos bajo la tela y deseó abrazarla y hacer que sus preocupaciones desaparecieran.
Cuando extendió una mano, pensó que ella la rechazaría. Pero la aceptó. Las cosas no habían cambiado entre ellos. Todavía lo deseaba.
Lali se tumbó otra vez sobre él. Después, descendió para darle un beso en el pecho. Sin embargo, él entrelazó los dedos con su pelo y la obligó a mirarlo a los ojos.
—No juegues conmigo —advirtió Peter—. O me deseas, o no me deseas.
Ya esta, aqui le dejamos por hoy, mañana si tengo tiempo hacemos otro si? Nos leemos mañana, espero y les haya gustado el maraton.
me encantooo la maraton
ResponderEliminarsiiiiiiiiiii
ResponderEliminarwoooww voy al gym y vuelvo y ene capitulos ppara leer xD
ResponderEliminaresto es genial :D
que es tonta lali deberia haber aprovechado xD
ResponderEliminarojala ahora si :)
Llego el momento.
ResponderEliminarsubeee cap
ResponderEliminarya quiero saber que pasara
ResponderEliminarque intriga!!!!!!
ResponderEliminar@laliteronfire